jueves, 24 de febrero de 2022

COMO A UN CONEJO CUANDO LE DAN LAS LARGAS.

 Tras cada cita electoral la izquierda se pregunta dónde están los votos.

Después de las últimas citas electorales donde la derecha y la ultraderecha parecen estar subiendo como la espuma en representación pública, los partidos de izquierda parecen desorientados preguntándose donde están los votos y por qué la ciudadanía elige representantes que, a todas luces, actúan en contra de sus intereses. El Partido Popular ha hecho todo lo que estaba en su mano por evitar que las ayudas para la recuperación tras la pandemia llegaran a España, del mismo modo allá donde gobierna ha puesto en práctica unas políticas de desmantelamiento de los servicios públicos para favorecer a las entidades privadas, especialmente en los sectores de sanidad y educación, por otro lado Vox tiene como hoja de ruta el desmantelamiento del estado de las autonomías, el retroceso en las leyes de igualdad y la visión monocromática de la historia de España y un claro lenguaje xenófobo y belicista. A pesar de ello han crecido en las últimas citas electorales.

Ante esta situación los partidos de izquierda deben hacer una profunda reflexión para averiguar el porqué, a pesar de recuperar derechos de que los trabajadores habían perdido con la reforma laboral que implantó el PP, una gestión de la crisis pandémica que ha permitido estabilizar el empleo en situaciones tan duras o aumentar por segundo año consecutivo el Salario Mínimo Interprofesional, la sangría de votos a favor de las fuerzas de la derecha.

Los partidos de derecha han votado históricamente en contra de todos los avances sociales; el divorcio, el aborto, la subida del SMI, la reforma laboral…

Partiendo de la premisa que el país está compuesto mayoritariamente por personas que pertenecen a la Clase Trabajadora la pregunta que deberían plantearse es ¿por qué votan estas personas a favor de partidos que están en contra de sus intereses?

Citando a G. Lakoff “la gente no vota necesariamente por sus intereses. Votan por su identidad”. La Clase Trabajadora ha dejado de identificarse como tal, y ha dejado de ser un sujeto político, de esto ha tenido culpa los partidos de izquierda que han disgregado la identidad colectiva en grupos marginales donde unos no se identifican con los otros, los colectivos LGTBI, feministas, minorías étnicas y muchos más, olvidan que tienen más en común que lo que los separa y todos estos colectivos tienen sus referentes tanto a la izquierda como a la derecha del arco político. Pero que la mayoría social no se identifique como clase no las exime del dominio de las clases dirigentes.

La batalla cultural, que está ganando la derecha a todas luces, debe hacer replantearse a la izquierda a volver a resignificar el concepto de proletariado, que no es otro que “toda persona que vende su fuerza de trabajo a cambio de un salario”. A través de los Think Tanks debe construirse una imagen con la que la gente se identifique y no lo relacione con un sucio obrero a las puertas de una fábrica en plena revolución industrial (este proletariado hoy no existe, o  al menos no es mayoritario).


La izquierda debe volver a aglutinar a todos los movimientos alrededor del concepto “Clase Trabajadora”

El éxito de la derecha se fundamenta en haber logrado que las clases trabajadoras se identifiquen con las élites gobernantes y vean como un competidor a las personas que se encuentran en su mismo peldaño social. Esta es la lucha final.

“Por supuesto que hay lucha de clases, pero es mi clase, la clase rica la que está haciendo la guerra y la estamos ganando” Warren Buffet.

jueves, 17 de febrero de 2022

CUANDO NORMALIZAMOS LO ABSURDO.

 Imagínense la siguiente conversación entre un empleado y su jefe:

-          Jefe: Buenas tardes ¿qué te ha pasado que hoy no has venido a trabajar? ¿Hay algún problema?

-          Empleado: Buenas tardes jefe, es que he tenido unos problemas y no me venía bien ir hoy, por cierto ya que has llamado te comento que tampoco iré a trabajar mañana, ni pasado mañana, pero no te preocupes que la semana que viene echo más horas y recupero las que he faltado esta semana.

-          Jefe: ¿Cómo? Yo no necesito que vengas más horas la semana que viene, necesito que cubras tú puesto las horas que te corresponden.

-          Empleado: No pasa nada, tómatelo como que la semana que viene tendrás una persona haciendo horas extras al precio de horas ordinarias.

Esta conversación ficticia es más propia del teatro del absurdo, de una obra de Oscar Wilde o Eugene Ionesco, que de la realidad ¿verdad? Una conversación difícil de imaginar que de ser realidad, daría con el empleado de “patitas en la calle” y todos entenderíamos que es un despido más que justificado, a fin de cuentas es el empleado quien no está cumpliendo con su parte del acuerdo que formalizó al firmar el contrato de trabajo.

Ahora imaginen esta otra conversación entre los mismos protagonistas:

-          Empleado: Buenas tardes Jefe, ¿hay algún problema con la nómina? Tenía que haber cobrado hace un par de días y aún no han hecho el ingreso.

-          Jefe: Buenas tardes, la empresa ha tenido un problema de liquidez contable y no va a poder ingresar la nómina este mes, pero no te preocupes intentaremos que para el mes que viene te ingresen las dos nóminas.

-          Empleado: ¿Cómo? Yo necesito mi sueldo este mes, tengo gastos que no puedo aplazar para el mes que viene.

-          Jefe: No pasa nada, tómatelo como si el mes que viene tuvieras una paga extra, de todas formas intentaremos ir adelantando algo de la nómina de este mes.

Esta conversación, sin embargo, si puede parecernos más real, son muchos los trabajadores y trabajadoras que en algún momento se han visto que habiendo llegado el día de cobro, sus nóminas no han sido ingresadas en sus cuentas bancarias.

Sin embargo, el trabajador no puede en este caso romper su vínculo con la empresa unilateralmente, aunque es ésta la que está incumpliendo lo acordado en su contrato, ya que perdería todos los derechos adquiridos para poder solicitar una prestación por desempleo y comenzar a buscar un nuevo empleo.

Las relaciones entre la empresa y los trabajadores están fundamentadas en que el trabajador vende su fuerza de trabajo a cambio de un salario, y este salario debe ser satisfecho en unas fechas determinadas.

Las garantías para poder actuar en consecuencia deberían ser equitativas para ambas partes, pero como podemos comprobar, la balanza tiene tendencia a favorecer siempre al mismo lado.

La relación simbiótica entre ambos roles es indiscutible, ya que los trabajadores necesitan empresas a las que vender su trabajo, pero las empresas sin trabajadores, simplemente no podrían existir.

“Todo sistema de dominación se basa en la presunción de normalidad” Michel Rolph Truillot

 

jueves, 10 de febrero de 2022

LA VERDAD

             La filosofía posmodernista nos ha convencido de que la verdad no existe, expone la verdad como un ideal platónico a la que es imposible acceder y que su representación en el mundo real se compone de múltiples versiones enmarcadas en lo que llamamos “opiniones”, cada persona tiene “su verdad” y por lo tanto es inútil plantear la búsqueda de este ideal imposible de encontrar.

Pero, si la verdad no existe, tampoco puede existir la mentira como concepto de inverso.

Al aceptar la no existencia de ambas ideas como conceptos absolutos nos encontramos sumidos en una telaraña de opiniones personales, ideas peregrinas, etc. que provoca que cualquier teoría, por descabellada que sea tenga cabida en la sociedad, ahí encontramos por ejemplo, el sector de los antivacunas, los terraplanistas o los propios creacionistas, entre otros, que negando teorías sobradamente contrastadas imponen sus ideas en plano de igualdad, justificado socialmente en el aforismo de “toda opinión es respetable”.

La “verdad” existe como la explicación incuestionable de un hecho o situación, y por lo tanto es mucho más compleja que una simple opinión. La verdad puede ser descubierta, pero para ello debemos introducirnos en un maremágnum de datos, hechos y fechas, así como saber separar “el trigo de la paja” en la que se mezclan con datos y explicaciones insuficientes que justifican una opinión utilizando la parte de “verdad” que les es propicia, obviando la que puede contradecirla o ponerla en cuestión.

En la sociedad de lo inmediato, pararse a buscar los datos necesarios que nos lleven a la verdad supone una inversión de tiempo, en muchos casos inalcanzable, que para cuando hemos podido recabar toda la información, el hecho en sí ha dejado de tener interés.

En mi opinión, la pregunta que debemos hacernos no es si la verdad existe o no, sino ¿nos importa realmente la verdad? o si por el contrario nuestro único afán es que impere nuestra opinión y por eso damos pábulo a noticias falsas, ideas contradictorias, o burdas mentiras por el simple hecho de que coinciden con nuestra manera de pensar en ese momento.

Todos somos susceptibles de cambiar de opinión sobre cualquier asunto, de hecho lo hacemos varias veces a lo largo del día, nuestra capacidad de comprender todos los parámetros que afectan directa o indirectamente sobre un asunto es muy limitado, por lo que la búsqueda de la verdad resulta un trabajoso engorro, pero sin duda merece la pena hacer honor a nuestra especie que para eso se ha denominado a sí misma como homo sapiens.

“Informarse sin esfuerzo es una ilusión que tiene que ver con el mito publicitario más que con la movilización cívica. Informarse cansa y a este precio el ciudadano adquiere el derecho de participar inteligentemente en la vida democrática” Ignacio Ramonet.

domingo, 6 de febrero de 2022

SIN GANAS.

 Este artículo fue escrito para el diario local "Viva Rota" publicado el  4 de febrero de 2022

Sin ganas, hoy me siento a escribir sin ninguna gana de hacerlo, y no porque no tenga cosas que decir, sino porque realmente, no siempre uno encuentra la motivación para hacerlo. Sin embargo, aquí estoy tecleando un artículo más emocional que racional, una excepción en la norma que me he autoimpuesto.

Y es que, realmente, hay semanas que el tiempo pasa a una velocidad vertiginosa sin dejar espacio para reflexión, para el análisis o para la crítica, hay veces que la vida te marca un ritmo superior al que nos gustaría ir.

Vivimos en una sociedad donde nos inculcan que debemos estar permanentemente motivados, de tener ganas de hacer lo que hacemos, incluso se ha “inventado” la profesión de “Coach” (los sofistas del siglo XXI) para que permanezcamos permanentemente entusiasmados con lo que hacemos, pero somos humanos, y los seres humanos no siempre encontramos en nuestros quehaceres la misma motivación.

No siempre tenemos ganas de ir al trabajo (aunque nuestro trabajo nos encante), no siempre hay ganas de practicar deporte (aunque nos sintamos mucho mejor al hacerlo), no siempre hay ganas de hacer lo que quiera que hagamos habitualmente, y a pesar de todo hay veces que lo hacemos aunque no tengamos ganas.

Es imposible estar permanentemente motivado, es más, lo que nos mueve a hacer cosas, no es la motivación, es el compromiso que adquirimos.

Desde que a finales de 2017, comencé a escribir regularmente en este medio, solo he faltado la semana que estuve en los campamentos de refugiados allá por abril de 2018, Todas las semanas que ha salido el periódico he tenido el honor de ver publicado un artículo mío. Ese fue el compromiso que adquirí hace 5 años y pico, y pienso seguir cumpliéndolo, aunque a veces falte la motivación para hacerlo.

La finalidad de estos artículos es compartir mis reflexiones con toda aquella persona que quiera leerlas, y aunque esta vez haya dejado de lado temas de candente interés como: la situación de Ucrania, la victoria de Nadal, la Reforma Laboral, y tantos otros temas importantes, a veces, hay que parar y mirar para adentro, y la reflexión que  me gustaría compartir esta semana es la de que no es necesario estar constantemente motivado para hacer algo, la motivación es como las olas del mar, van y vienen constantemente, debemos ser fieles al compromiso que adquirimos, y si un día no tenemos ganas de cumplir con nuestros compromisos, pues lo hacemos sin ganas, pero lo hacemos.

“La disciplina es el ingrediente más importante del éxito” Truman Capote.