miércoles, 29 de diciembre de 2021

CUESTIÓN DE ESTRUCTURA.

             Trabajar en Centros de Protección de Menores, me ha hecho analizar los mecanismos por los cuales un menor (cualquier menor, independientemente de su procedencia social o nacional) adquiere las competencias necesarias para poder desarrollarse activamente en la sociedad una vez cumplida su mayoría de edad. Y si lo piensan bien, es lo mismo que hacemos (o debemos hacer) con nuestros hijos.

Analizando las distintas herramientas que utilizamos para poder ofrecer a nuestros usuarios la ayuda que necesitan, llego a la conclusión que todo el mecanismo educativo está fundamentado en una sobria estructura.

Del mismo modo que una construcción no se derrumba porque está sujeto a las normas de la física, o podemos escribir un texto siguiendo unas normas gramaticales, debemos sostener nuestro trabajo con unos fuertes pilares estructurales apoyados en ciertas normas indispensables.

Al igual que cuando vemos un edificio no observamos los muros de carga y los pilares maestros que lo sustentan, o cuando escribimos o hablamos no nos paramos a pensar si el adjetivo va antes o después del nombre, la estructura en educación, una vez se ha interiorizado, pasa desapercibida y a partir de ahí puedes “construir” unos hábitos adecuados.

Las normas educativas, deben ir asociadas a la responsabilidad de los propios menores, que, dependiendo de su edad, deben asumir hasta interiorizarlas.  

Valga como ejemplo, el hecho de hacer la cama y recoger su habitación. Una habitación de un adolescente es el reflejo de su forma de ser, una habitación desordenada es imagen de una personalidad desordenada y viceversa.

Nosotros, como educadores debemos, en primer lugar, enseñarles a hacerlo, después comprobar que lo hacen por sí mismos y corregir los errores que puedan cometer, y por último, sancionar con alguna medida educativa al que no lo haga.

La estructura está inmersa en todos los ámbitos de la sociedad; guardamos nuestro turno en el supermercado, permanecemos en silencio en un cine, esperamos cuando el semáforo está en rojo y cruzamos cuando está en verde. Sin embargo ninguno nos preguntamos porque debemos de hacerlo, la respuesta es porque hemos interiorizado las estructuras sociales.

Trabajar con personalidades en construcción, donde, por distintos motivos, las estructuras con las que regimos nuestra convivencia en sociedad no han sido interiorizadas, es un enorme reto. Sin duda un reto que merece la pena afrontar.

“La educación no cambia el mundo, cambia a las personas que van a cambiar el mundo” Paulo Freire.

Manuel Carmona Curtido

jueves, 23 de diciembre de 2021

POR UN MUNDO MEJOR.

             Dice una de esas frases que circulan por internet que “somos el resultado de los libros que leemos, los cafés que disfrutamos, los viajes que hacemos y las personas que amamos” yo diría aún más, los libros que no leemos, los cafés que posponemos, los viajes que no realizamos y las personas que detestamos también inciden en la persona que realmente somos. De alguna u otra forma nuestra realidad se conforma por la influencia de lo que nos rodea, por lo que podríamos llegar a la conclusión de que si a nuestro alrededor existe la armonía, nosotros tendremos una existencia placentera.

Siempre he defendido que nuestra personalidad, nuestros intereses, nuestros gustos, en definitiva, nuestra realidad se construye en sociedad, por lo tanto, cuanto más justa, amable y equitativa sea ésta, mejores personas seremos.

En estas fechas, los deseos de hacer el bien se multiplican, se proponen nuevos y loables objetivos para el año que comienza, lamentablemente un sistema que se basa en la exaltación del egoísmo individual (no lo digo yo, lo dice Adam Smith en “La Riqueza de las Naciones”) en poco tiempo acabará aplastando todos esos buenos objetivos y el rodillo de la realidad del día a día nos aplastará nuevamente.

De todas formas, mientras el “espíritu navideño” aparezca, al menos, una vez al año, existe la esperanza de que el ser humano, vuelva a ser el que fue (parafraseando el himno de Andalucía), no en vano todos los historiadores coinciden en que el ser humano ha evolucionado socialmente con mayor velocidad cuando ha colaborado entre sí, lo que nos hace pensar que la feroz competencia a la que nos hemos acostumbrado es “antinatural”.

La pandemia que aun sufrimos, nos ha demostrado que trabajando juntos podemos superar cualquier eventualidad, sin embargo, parece que el Grinch del capitalismo vuelve a enfrentarnos unos a otros, solo hay que ver cualquier telediario.

Me gustaría concluir, deseando que el espíritu de la navidad dure todo el año, que los buenos deseos de estos días, se cumplan en su totalidad, que las injusticias que el propio sistema genera, con el único objetivo de enfrentarnos unos a otros, desaparezcan, y que haya paz en la tierra a los hombres (y las mujeres) de buena voluntad.

Y como voluntad no falta. Tengan ustedes una Feliz Navidad.

“Al final del día, no se trata de lo que tienes o incluso de lo que has logrado. Se trata de lo que has hecho con esos logros. Se trata de a quién has elevado, a quién has mejorado. Se trata de lo que has devuelto” Denzel Washington.

Manuel Carmona Curtido

miércoles, 15 de diciembre de 2021

FELIZ NAVIDAD.

 El capitalismo lo corrompe todo, desde su aparición se ha ido extendiendo por todas las estructuras sociales, como si se tratara de un moho, una especie invasora, o una plaga. Se incrusta en el núcleo del sistema y termina transformando todo lo que toca cambiando su significado original.

Quizás sean las fechas navideñas donde el capitalismo muestra sus características más evidentes. Estas fechas han sido celebradas por la humanidad desde tiempo inmemorial, independientemente del motivo místico que se le haya querido dar dependiendo de la  época y cultura en que se haya desarrollado. Indiscutiblemente, que la luz del día comience a ganarle tiempo a la oscuridad de la noche, es motivo de celebración.

En navidad, todos nos replanteamos nuestro futuro con buenos deseos para los demás, especialmente para nuestros seres queridos, propósitos de mejora personal, solemos pedir que no nos falte la salud y que nuestros proyectos personales se desarrollen con éxito. Sin embargo, esto se ha visto traducido en una época de consumo desmedido, compras irracionales, donde gastamos una cantidad ingente de dinero para “demostrar” a nuestros seres queridos cuanto nos importan.

Todos los miembros de nuestra sociedad actuamos de forma similar con el objetivo de cumplir con las expectativas que la sociedad tiene en nosotros, no regalar nada por estas fechas a nuestras personas queridas nos convertirían, a los ojos de los demás, en inadaptados, huraños, provocando el rechazo por parte de la “tribu” por no acatar las “convenciones sociales” propias de estas fechas. Y nadie quiere ser rechazado por las personas que quiere.

No cumplir con las expectativas provocaría el rechazo de la sociedad, apartándote de los eventos sociales donde se construye comunidad, condenando a esa persona al ostracismo, puesto que no hay alternativa a la existente.

Vivimos un tiempo donde el capitalismo triunfante se hace cada vez más fuerte, como ya preconizaría Francis Fukuyama en “El fin de la historia”.

Si pusiéramos más énfasis en nuestros deseos verdaderos de salud, solidaridad, ayuda mutua, etc., las navidades serían el principio de un mundo mejor, un mundo más justo, más solidario, más coherente con nuestras necesidades reales, donde realmente la luz vencería a la oscuridad.

Mientras tomamos conciencia, sigamos comprando para “demostrar” a nuestros seres queridos cuanto los queremos. Feliz Navidad.

“Es más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo” Fredric Jameson

Manuel Carmona Curtido

jueves, 9 de diciembre de 2021

EVITEMOS HABLAR POR HABLAR.

 La base de todo conocimiento está en conocer las limitaciones de nuestro propio conocimiento.

Existe una frase que se atribuye a Noam Chomsky, lingüista y filósofo crítico con el sistema capitalista, que dice “la población general no sabe lo que está ocurriendo, y ni siquiera sabe que no lo sabe”, al leerla me ha llevado a la siguiente pregunta sobre qué sería más conveniente ¿saber todo sobre algún tema concreto? O ¿saber algo de todos los temas? Parece que en los tiempos que vivimos la segunda opción sería la más acertada, viendo como los distintos medios de comunicación (principalmente televisión y radio) utilizan a los mismos “tertulianos” para debatir sobre cualquier tema (política, pandemias, desastres naturales, etc.) y una sociedad donde todo el mundo se ve capacitado para hablar sobre cualquier tema, parece que conocer un poco de todo te da pie a participar y opinar en cualquier tipo de conversación.

Sin embargo, “Todo” es un concepto demasiado amplio como para que pueda ser abarcado por una sola persona, invalidando (a mi modo de ver) las dos preguntas anteriormente planteadas; ni podemos saberlo “todo” de un tema concreto, ni, igualmente, podemos conocer algo de “todos” los ámbitos del conocimiento. “Todo” resulta un concepto inabarcable para una sola persona.

Ya René Descartes, padre del racionalismo moderno, llegaría a esa conclusión cuando dijo “daría todo lo que se, por la mitad de lo que ignoro”, por lo tanto, ¿dónde debemos basar la base del conocimiento, si incluso el más sabio de los sabios sobre un tema concreto, desconoce de su materia más de lo que conoce?

La respuesta deberíamos encontrarla en el siglo V a. C. ya que fue Sócrates el primero en señalar que la base del conocimiento está en conocer nuestras propias limitaciones con su célebre frase “Sólo sé que no sé nada”. Si aplicáramos este principio a la vida real, los principales tertulianos de todos los medios se verían en un serio problema laboral, ya que los medios de comunicación deberían buscar a personas que conocieran ampliamente el tema que van a tratar en sus programas, igualmente, las cenas navideñas, reuniones informales, e incluso las barras de los bares verían limitado el número de conversaciones con las que amenizar las conversaciones. Del mismo modo ganarían respeto aquellas personas que se dedican a estudiar sobre un tema concreto y sus opiniones no se verían sepultadas por simples comentarios extraídos de videos de youtube o del tertuliano de moda en ese momento. Al final para encontrar la respuesta a la mayoría de las preguntas de la actualidad debemos remitirnos a la filosofía clásica.

Quizás solo haya un tema en el que todos y todas podamos participar abiertamente, sin miedo a equivocarnos y exponer un punto de vista erróneo, y ese tema es el fútbol, para eso cada español llevamos un entrenador de fútbol dentro.

“Sin libertad de pensamiento, la libertad de expresión no sirve de nada” José Luis Sampedro.

Manuel Carmona Curtido

miércoles, 1 de diciembre de 2021

REFLEXIONES PRE-NAVIDEÑAS

             Llega el mes de diciembre, y a pesar de que el final de año no deja de ser una construcción cultural, este mes es propicio a profundizar en los aprendizajes que nos ha proporcionado el año que se extinguirá en pocos días y llevar a cabo reflexiones sobre nosotros mismos (al menos en mi caso) antes de que comencemos a proponernos nuevos (o viejos objetivo) para cumplir en el año que está por entrar.

Mis reflexiones me han llevado al hecho de escribir, con mayor o menor acierto, en distintos medios de comunicación, y me atrevo a compartirlas con todos los que quieran leerlas.

Escribir te hace vulnerable ante los demás, ya que expones tus ideas, pensamientos, reflexiones, con el único objetivo de compartir con los demás un poco de ti mismo. A veces me sorprendo de los comentarios que recibo, ya que, en algunos casos, las conclusiones a las que llegan los lectores están a años luz de lo que he querido expresar, pero claro, el lector puede, debe y tiene la libertad de sacar sus propias conclusiones, pudiendo “juzgar” mi manera de escribir, pero yo, como autor, soy incapaz de valorar su forma de leer y de comprender lo leído.

Es evidente que cualquier escrito (excepto los estrictamente científicos) incluye parte del autor, su forma de pensar, de ver el mundo, sueños, etc., lo que en educación se llama “el currículum oculto”, también es cierto que todos y cada uno de nosotros y nosotras somos más de lo que los demás pueden ver de nosotros en un texto, pero no solo el autor tiene su “currículum oculto” sino que también el lector tiene el suyo, y entiende lo que lee en función de su propia forma de entender el mundo, sus prejuicios y la idea preconcebida que tiene del autor del texto.

Cuando estudiaba literatura en el instituto y me veía obligado a realizar comentarios de texto de autores clásicos, siempre pensaba si estaría de acuerdo Juan Ramón Jiménez (por ejemplo) con todo lo que se supone que quiere decir este poema, o por el contrario pensaría – “¡no era consciente yo de todo lo que expresaba!”.

En definitiva, concluiría diciendo que escribir nos hace vulnerables, que una cosa es lo que el autor escribe y otra lo que el lector entiende, y que la imagen mental que nos hacemos de un autor puede distar mucho de su propia realidad. Asumo en este texto, las características de ambos roles, las de autor y las de lector, el año que viene procuraré marcarme como objetivo pulir estos prejuicios.

“¡Triste época la nuestra! Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio” Albert Einstein.

Manuel Carmona Curtido