domingo, 4 de octubre de 2015

BUEN GOBIERNO O BUENOS GOBERNANTES



                    En 1516 Tomás Moro, escribe quizás su obra más conocida Utopía, en ella describe un diálogo con un imaginario hombre de mundo que tras visitar innumerables países describe como debería ser un Estado ideal, que velara por la felicidad de sus ciudadanos. 

                   En los comienzos del s. XVI, comienza la conquista y colonización de América del Sur, un continente que albergaba los sueños de fama y gloria de muchos europeos que marchaban en su busca. Es precisamente en el continente americano donde Rafael Hytlodeo, que así es como se llama el interlocutor de Tomás Moro en esta obra, ubica la isla de Utopía, cuya descripción hace recordar a las de las antiguas polis griegas, quizás en un afán de recuperar la magnificencia de la Grecia clásica, es por ello, la base filosófica en la que se encuentra enmarcada la política mediante la que se rige la isla de Utopía, es la descrita en la obra de Platón La República.

                   Pero el término utopía no siempre hace referencia a la obra que estamos aquí comentando, si nos remitimos al Diccionario de la RAE, podemos leer que utopía es: proyecto, doctrina o sistema  optimista que aparece como irrealizable en el momento de su formulación. Este significado viene derivado de la descripción del Estado utópico descrito en la obra de Moro, ya que en la época de su publicación era impensable que pudieran llevarse a cabo ideas como las allí descritas, pongamos como ejemplo: la libertad religiosa, jornadas laborales de 6 horas, eutanasia, el valor de las cosas materiales en función de su uso, etc…, sin embargo muchas de las propuestas allí formuladas hoy en día son una realidad, otras son un debate abierto en nuestra sociedad y otras son hoy en día inimaginables, lo que nos lleva a la reflexión de Eduardo Galeano como una verdad absoluta: La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar.

                   Lo que es indiscutible es que la obra de Tomás Moro, utopía es un proyecto de buen gobierno, poniendo al ciudadano como fin último de la política, buscando el bien de la sociedad basado en el reparto justo de la producción, eliminando a los ociosos de la sociedad y poniendo a todos a trabajar al servicio de todos. Dentro de lo que Tomás Moro denomina como ociosos caben, la nobleza, la corte, los clérigos, el ejército, en fin todos los que viven a costa del trabajo de los demás. Se ve claramente el toque humanista de la obra. 

                   Sin embargo en la misma época tan sólo tres años antes, en 1513, Nicolás Maquiavelo escribe El príncipe, que al contrario que la obra de Tomás Moro no pretende un buen gobierno para los ciudadanos sino una tesis de cómo alcanzar el poder y mantenerse en él, utilizando los medios necesarios para ello.

                   Para Maquiavelo el Estado está por encima de cualquier persona y los ciudadanos no son más que meros instrumentos en manos de la nobleza para que sean usados en función de los intereses políticos de estos.

                   Explica la forma de relacionarse con los distintos estamentos del poder, cual es la manera más beneficiosa para nuestros objetivos de forjar alianzas y como romper con ellas cuando ya no sean de nuestro provecho, de ahí que la descripción de maquiavélismo en el Diccionario de la RAE sea la siguiente: 1. Doctrina política de Maquiavelo, escritor italiano del siglo XVI, fundada en la preeminencia de la razón de Estado sobre cualquier otra de carácter moral. 2. Modo de proceder con astucia, doblez y perfidia.

                   Sin duda alguna el tratado de Maquiavelo busca el beneficio de los gobernantes catalogando a estos en su forma de mantener su gobierno, en ningún caso el buen gobierno está basado en el bienestar de los ciudadanos gobernados sino en los medios que ha utilizado para mantenerse en el poder.

                   Tanto Utopía como El Príncipe son dos tratados contemporáneos que enfocados en un mismo tema le dan un tratamiento diametralmente opuesto, el primero centra el buen gobierno en el bienestar de los ciudadanos mientras que el segundo valora a un buen gobernante por los medios utilizados para conquistar o perpetuarse en el poder. 

                   En la actualidad parece ser que han sido las tesis de Maquiavelo quien se ha impuesto a las de Tomás Moro, vemos como los gobernantes actuales utilizan sus herramientas para perpetuarse en el poder de alguna u otra manera, o bien a través de puestos en empresas multinacionales o en las fundaciones de sus propios partidos políticos, o a través del Senado o como Diputados prácticamente vitalicios.

                   Las leyes parecen más encaminadas a satisfacer los deseos de las grandes multinacionales que a cubrir las necesidades de los ciudadanos. Cuyos beneficios multimillonarios están por encima de cualquier desgracia del planeta que podría ser erradicada simplemente teniendo la voluntad política de erradicarla.

                   Parece que Maquiavelo le ganó la partida a Tomás Moro. Pero mientras haya quien creamos que otro mundo es posible y caminemos hacía la utopía el juego no habrá terminado.




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