Las noticias que nos llegan el primer fin de semana de la Semana Santa de este año 2021, hacen presagiar que las verdaderas “semanas de pasión” las viviremos una vez haya terminado estos días “festivos”. Se repiten localidad tras localidad la cantidad de actas de denuncias que están llevando a cabo tanto policía local como nacional y comienza a ser repetitivo las imágenes de personas en zonas de bares sin mascarillas y sin guardar las distancias mínimas de seguridad.
Las fiestas ilegales que se celebran tanto en locales como en apartamentos son ya un corte clásico de los telediarios en estas fechas cuyos días festivos aún no han comenzado, ¿si esto sucede en las vísperas del Domingo de Ramos que nos espera una vez que lleguen el Jueves y Viernes Santo? Llega a ser indignante ver como un famoso futbolista alardea de disfrutar de las playas valencianas a pesar de que su residencia esté en la capital de España, lamentablemente la multa económica que le impondrán (si es que llega a pagarla) no le supondrá el más mínimo desajuste en su holgada economía.
Aunque la
velocidad a la que se está vacunando a la población es del todo insuficiente,
sus efectos ya son palpables en los datos de contagios donde la incidencia ha
bajado casi en la totalidad de los centros de mayores en todo el país y a pesar
de eso estamos muy lejos de alcanzar el 70% de población vacunada que es el
porcentaje óptimo para llegar a la tan ansiada “inmunidad de rebaño”.
Lamentablemente
veremos un repunte en el contagio una vez termine la Semana Santa y volveremos
a lamentarnos de que se vuelva a adelantar el toque de queda o que la
hostelería tenga que volver a cerrar sus puertas.
A pesar de
todas las noticias de fiestas, viajes de borrachera, aglomeraciones en zonas de
ocio, existe una mayoría de la población que sí cumplimos las normas y que sí
miramos por el bien común, que nos sacrificamos porque esta pesadilla llegue
pronto a su fin y que sufriremos las consecuencias de los descerebrados que
solo piensan en su bienestar personal teniéndole sin cuidado extender un virus
que ya ha matado a demasiadas personas y otras tantas que quedaran con secuelas
mientras vivan, el individualismo como arma de destrucción masiva.
A los que
cumplimos las normas solo nos queda hacernos fuertes en nuestras convicciones con
la certeza de que hacemos lo correcto, sufrir a tanto imbécil egoísta y esperar
que las imprudencias de algunos no las terminemos pagando nosotros o nuestros
familiares.
“El
individualismo ambicioso provoca la destrucción de los demás” Ana Carolina.
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