Parece que nos
hemos acostumbrado a ver noticias relacionadas con la corrupción en el que se
hablan de cifras mil millonarias, hemos oído el “honorable” Pujol, tenía dos
mil millones de euros en un banco suizo, o como el “Sr.” Urdangarín y su esposa
la “Sra” Cristina de Borbón, disponían de cientos de millones de euros en
bancos de distintos paraísos fiscales, al muy “campechano” Juan Carlos de
Borbón se le descubrió una cuenta en Suiza de doscientos millones de euros, que
justificó que provenían de la herencia de su padre Don Juan de Borbón, datos
que nunca se han verificado, que para eso es inviolable.
A estos
“ilustres” señores podemos sumar, los Rato, Blesa, Correa, y un largo etcétera.
Pero teniendo en cuenta que estos señores tienen, pingües beneficios de sus
respectivos negocios, y tienen sobradamente cubiertas sus necesidades y la de
su prole en las tres próximas generaciones. Entonces, la pregunta que deberíamos
hacernos es ¿Por qué tienen la necesidad de acaparar u n dinero que no van a
poder gastar en toda su vida?
El “dinero”
que aparece para dar fluidez a los intercambios, sustituyendo así al trueque,
tiene en su origen un valor de uso, en la etapa capitalista en la que vivimos
se le suma la posición de estatus que te proporciona, desvirtuando así su
función original.
El dinero como
“valor de uso”, tiene como objetivo realizar intercambios de productos y
servicios que necesitamos, para cubrir los productos y servicios que queremos
adquirir, cualesquiera que estos sean, nos valdría con una cantidad determinada
de dinero, es normal que todos queramos tener unos ahorros para eventualidades
e imprevistos que nos puedan suceder, pero acumular miles de millones de euros
en una cuenta que no vas a utilizar, desvirtúan el “valor de uso” del dinero.
Esto nos lleva
al “valor de acumulación” del dinero, cuyo objetivo es darnos posición social,
y de poder, el dinero con este tipo de “valor” no se utiliza para realizar
intercambios, no se usa para comprar.
En nuestra
sociedad, la posición social te la da la cantidad de dinero que tengas, y eso
proporciona el trato que te dispensa una parte de la sociedad, como dice la
famosa canción de Compay Segundo, versionada por Lola Flores y más tarde por
Lolita: “cuando yo tenía dinero, me llamaban Don Tomas, y ahora que no lo tengo
me llaman Tomas “na” mas”.
Esa posición
social, te da acceso a distintas cuotas de poder, de ahí que muchas de las
leyes económicas que existen en la mayor parte de los países están “aconsejadas”
por estos grupos de presión, formados por gente de muuuucho dinero.
En el lado
contrario nos encontramos los trabajadores, que a falta sueldo para acumular,
seguimos utilizando el dinero como “valor de uso”, todos sabemos que nuestro
modo de vida se adapta al sueldo que cobramos, lo que convierte a la clase
trabajadora no solo en la clase productora, lo que significa creadora de
riqueza, sino también como la herramienta más efectiva para el reparto
equitativo de dicha riqueza, ya que el periodo que transcurre entre sueldo y sueldo,
el trabajador/a se encarga de usar su dinero en la adquisición de distintos
productos o servicios que utiliza, repartiendo la riqueza entre su entorno más
inmediato, además de ser el grupo que paga más fielmente sus impuestos y por lo
tanto soportando en mayor cantidad los servicios públicos que todos y todas disfrutamos.
El dinero
tiene distintos usos como acabamos de ver, pero ¿Cómo puede alguien acumular
tal cantidad de dinero? La respuesta es sencilla robando.
Si algo
podemos agradecerle a las élites económicas es que nos han enseñado que el
término robar tiene múltiples significados, y que hay muchas formas de robar.
Porque desengáñesen ninguno de nosotros nos haremos ricos trabajando
honradamente, nunca perteneceremos a ese “selecto” grupo de personas
influyentes que son capaces de dirigir en la sombra los destinos de un país.
En mi humilde
opinión, hay que valorar a las personas por lo que son, no por lo que tienen, y
analizar no sólo el resultado sino también el proceso de cómo han llegado a
donde han llegado.
Salud.
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