Que estamos
viviendo un momento histórico parece cada día más evidente, es inevitable que
vengan a la cabeza pandemias vividas por la humanidad previamente, como la
peste negra que asoló Europa en el siglo XIV o la fiebre española que azotó
Europa en 1918.
La crisis del
coronavirus, parece demostrar que el ser humano es incapaz de aprender de los
errores ajenos. Cuando el Gobierno Chino recluyó a toda la población de Wohan
para contener la expansión del virus debería haber sido el “modus operandi” de
todos los países a los que había llegado el virus, sin embargo, cuando Italia
se vio afectada siguió el mismo procedimiento que había seguido China, tardando
en confinar a la población afectada, lo que provocó, al igual que había pasado en
China, que se multiplicaran los afectados.
Cuando el
virus saltó de Italia al resto de Europa, las medidas tomadas por el resto de
países siguieron la dinámica tomada por el gobierno italiano, multiplicando los
afectados y los muertos.
Pero ¿Cómo
tomar una medida tan radical sin una población concienciada del peligro que
supone este virus? A día de hoy, en España hay más de cien mil denuncias de la
policía a población que se está saltando el confinamiento sin justificación
poniendo en peligro al resto de los ciudadanos y a ellos mismos.
Ahora el virus
ha cruzado el Atlántico llegando al continente americano, y las noticias que
llegan desde allí son desesperantes, desde las declaraciones negacionistas del
presidente estadounidense Donald Trump o las del presidente mexicano Andrés
Manuel López Obrador, son además de bochornosas, extremadamente peligrosas.
En el momento
de escribir este artículo Italia ha superado en número de muertos totales a
China, y España parece que va en el mismo camino, lo que porcentualmente es una
barbaridad.
Esta crisis
debe servirnos para adquirir una serie de aprendizajes: en primer lugar, poner
en valor la solidaridad y la cooperación, dos valores que han sido puestos en
segundo plano por el sistema capitalista. Fue Adam Smith quien en “La Riqueza
de las Naciones” (obra de referencia del liberalismo económico) exponía que la
principal forma de generar riqueza era incentivar el egoísmo individual.
Las muestras
de solidaridad han sido evidentes en la actitud mostrada por la mayoría de la
población, que ha permanecido en casa con el único objetivo de no contagiarse y
no contagiar a los demás.
El papel de
esta crisis de los gobiernos Chino y Cubano, enviando médicos y material sanitario a los países con mayor
número de casos, son una evidencia de la solidaridad internacional.
Quizás, la
noticia más impactante de solidaridad entre pueblos históricamente enfrentados,
ha sido la colaboración entre los gobiernos de Israel y Palestina para aunar
fuerzas contra este virus.
En segundo
lugar, deberíamos aprender de esta situación el valor de los sistemas públicos.
Son los
sistemas públicos los que están soportando la carga que está provocando esta
crisis sanitaria.
El Sistema
Público de Educación, a pesar de todas las carencias que ha demostrado para
poder hacer su función de manera telemática, está demostrando una gran
coordinación y esfuerzo por seguir formando a nuestros niños y niñas, mientras
que algunos de los centros privados deciden acogerse a un ERTE.
Pero sobre
todo, esta crisis está poniendo en valor de manera incuestionable del Sistema
Público de Salud.
Durante años
las élites económicas y los partidos liberales, representados en España por el
Partido Popular y el sector más conservador del PSOE han llevado a cabo un
desmantelamiento del Sistema Público de Salud en nombre de la eficiencia
económica.
Pero cuando ha
sido necesario y los artífices de este desmantelamiento han enfermado han sido
ingresados en los mismos hospitales que previamente habían vaciado de recursos.
Aunque es
pronto para sacar conclusiones podemos decir que una crisis de estas
características ha puesto en jaque las medidas neoliberales implantadas durante
estos años. El recorte de medios públicos, especialmente en sanidad, ha
evidenciado la importancia de tener unos recursos públicos de calidad.
Una crisis
sanitaria de este calibre pone en evidencia que la salud está por encima del
dinero que se acumule en el banco.
Diversos
estudios indican que la forma más natural de relación humana está basada en la
solidaridad, la cooperación y la ayuda mutua.
Hoy la forma
más extendida de solidaridad es quedarse en casa para evitar contagiarnos y en
el caso de que seamos portadores del virus evitar contagiar a los demás.
Por lo que
podemos concluir que unos servicios públicos de calidad son “vitales” para la
sociedad, que de esta situación solo saldremos airosos si todos colaboramos con
las indicaciones que dan los expertos a través del Gobierno, que parafraseando
a Kropotkin la cooperación y la ayuda mutua son las bases del progreso y que de
esta situación saldremos juntos.
“No hay problemas que no podamos resolver
juntos y muy pocos que podamos resolver por nosotros mismos” Lyndon B. Johnson.