miércoles, 22 de julio de 2020

VIDAS INVISIBLES.

Esta semana, uno de los menores que vivía en el Centro donde trabajo, ha sido trasladado de Centro. Este menor, como tantos otros, con sólo quince años, ha tenido una vida difícil, una vida que él mismo relata con total normalidad, sin rencor e intentando aprender de toda la experiencia que la vida le ha ido poniendo por delante. Verlo “abrazar” una de las paredes del Centro a modo de despedida me ha hecho reflexionar sobre las difíciles circunstancias que muchos jóvenes deben de pasar y que van a marcar toda su vida.

Si para cualquiera de nosotros, la seguridad que nos da nuestra familia con sus consejos, riñas, abrazos, etc. o el calor de nuestra casa, son una pieza fundamental en la construcción de nuestra personalidad, imaginad por un momento como seríais sin haber disfrutado de nada de eso.

Imaginad que vuestra vida ha transcurrido entre diferentes Centros de Protección de Menores, y que vuestros “hermanos o hermanas” han sido otros menores con trayectorias vitales semejantes a las tuyas, menores que van y vienen, que en vez de ir a un colegio o instituto, transitas de uno a otro dependiendo de la localidad donde esté ubicado el Centro donde la administración te ha enviado, que en vez de educarte tus padres, ese papel se lo reparten los diferentes educadores/as en turnos de ocho horas y que cuando has conseguido la vinculación necesaria con uno de ellos/as, gracias a la “flexibilidad laboral” que disponemos en nuestro país, deja de trabajar.

Imaginad que tenéis que resignaros a tener ese amor de adolescente con fecha de caducidad, porque no sabéis dónde estaréis el próximo curso, o dentro de tres meses.

Imaginad que a pesar de vuestras circunstancias os adaptáis a esta forma de vida (no os queda otra) y que cuando os habéis acostumbrado a unas instalaciones, a la forma de ser de los otros menores, a las normas que rigen el Centro, a la dinámica de trabajo, a la personalidad de los educadores/as, a la comida del Centro, cuando por fin has conseguido conectar con el psicólogo/a que te trata y podéis abriros con facilidad para contarle vuestros problemas. Entonces tenéis que dejar todo atrás y empezar de cero. Si la mayor parte de las relaciones de amistad las construimos durante la infancia y la adolescencia, como de difícil sería para cada uno de nosotros construir esas relaciones partiendo de cero cada poco tiempo. Teniendo en cuenta que con muchos de esos menores no volverás a tener contacto durante toda tu vida.

No pretendo proponer una solución, ni tan siquiera es una queja al sistema, simplemente aprovecho la oportunidad para decir que en muchas ocasiones esta sociedad es una auténtica mierda.

A este menor, como a tantos otros en su misma situación, simplemente desearle suerte y que si la vida vuelve cruzar nuestros caminos, aquí tendrá un amigo.

“Por pocas oportunidades que te de la vida, si te lo propones puedes cambiar tu destino, porque tu destino lo escribes y lo proyectas tú” La Realidad Escondida.


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