El pasado 15 de junio pudimos ver
como muchos titulares de la prensa nacional recordaban la efeméride de las
primeras elecciones democráticas.
Es
curioso como en RTVE, parece que en España nació la democracia aquel 15 de
junio de 1977, como si hubiera sido la
primera vez que en España hubiera habido elecciones democráticas. El titular
decía así: “Las primeras elecciones de la
democracia: cuarenta años de tolerancia”. Este “inocente” titular esconde
todo un fondo manipulativo en su interior, otra cuestión importante es como
ninguno de los portavoces de los principales partidos del arco parlamentario
hicieron mención a la anterior etapa democrática del país en sus declaraciones,
lo que denota un discurso aceptado y no cuestionado por nadie, de que la
democracia llegó a España en 1977, una victoria del sistema incuestionable
incluso para los más críticos.
En
todas las noticias que he podido leer sobre el tema, ninguna hace referencia al
periodo democrático durante la Segunda República, parece que no existe España
antes de la toma del poder por los militares golpistas.
Llama
la atención como los titulares marcan el ideario colectivo, que sin capacidad
crítica asume los dictados del poder, y no digo el gobierno, digo el poder,
aquel que dicta las directrices a seguir y que no es elegido en las
“democráticas” elecciones, hablo de los poderes económicos, mediáticos y
productivos.
Michel
Foucault, filósofo estructuralista francés (1926 – 1984) decía que era en el
discurso donde residía el poder porque era el discurso lo que determinaba lo
que era o no verdad. El discurso, aceptado por todos, es que antes de Franco,
no había nada, y eso es rotundamente falso, antes del golpe de Estado de 1936,
España era una República democrática, con sus elecciones, su parlamento, su
Constitución… la principal diferencia con la democracia actual es que el jefe
del Estado también era elegido por las urnas, por lo que me atrevo a afirmar
que era más democrática que la actual. Todo esto parece haber desaparecido del
ideario colectivo.
La
negación de la primera etapa verdaderamente democrática de España, busca hacer
desaparecer de la historia aquella etapa, ya que lo que no se nombra, no
existe, y si entramos en comparaciones puede que la actual no sea tan
democrática como parecen hacernos creer.
Las
primeras elecciones, plenamente, democráticas de España se llevaron a cabo el
19 de noviembre de 1933, y porqué de esta fecha. Fue entonces cuando las
mujeres pudieron votar libremente en nuestro país.
Actualmente
parece que los derechos han sido regalados por los “padres de la democracia de
1978”.
El
derecho a voto de la mujer, no ha sido ningún regalo, fue una lucha dura,
protagonizada por mujeres como Clara Campoamor y Victoria Kent, entre otras,
herederas del movimiento sufragista inglés a quienes las mujeres, y los hombres
también, de este país nunca podrán estar suficientemente agradecidas, pero cuya
historia ha sido silenciada una y otra vez por el discurso hegemónico heredado
de la transición.
Clara
Campoamor y Victoria Kent, a pesar de no poder ser votadas por las mujeres,
pudieron presentarse a las elecciones de 1931 y poder luchar por el hito del
sufragio femenino desde el Parlamento, luchando, no sólo, a izquierda y derecha
del arco parlamentario, sino también contra toda la prensa del país, pero la
firme convicción de un derecho justo avalado por el artículo 36 de la
Constitución de la Segunda República: Los
ciudadanos de uno y otro sexo, mayores de veintitrés años, tendrán los mismos
derechos electorales conforme determinen las leyes.
De
ahí que el 19 de noviembre de 1933 las mujeres españolas pudieran ejercer el
voto, ningún país puede llamarse democrático si no cuenta con la mitad de su
población a la hora de las consultas electorales.
Tras
la victoria fascista en 1939, se instauró en España un régimen totalitario, que
hizo que todas las luchas, quedaran aletargadas durante un largo invierno que
duró cuarenta años, pero tras el fin de la dictadura el voto de las mujeres no era
cuestionado, la lucha la habían llevado a cabo las abuelas de las mujeres que
votaron aquel 15 de junio de 1977. Nadie nos ha regalado nada.
La
dictadura franquista utilizó la mano de hierro con la población española, el
pensamiento único, era la base de la estabilidad nacional, las luchas de
Campoamor y Kent fueron silenciadas, la mujer volvió a la casa, siendo su única
labor, cuidar de la casa y atender las necesidades de su marido e hijos.
Cuarenta
años después, tras la muerte de Franco, otra generación lleva el timón de la
nación, y un cambio de régimen parecía inevitable, aunque los poderes fácticos
no iban a permitir que se volviera a la legalidad constitucional, rota por el
Golpe de Estado, la guerra civil y la posterior dictadura, previa. Hace poco ha
salido a la luz un video de Adolfo Suarez diciendo que no hicieron un
referéndum sobre Monarquía o República porque si lo hubieran hecho hubiera
ganado la República por lo que camuflaron la legitimación de la corona con la
aprobación por referéndum de la Constitución de 1978.
La
nueva etapa democrática de España iba a estar enmarcada por la restauración de
la monarquía, la inclusión de España en el bloque capitalista, hasta entonces
se había mantenido entre los países no alineados, y el bipartidismo político.
Todo esto bien aderezado con una buena dosis de amnesia histórica.
Ya
Orwell, en su novela 1984, describía a
su protagonista, Winston Smith, como trabajador en el Ministerio de la Verdad,
cuya función era cambiar los titulares de los periódicos pasados por titulares
que beneficiaran al sistema creado por el Gran Hermano. La visión de Orwell no
dista mucho de la realidad actual.
De
ahí la importancia de recordar que hubo una España democrática previa a 1977,
que fue destruida por un golpe de Estado, cruel y genocida que la mantuvo
silenciada durante cuarenta años, no permitamos que la lucha de quienes nos precedieron
caiga en el olvido, siendo silenciada en la actualidad.
Salud.
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