jueves, 27 de enero de 2022

EL PROBLEMA DE LA VIVIENDA.

             El acceso a la vivienda se ha convertido en un verdadero problema  al que urge encontrar solución, con el objetivo de facilitar el cumplimiento de este derecho constitucional.

Y es que en el artículo 47 de la Constitución española de 1978 se expone que “Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias y establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho, regulando la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la especulación”. Con una primera lectura de este artículo se hacen evidentes varias cuestiones que no se cumplen en nuestra sociedad, por mucho que la Constitución así lo mande.

La vivienda, que es de facto es un bien de primera necesidad, en las zonas que se han denominado como “tensionadas” ha pasado a convertirse en un bien para su especulación y maximización de beneficios. Pero es que el derecho de la propiedad privada también queda recogido en la misma Constitución, prevaleciendo este derecho, según sentencia del Tribunal Constitucional, a de derecho a la vivienda.

El gobierno ha planteado limitar los precios del alquiler para evitar la especulación, una medida, que ya ha sido revocada por el Consejo General de Poder Judicial. Tampoco queda claro que esa medida sea la idónea para dar solución definitiva a este problema.

Pero veamos  los sectores implicados en este asunto, ya que si tenemos en cuenta a todos los afectados, todas y cada una de las partes tienen su parte de razón.

Las “zonas tensionadas” tal y como se han definido serían aquellas cuya demanda de vivienda supera la oferta, lo que da pie a una subida de precios a los que mucha parte de la población no puede acceder. Se centran en las grandes capitales y el litoral.

Como primeros afectados estarían las personas que se encuentran en búsqueda de vivienda para residir, bien por emanciparse o por traslado de localidad. La precariedad laboral, la inestabilidad en los empleos y los ajustados sueldos, limitan poder acceder a una vivienda.

Los propietarios de vivienda, ejerciendo la libertad de poner el precio que consideren oportuno a su propiedad, se esfuerzan, legítimamente, en sacar el máximo rendimiento al inmueble y corriendo con los mínimos riesgos posibles. Se alude en este sector, al miedo que genera alquilar una vivienda a largo plazo, por el riesgo de impago, destrozos en la vivienda, etc., sumado que en las zonas turísticas, se puede sacar un beneficio similar al que se obtendría por alquilar anualmente que por alquilar los dos meses de verano. Este sector se siente desprotegido por la legislación que, según ellos, protege al inquilino en caso de impago.

Los inquilinos en viviendas de alquiler, ven como los precios son demasiado altos, por lo que no les queda más remedio que dedicar un porcentaje elevado de sus ingresos al pago de la renta. Estos se sienten desprotegidos porque la ley no haga cumplir el artículo 47 de la constitución que he citado anteriormente.

Otros de los afectados y parte del problema son las personas que al no poder acceder a una vivienda “okupan” una que se encuentra vacía, provocando miedo e inseguridad en el entorno donde llevan a cabo su acción.

La limitación de precios de una propiedad privada confronta con los principios ideológicos del capitalismo en los que se fundamenta nuestro sistema, sin embargo, durante la pandemia, se han limitado el precio de mascarillas y test de antígenos sin que haya supuesto un mayor problema, además ha sido una medida aplaudida por una amplísima mayoría de la población (supongo que los fabricantes de mascarillas y test no habrán quedado muy contentos).

Sin embargo, la limitación de precios, en mi opinión, no pondría solución al problema, sino que por el contrario abriría otro frente de “batalla” para la oposición y gobierno, además de que no equilibraría la oferta y la demanda. Del mismo modo la ayuda económica a jóvenes para el pago del alquiler, es aún más ineficaz.

El problema no es nuevo, y ya se han puesto en marcha estrategias para darle solución en otros tiempos. Ya en 1887, Friedrich Engels, publicó un pequeño libro titulado “Contribución al problema de la vivienda” donde, tras analizar el problema de una forma más profunda de la que yo acabo de hacer, propone varias alternativas:

La primera es la expropiación de las vivienda de los acaparadores y su reparto a las personas que necesitan una vivienda. Evidentemente en los tiempos que corren, esa solución, aunque estaría protegida por la constitución en su artículo 128, no dispone de los mecanismos para poder llevarse a cabo.

La segunda es que sea el Estado el que construya un parque de viviendas suficiente para poder alojar a su población, por un precio justo. Esta segunda medida, fue puesta en práctica en Gran Bretaña tras la segunda guerra mundial, y desmantelada por el Gobierno de Margaret Thatcher hasta hoy. Esta propuesta también es el germen de las viviendas de protección oficial, o las viviendas públicas en régimen de alquiler.

Las ayudas del plan de reconstrucción que provienen de Europa tras la pandemia, son la inyección económica necesaria para llevarla a cabo. Solo hay que tener el valor de hacerlo.

“El Estado se preocupará todo lo más de conseguir que las medidas de uso corriente, con las que se obtiene un paliativo superficial, sean aplicadas en todas partes de manera uniforme” F. Engels.

jueves, 20 de enero de 2022

CENTROS DE INSERCIÓN SOCIOLABORAL.

             Andalucía, como es bien sabido por todos, es la puerta Sur a Europa, y como tal es paso “obligatorio” para la mayoría de las personas que intentan alcanzar el engañoso “sueño europeo”. Muchas de estas personas, son niños, principalmente marroquíes, que huyendo de la miseria y con el sueño de un futuro digno se juegan la vida para llegar aquí.

Con fecha del 2020 eran 2507 menores los que se encontraban tutelados en Centros de protección andaluces[1].

El derecho internacional, así como la legislación nacional obliga al Estado español dar cobijo y protección a estos menores hasta su mayoría de edad y para ello cuenta con una serie de recursos que facilitan la integración en nuestra sociedad y que dependen directamente de la Administración autonómica, en nuestro caso, la Junta de Andalucía. Entre estos recursos se encuentran los Centros de Atención Inmediata, Residenciales Básicos o los Centros de Inserción Sociolaboral, entre otros.

Cada uno de estos recursos tiene una finalidad específica a trabajar con estos jóvenes y es responsabilidad de la propia Junta de Andalucía asignar a cada menor al Centro que mejor pueda cubrir sus necesidades. Y es en este punto donde se deja en evidencia la importancia que se da por parte de la administración al bienestar integral de los menores que deben ser protegidos por ley.

Los Centros de Inserción Sociolaboral, que son el tipo de recurso donde voy a centrar el artículo, tienen como objetivo facilitar a los menores la formación profesional así como una serie de prácticas pre-laborales y si es posible ayudarle a encontrar un empleo. Para poder cumplir con estos objetivos los menores asignados a estos recursos deben cumplir unos requisitos mínimos, como son: permiso de residencia y trabajo, dominio, aceptable, del idioma y tener cumplidos los 16 años. Para el cumplimiento de todos estos requisitos existen recursos como los Residenciales Básicos, sin embargo, la administración hace caso omiso a estos apartados y adjudica las plazas de los Centros obviando las características propias de cada menor, haciendo que la labor llevada a cabo en los recursos específicos como el que hablamos una labor titánica para poder cumplir los objetivos propuestos, y que por otro lado la propia administración les exige.

La llegada de menores que no poseen aun el permiso de residencia y trabajo o un conocimiento insuficiente del idioma imposibilitan que puedan integrarse en el mundo laboral con garantías de éxito, sumado a la lentitud del sistema para regularizar su situación, generan en estos menores situaciones de impotencia y frustración que se suman al enorme estrés que soportan por una historia de vida traumática y responsabilidades más propias de un adulto que de un adolescente. Como me dijo un menor hace unos días “todos tenemos historias diferentes, pero todas son la misma historia”.

Por supuesto, cuando los objetivos no se cumplen es la propia administración la que “culpa” a los recursos específicos o a los propios menores, obviando su propia responsabilidad, por otro lado la prensa hace flaco favor cuando únicamente visibiliza a este colectivo cuando se producen acciones violentas[2].

Para poder actuar con un colectivo, a mí entender, lo primero que hay que hacer es conocer a ese mismo colectivo, visitar los distintos recursos, conocer a sus usuarios, pedirles opinión a los profesionales, sería un buen primer paso para comenzar a caminar en la dirección correcta.

A fin de cuentas, España necesita su mano de obra para poder mantener el sistema tal y como lo conocemos[3]. En manos de la Junta de Andalucía está usar las herramientas de las que dispone de manera adecuada.

“Todas las luchas políticas son luchas de clase (…) y todas giran en torno a la emancipación económica”. Friedrich Engels.

 

jueves, 13 de enero de 2022

DJOKOVIC, NEGACIONISMO Y LIBERTAD

             El caso que está protagonizando el tenista serbio, Novak Djokovic, para participar en el Open de Australia, es un episodio más de los esperpentos que estamos viviendo como consecuencia de la pandemia. El tenista, declarado negacionista, es un símbolo para el resto de “antivacunas” y negadores del virus, y su negativa a presentar el certificado de pauta completa de la vacuna para entrar en Australia, un acto de rebeldía ante la imposición de unas pautas de salud generalizadas.

Por supuesto que Djokovic, es libre de no vacunarse, pero su libertad coarta la libertad de los demás y tal como mi madre me decía cuando era pequeño, desconociendo que citaba a Sartre; “Mi libertad acaba donde empieza la de los demás”.

La legislación de cualquier país tiene como norma fundamental, limitar las libertades individuales, para que todos podamos ejercer nuestra propia libertad. Las leyes son la parte fundamental del “Contrato Social” que aceptamos al vivir en sociedad.

Soy tan libre de no vacunarme o de no usar mascarilla como de ir en sentido contrario por una autopista, en ambos casos me pongo en peligro a mí mismo y a los demás, y por lo tanto debe haber unas consecuencias a pagar.

Esta nueva tendencia a eliminar todo tipo de límites al derecho individual, es la nueva bandera del liberalismo, que pretende eliminar lo que queda de “comunidad”. Esta ausencia de límites a la libertad, es conocida como “libertad negativa” cuyo único fin es la autodestrucción, puesto que como ser social debemos vivir en una comunidad, con unos límites que nos permitan poder ejercer nuestra libertad sin coartar la de los demás.

Ser libre para tomar una cerveza en un bar en plena pandemia, de no ponerte mascarilla, de elegir no vacunarte, de no guardar cuarentena en caso de contagio, etc., es igual que conducir en sentido contrario en una autopista, tarde o temprano pagaran las consecuencias el que lo hace como los que se crucen por su camino.

La “Libertad” es un concepto que se está usando con excesiva facilidad, con el objetivo de vaciarla de contenido, recordando la máxima orwelliana de 1984 “libertad=esclavitud”.

La “Libertad” como principio fundamental de los derechos del ser humano, está asociada a una gran responsabilidad, donde los intereses colectivos estén por encima de los intereses individuales.

El “ser humano” es un “ser social”, comportémonos como tal.

“La libertad negativa consiste en liberarse del control, consiste en una libertad que dice: “¡No me limites!” Pero Platón enseña que una persona sabia no debería nunca tomar ese camino, puesto que, al final, es un camino autodestructivo”

Manuel Carmona Curtido

 

martes, 4 de enero de 2022

LAWFARE.

 Los mismos objetivos, a través de distintos medios.

En la actualidad, se acuñan términos, generalmente provenientes del idioma de Shakespeare, para determinar situaciones que, en muchos casos, se vienen dando de hace siglos.

Este es el caso del anglicismo “Lawfare” que viene a determinar la utilización de la Justicia para desacreditar o eliminar a oponentes políticos. El término fue acuñado por primera vez por los humanitaristas australianos John Carlson y Neville Thomas Yeomans en un artículo de 1975, y se ha extendido en la actualidad para denominar este tipo de situaciones.

A pesar de la novedad del término su práctica ha sido utilizada inmemorialmente, y es con la llegada de los movimientos obreros cuando su objetivo se vuelve hacia los líderes de dichas organizaciones.

El caso de la Mano Negra, a finales del siglo XIX, es representativo de esta forma de actuar. El estudio llevado a cabo por José Luis Pantoja Antúnez y Manuel Ramírez López, titulado “La Mano Negra. Memoria de una represión” desvela como la maquinaria estatal se puso en marcha para eliminar físicamente, mediante un invento tan español como el Garrote Vil, a los principales miembros de la Federación de Trabajadores de la Región Española (FTRE) de orientación anarquista y donde también se incluían algunos miembros con orientación socialista. Fueron siete los ajusticiados, y decenas los que estuvieron más de veinte años en prisión, por delitos, que el tiempo y la investigación histórica demostraron que no habían cometido. Su verdadero delito fue organizar y concienciar a los trabajadores (principalmente jornaleros de la campiña de Jerez) a favor de una mejora de las condiciones salariales y laborales, usando como “arma” la huelga general, una situación que ponía en peligro los intereses de los acaudalados terratenientes jerezanos.

Hoy esta práctica se sigue utilizando, pero, como bien apunta el Coronel Pedro Baños, ya no es necesaria la desaparición física del adversario, con su “muerte” social, es suficiente.

El uso de los medios de comunicación, para desacreditar, vilipendiar, difamar a cualquiera que ponga en peligro el status quo establecido, es el comienzo de la operación, seguido de una denuncia en los juzgados, que al mismo tiempo será aireada por los medios afines. Si finalmente la denuncia no prospera, la duda habrá sido generada en la mayoría social, que se contentará con leer o ver los titulares del caso, acabando con la credibilidad de la persona o personas que intenten un cambio social.

Los objetivos siempre han sido los mismos, que sigan mandando los que han mandado siempre y que los cambios no les afecten ni a sus bolsillos ni a su influencia. Por eso es importante conocer la historia, para intentar aprender de ella.

“La historia no se repite, pero a veces rima” Mark Twain.

Manuel Carmona Curtido.