¿Dónde están
los sindicatos? Esa es una pregunta habitual que todos oímos cuando aparece un
conflicto que afecta al conjunto de los trabajadores y trabajadoras, sobre todo
si afecta al poder adquisitivo de los mismos. Pero la pregunta debería ser
otra, una pregunta que no culpe a un ente impersonal y nos exima de
responsabilidades al conjunto de los afectados.
Los sindicatos
tienen su origen como respuesta a los desmanes del proceso de industrialización
en los siglos XVIII y XIX en Estados Unidos e Inglaterra.
Según la Real
Academia de la Lengua Española la definición de sindicato es “asociación de trabajadores constituida para
la defensa y promoción de sus intereses”. La definición de “sindicato
amarillo”, un término menos popular que el anterior, también viene recogida por
la RAE siendo su definición “Organización sindical cuyo objetivo es minar la acción reivindicativa
de los sindicatos obreros”. La conclusión que podemos llegar es que si
existen los “sindicatos amarillos” es
porque la acción de los sindicatos obreros es realmente efectiva, si no fuera
así no hubiera sido necesaria su aparición.
Los sindicatos
surgen como respuesta a la necesidad de unidad de la clase trabajadora para
defender sus intereses y es en la unión donde reside la fuerza de los trabajadores
y trabajadoras, pero en la actualidad el individualismo impuesto por el sistema
capitalista, ha relegado la función sindical a un recurso legal cuando tenemos
un problema laboral.
Pero los
sindicatos están formados por personas y estas personas son los referentes en
la defensa de los derechos laborales, lamentablemente la tasa de trabajadores
afiliados a sindicatos es bastante bajo, lo que ha provocado la desprotección
de la clase trabajadora ante los desmanes del sistema[1].
Curiosamente los países nórdicos, donde los derechos de los trabajadores están
más protegidos es donde mayor porcentaje de sindicación hay.
Tenemos que
dejar de pensar como nos “han vendido” los sindicatos y empecemos a actuar, que
cuantos más fuerza tengan los sindicatos más fuerza tendrá la clase trabajadora
a la hora de defender sus intereses.
Podemos
encontrar un millón de argumentos para vilipendiar a los sindicatos, también
podemos encontrar un millón de argumentos para no afiliarnos a un sindicato,
pero si los sindicatos se nutren de trabajadores y trabajadoras y proponemos,
actuamos y nos movilizamos será más difícil que trepas y arribistas vean el
movimiento sindical como un sector donde medrar profesionalmente traicionando a
aquello que deben defender.
Quizás la
pregunta sea ¿dónde está la clase trabajadora? el sistema nos ha
individualizado tanto que hemos perdido la conciencia colectiva de clase. Pero
no os engañéis, el individuo es un ser frágil y vulnerable, la unión hace la
fuerza, no es casual que la traducción de “sindicato”
en inglés es “labor union”.
“El derecho a huelga se consiguió haciendo huelgas, el de reunión,
reuniéndose, el derecho de asociación, asociándose, y todos estos atributos de
la libertad, es únicamente la acción de las masas la que puede acabar imponiéndolos”
Marcelino Camacho.
No hay comentarios:
Publicar un comentario