En estos días he tenido la suerte de
hablar con un joven de 32 años, es curioso como el concepto de juventud se va
ampliando en edad, que me decía que nunca había votado y que no pensaba
hacerlo, ya que no le gustaban las políticas que se estaban llevando a cabo, a
esta argumentación le respondí que el no votar validaba o al menos no impedía
que esas políticas se siguieran llevando a cabo.
El joven continuó exponiendo que la
abstención era una opción más e igualmente válida de participar y que cada vez
eran más los que optaban por esa opción.
Que era injusto que con una
abstención del 35%, el alcalde de su pueblo alardeara de tener una mayoría
absoluta del 76% de los votantes cuando en realidad no llegaba ni al 20% de los
electores, y que la mayoría de la gente no había votado porque estaba en contra
de este sistema.
Visto esta situación, le
contraargumenté, que siendo cierto los porcentajes que me trasladaba, era tan
ilegitimo apropiarse de un porcentaje por la totalidad de los electores, como
apropiarse de los motivos por los que la población decide abstenerse, ya que
son muchos y variados.
Llegado a este punto, el joven empezó
a ponerse nervioso y a pedir que le respetara su opción, a lo que le contesté
que la respetaba, como no podía ser de otra manera, ya que el voto no es
obligatorio en España, pero que no estaba de acuerdo con sus argumentos.
Me dijo que además, ninguno de los
principales partidos que se presentaban a las elecciones le representaban, a lo
que le contesté que a las elecciones se presentan muchos más partidos por lo
que sería fácil encontrar alguno que en el que pudiera sentirse representado.
Me dijo que su opción era la abstención, ya que si en unas elecciones se llega
al 40% de abstención las elecciones deberían repetirse.
Y llegado a este punto es donde me
gustaría profundizar, ya que parte de un error, en España no existe un mínimo
de participantes que valide unas elecciones, por lo tanto mi interlocutor
partía de una equivocación de bulto y es el desconocimiento de la Ley
Electoral, cuando no se conocen las reglas del juego es fácil ser engañados.
La abstención nunca ha influido en la
representatividad resultante de unas elecciones ya que el reparto de escaños,
se lleva a cabo con el total de votos emitidos, no con el total de personas llamadas
a las urnas.
Como decía Foucault, en el discurso
en donde reside el poder, porque el discurso es lo que determina que es verdad
y que no y son los poderosos los encargados de elaborar el discurso.
Pongo como ejemplo, las elecciones
generales de 2008 en comparación con el 2011:
En el año 2008 hubo un 26,15% de
abstención (9.172.740 personas) , siendo el partido más votado (entre los que
fueron a votar el PSOE)[1]
con 11.289.335 votos obteniendo 169 diputados, el PP el que quedó en segundo
lugar con 10.278.010 votos con 154 diputados, sin embargo el año 2011[2],
con una abstención de 31,06% (11.113.050 personas) el PP fue el partido más
votado con 10.866.566 votos obteniendo 186 diputados, el PSOE dio una bajada
importante obteniendo 7.003.511 votos con 110 diputados, con estos datos
podemos ver como con muchos menos votos que el partido ganador en las
elecciones anteriores el PP obtuvo mucha más representación gracias al aumento
de la abstención.
Por no extenderme no voy a entrar a
analizar la participación en las elecciones europeas, la de mayor abstención de
todas las citas electorales.
Podemos concluir que la abstención,
lejos de debilitar al sistema lo hace más fuerte, ya que da más poder a
aquellas personas que deciden ejercer su voto. La gran trampa del sistema
electoral consiste en que los electores no conozcan las “reglas del juego”
siendo así mucho más fácil manipularlos.
Elijan un partido que represente sus
intereses, vótenlo y después exíjanle que cumpla lo pactado.
“La democracia consiste en poner bajo
control al poder político" Karl Popper.
Gracias;)
ResponderEliminarDe nada.
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