jueves, 29 de diciembre de 2022

TIEMPO DE BALANCE

 Reflexiones de fin de año.

Si bien los finales de año son propicios para hacer balance del año que termina, este año es especialmente valioso para tal fin. A dos años de que sufriéramos la pandemia del Covid-19, podemos realizar un análisis de las expectativas que teníamos en esos momentos a la realidad resultante que vivimos.

En momentos de crisis sanitarias, toda la sociedad puso en valor el trabajo de todos aquellos sectores que cuidaban de que la sociedad siguiera funcionando, los aplausos de las ocho de la tarde que simbolizaban el agradecimiento que la sociedad sentía, especialmente, hacia los sanitarios mostraban una sociedad cohesionada, paradójicamente, en los momentos en que menos interacción social había.

La pandemia pasó, y volvimos a nuestras rutinas, en ese momento el volcán de la palma estalló, volviendo a generar un manto de solidaridad hacia los habitantes de la isla, las muestras de apoyo fueron masivas, las campañas para que se consumiera plátano de canarias, principal motor económico de la isla, fueron masivas, y a pesar de su precio superior a las bananas latinoamericanas, consumimos mayoritariamente el producto nacional como muestra de apoyo y solidaridad.

Llegó el 2022 y en febrero de este año Rusia invade Ucrania, las muestras de apoyo a la población ucraniana no se hicieron esperar, personas que ponían sus casas a disposición de las personas que venían huyendo de la guerra, autobuses se organizaron para trasladar a lugar seguro a las personas que buscaban refugio. Las instituciones activaron protocolos  de protección que no se habían puesto antes en funcionamiento y el pueblo ucraniano sintió el apoyo de toda Europa ante la situación que estaban viviendo.

Pero, al igual que pasara con la pandemia y con el volcán de La Palma, toda esta solidaridad se fue diluyendo en el ritmo frenético de nuestro día a día. Los intereses personales se vuelven a imponer a la solidaridad colectiva, lo que me hace llegar a las siguientes conclusiones.

El sistema socioeconómico en el que vivimos nos separa a unos de otros haciendo girar “la rueda de hámster” en la que vivimos, nuestras preocupaciones no van más allá de nuestro círculo más cercano, conseguir los ingresos necesarios para seguir haciendo girar la rueda, tomar una cerveza en un bar y darnos un capricho esporádicamente, el aforismo del árbol que no deja ver el bosque, se hace más evidente, en el momento en que tomamos distancia y descubrimos que sólo la solidaridad hace que todos tengamos una vida mejor.

El maltrato que está sufriendo la sanidad pública para beneficiar a la sanidad privada, las ayudas a la isla de La Palma que siguen sin llegar, y las dificultades que está encontrando la población ucraniana a la hora de encontrar empleo o vivienda no son noticia, los beneficios de las grandes corporaciones gracias a los horrores de la guerra, la inflación, la subida de los tipos de interés, etc., son el resultado de nuestro individualismo.

Decía Margaret Mead que la civilización comenzó cuando a un miembro de la tribu que no podía valerse por sí solo había que generarle los cuidados necesarios  mientras se recuperaba, del mismo modo Kropotkin decía que la colaboración era la ley de la civilización. Esperemos que no tengamos que vernos en otra situación de aislamiento para darnos cuenta de cuanto nos necesitamos unos a otros. Feliz año.

“Nosotros tenemos que ser el cambio que queremos ver en el mundo” Gandhi.

 

jueves, 22 de diciembre de 2022

REFLEXIONES SOBRE EL MUNDIAL QUE NO VÍ

 

El mundial que acaba de finalizar se ha envuelto en la polémica desde el día que se asignó a Qatar como país organizador. La larga sombra de la corrupción ha alcanzado hasta las más altas esferas de la FIFA así como a altos mandatarios del Parlamento de la Unión Europea.

Las muertes de trabajadores durante la construcción de las infraestructuras tampoco pasaron desapercibidas, más de siete mil personas murieron levantando los estadios donde después las selecciones jugarían sus partidos. Esta situación puede tener una lectura distinta: miles de trabajadores murieron para que futbolistas multimillonarios jugaran al fútbol, con el objetivo de que otros trabajadores de todo el mundo dejaran de plantearse su situación personal y evitaran buscar responsables a la situación social, jaleando a quienes (presuntamente) les representan por haber nacido dentro de sus mismas fronteras y con los que no tienen nada en común.

El evento también ha servido para hacer publicidad del país corruptor, donde los Derechos Humanos brillan por su ausencia.

Ninguna institución ha planteado un boicot al mundial, ni siquiera se ha planteado una protesta formal ante las instituciones competentes.

Los futbolistas (principales protagonistas de este circo) que antes de comenzar el mundial mostraban su intención de dar visibilidad a estas injusticias, callaron a las primeras de cambio ante las amenazas de sanción por parte de la FIFA.

La esperanza de que el pueblo tuviera más dignidad que sus representantes también ha sido una efímera ilusión, nada más echar a rodar la pelota todo el mundo olvidó las muertes, las corruptelas y hasta los Derechos Humanos.

Nadie ha asumido su parte de responsabilidad para que una injusticia se cometa a la vista de todo el mundo. La dignidad humana ha sido asesinada entre todos, sin que nadie hiciera nada por detener esta situación ni evitar que se vuelva a repetir en un futuro.

El mundial acabó y la realidad vuelve a hacerse presente en nuestro día a día. Poco importa ya quién ganó o quién perdió, mañana volverá a sonar el despertador y tendremos que hacer frente a un nuevo día con la resaca del nuevo “opio del pueblo”.

“Lo que está bien, está bien aunque no lo haga nadie y lo que está mal, está mal aunque lo haga todo el mundo” San Agustín.

jueves, 15 de diciembre de 2022

FUTBOL Y POLÍTICA

             Es imposible mantenerse ajeno a todo lo que rodea al Mundial de Catar y las noticias que lo rodean llegan a todos los rincones del mundo. Una de esas noticias es el papel que está desempeñando la selección de Marruecos en el mismo y cómo está celebrando sus victorias reivindicando la lucha del pueblo palestino mostrando la bandera Palestina.

Israel lleva ocupando, con el beneplácito de la ONU, Palestina desde el final de la II Guerra Mundial, durante este tiempo, ha expulsado a los palestinos de sus casas, ha impuesto una política de segregación expulsando a los palestinos a guetos, ha ejercido la tortura y viola sistemáticamente los derechos humanos.

Este apoyo explícito ha supuesto el aplauso del mundo árabe y ha sido amplificado por los medios de comunicación occidentales. Sin embargo Marruecos, al igual que hiciera Israel, ocupó ilegalmente el Sáhara Occidental en 1975, y desde entonces reprime brutalmente al pueblo saharaui en los territorios ocupados y aunque no tiene el visto bueno ni de la ONU ni de la unión africana, todos los organismos internacionales, incluida España (que sigue siendo potencia administradora del territorio) miran para otro lado ante los abusos marroquíes hacia el pueblo saharaui.

Miles de desaparecidos saharauis, encarcelamientos masivos sin tener un juicio con las mínimas garantías, torturas, etc., todos estos hechos son silenciados por los medios de comunicación occidentales invisibilizando la causa del pueblo saharaui, que como españoles somos directamente responsables.

Es de una hipocresía supina reivindicar los derechos de un pueblo (en este caso el palestino) y no posicionarse a favor de la causa del pueblo saharaui, cuando es tu propio país el que actúa del mismo modo que lo hace el Estado de Israel.

Ante las críticas que recibieron los futbolistas por ir a jugar un mundial en un país donde no se respetaban los derechos humanos éstos se defendieron justificando que ellos iban a trabajar, que no estaba en sus competencias hacer política, que eso era asunto de otros organismos, sin embargo, gracias a la influencia que ejercen tienen la capacidad de poner en el debate público cualquier tema por el que se manifiesten, haciéndose eco los medios de comunicación y presentándolos a la opinión pública.

La defensa de la causa palestina por parte de los jugadores de Marruecos puede tener, al menos, dos lecturas: 1. Posicionarse en contra de Mohamed VI, ya que este como Jefe de Estado Marroquí, reconoció el Estado de Israel el pasado 2022, 2. Buscar el apoyo del mundo árabe, ya que el pueblo, ajeno a las decisiones de sus líderes, apoya masivamente la causa palestina.

El Mundial es una cuestión política, el apoyo de la selección de Marruecos a Palestina es una cuestión política y callar ante las injusticias también es una cuestión política.

“Si eres neutral en situaciones de injusticia significa que has elegido el lado del opresor” Desmond Tutu.

martes, 6 de diciembre de 2022

EL FUTURO ES HOY

             Se suele decir que los jóvenes son el futuro, y esta frase, por mucho que esté asimilada por el “saber popular”, no se adapta a la realidad.

Al decir que los jóvenes son el futuro, les estamos negando su propio presente. Los jóvenes son los adultos del futuro, pero de los adultos en los que se conviertan dependerá de cómo se desarrollen en la actualidad.

La juventud tiene sus propios problemas, distintos a los que tenemos los adultos pero, para ellos, igual de importantes, al fin y al cabo como suele decirse “a cada uno le duelen sus muelas”.

Las nuevas generaciones están cada vez más formadas, hemos pasado de un analfabetismo, casi generalizado, a tener más de un millón y medio de universitarios en menos de cien años, sin embargo la edad media en la que se obtiene el primer empleo es de 23 años, y se tarda una media de 6 años en alcanzar cierta estabilidad laboral, aunque en la actualidad esta estabilidad nunca llegue a alcanzarse realmente. La edad media para emanciparse ronda los 30 años, a lo que habría que sumar la dificultad para encontrar vivienda. La edad media para tener el primer hijo está en torno a los 32 años y la mayoría de los que tienen descendencia se quedan en un único hijo.

Como se puede observar de los datos anteriores la edad que comprende la etapa de la “juventud” se ha ido ampliando a medida que han ido pasando los años y las dificultades para alcanzar “problemas de adultos” se han ido dilatando en el tiempo. Hemos pasado de ser adulto de pleno derecho con 18 años a convertirte en adulto entrando en los treinta.

Los jóvenes son el presente, y su presente se cimenta en la dificultad para poder pasar al “siguiente nivel”. Decir que la “juventud es el futuro” invisibiliza  los problemas a los que tienen que enfrentarse y dificulta su camino hacia la vida adulta. Mientras se conciba a los jóvenes como un grupo de edad sin “problemas reales” a los que prestar atención, restándoles importancia o infantilizándolos más dura será su llegada a la vida adulta.

Llegará el momento en que los jóvenes de hoy tengan que tomar las riendas de las sociedad que estamos construyendo los adultos de hoy y sin un proceso de adaptación apropiado su toma de contacto con su nueva realidad será más traumática y todos sufriremos las consecuencias.

Urge encontrar una solución a los problemas mencionados anteriormente: vivienda, trabajo, estabilidad, emancipación, etc. Nos va el futuro en ello.

 “La juventud necesita creerse superior; claro que se equivoca, pero este es el gran derecho de la juventud” Ortega y Gasset.