El aumento de productos
falsificados se ha multiplicado desde el comienzo de la crisis, la pregunta
clave para entender este aumento es la siguiente: ¿Por qué?
Vivimos en sistema sociopolítico
donde prima el “tener” por encima
del “ser” los grandes iconos de
éxito en la actualidad, están estrechamente vinculados con la posesión de una
gran fortuna, no se hace mención al trabajo realizado para obtener esa gran
fortuna, ese es un hecho sin importancia a día de hoy.
Vemos como nuestros jóvenes y no
tan jóvenes basan en muchos casos su felicidad en poseer artículos de
marca, independientemente de que su calidad sea superior o no, este sería un
hecho que se podría discutir, y que no disfrutan del artículo en sí mismo sino
que su satisfacción queda reducida a poseer cuanto más mejor,
independientemente de la necesidad que se tenga de ello. Esta felicidad es
efímera ya que una vez queda satisfecho ese capricho su objetivo pasa automáticamente
a la posesión de otro.
El lucir una u otra marca no es
más que el poder demostrar al resto de la sociedad de que se posee la capacidad
económica suficiente como para poder adquirirla, de ahí que muchas de estas
marcas luzcan en sus modelos de una manera bien visible y como parte del diseño
el nombre de ésta.
Las acusaciones, a marcas como Nike,
de explotación infantil en países del tercer mundo no han hecho que disminuyan
las ventas de esta marca, sino que son muchos modelos de referencia los que
patrocinan dichas marcas, que la marca Inditex haya sido acusada del mismo
delito, al mantener talleres donde se explotaban laboralmente a menores no ha
hecho que dicha marca haya disminuido en ningún caso sus ventas.
Las personas que tenemos
responsabilidades educativas, y en ello incluyo a padres, maestros, educadores,
etc, tenemos la obligación de revertir esta tendencia ya que no todos tienen la
misma capacidad económica y el hecho de no poder adquirir una u otra marca
supondrá un aumento de la infelicidad de los menores a nuestro cargo. No todos
tenemos la misma capacidad económica pero sí todos tenemos la capacidad de ser
buenas personas y con esto me refiero a tener la capacidad de hacer buenas
obras hacía los demás y es aquí donde debemos hacer hincapié en la valoración
de los menores que tenemos a nuestro cargo, para que reviertan su escala de
valores, tan bombardeada por los medios de comunicación.
Esta situación es bien
aprovechada por el crimen organizado como explica el escritor napolitano
Roberto Saviano en su obra Gomorra, donde hace una descripción del
imperio económico de la camorra napolitana, y donde explica como la camorra obtiene
pingües beneficios de la falsificación de productos, y como estos son
introducidos en el circuito legal de tiendas oficiales.
Gobiernos como el Chino, hacen la
vista gorda, mientras el mercado de la falsificación se expande por todo el
país, y gracias la globalización, por el resto del mundo, propiciando grandes pérdidas
a las marcas falsificadas.
No nos engañemos, las falsificaciones
existen porque existe un mercado que lo consume. Pero si analizamos las
motivaciones de estos consumidores, no es otra que la de mostrar a la sociedad
que tienen la capacidad económica superior a la que tienen realmente y por lo
tanto muestran una imagen de éxito que no es real.
Esto nos lleva directamente a la
definición de éxito, según la R.A.E. el éxito se define como: 1. Resultado feliz de un negocio, actuación,
etc. 2. Buena aceptación que tiene alguien o algo.
Si nos centramos en su segunda
acepción, ¿realmente buscamos la aceptación por parte de los demás a través de
nuestra capacidad económica? Si es así la infelicidad está asegurada ya que
siempre tendremos modelos de referencia inalcanzables para la mayoría.
Deberíamos dejar de pensar tanto
en “tener” y empezar a valorar el “ser”, ya que nuestra capacidad de ser, más
solidarios, más justos, más compresivos, …, es ilimitada.