Los punkis eran una de las tribus urbanas más vistosas de todas las que han existido, allá donde hubiera una fiesta popular, un festival, playas, en fin, allá donde hubiera una aglomeración significativa de personas, no faltaba un grupo de punkis dando color al paisaje. Eran fácilmente identificables, con sus pantalones de cuadros escoceses, cuero o vaqueros, bien ajustados, sus crestas de colores que ponían en tela de juicio la ley de la gravedad a base de una mezcla de cerveza, polvo y escasez de agua, sus camisetas agujereadas y sus chaquetas pintadas con tipex decoradas con la A de anarkía (así con k). No había grupo de punkis que no dispusiera de un fiel acompañante de cuatro patas, amenizaban las calles peatonales con melodías sacadas de su instrumento de viento favorito, la flauta, o haciendo “complicados” juegos malabares. A ellos tenemos que agradecer el término “perroflauta” tan arraigado en nuestra sociedad actual.
En el momento que un punky tomaba
contacto visual con un viandante, era común que se le acercara y te pidiera una
de estas dos opciones:
1) “¿Tienes un
cigarrito por ahí?” o
2) “¿Tienes un
durito o un eurito?” (dependiendo de la época en que nos situemos.
No vayan a pensar que los punkis no
tenían un firme compromiso político, se identificaban con el anarquismo, aunque
ninguno de ellos conociera las tesis de Proudhon o Bakunin, su principal
ideólogo era Sid Vicius de los Sex Pistols con su “Anarchy in the UK”.
La característica principal de los
punkis era su posición contra todo sistema establecido y quizás ese espíritu
rebelde es lo que más se echa de menos en estos tiempos, ese posicionamiento
contra lo establecido, escandalizar a la “masa” con sus ropas, sus peinados, su
actitud, etc.
Existieron punkis famosos que destacaron
por eso mismo, por escandalizar, como el nombrado anteriormente Sid Vicius, o
Joe Strummer. En España, también tenemos punkis famosos como, Manolo Kabezabolo
o Evaristo Páramo. Pero el punki más épico que ha existido en España fue el
conocido como “El cojo manteca”. Un punki que destacó allá por los años 80 en
una huelga de estudiantes y que fue grabado rompiendo farolas y cabinas de
teléfonos en Madrid. Cuando fue entrevistado años después por Jesús Quintero,
reconoció que él no tenía nada que ver con los manifestantes, sino que vio la
oportunidad de mostrar su descontento y eso fue lo que hizo, indirectamente las
reivindicaciones de los manifestantes fueron oídas en todo el mundo.
Quizás nadie eche de menos a los
punkis, lo que deberíamos añorar es la rebeldía que representaban.
“La moral prohíbe que nadie proteste, ellos dicen mierda, nosotros amén”
Evaristo Páramo.
Manuel Carmona Curtido.
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