jueves, 28 de julio de 2022

FUEGO

 

Todos los veranos vemos como los incendios arrasan grandes espacios en distintas zonas de España. Verano tras verano, oímos como la falta de limpieza de los montes hacen de perfecto combustible para arrasar zonas que fueron verdes en otro momento del año.

Los noticiarios dan parte de muertes de bomberos que se producen cada verano intentando sofocar dichos incendios, se emiten programas donde se visibiliza el dolor de las personas que han perdido sus casas o su ganado, no falta el programa de radio que entrevista a algún pastor que explica con sabiduría centenaria como al no poder sacar a su rebaño por el monte éste acumula una gran cantidad de hierba seca que no existiría si hubiera sido alimento para cabras u ovejas y cada verano vemos a los políticos de turno “prometer” llevar a cabo un plan de contingencia para evitar que esto vuelva a suceder en futuras ocasiones.


Pero llega el otoño y las temperaturas bajan, aparecen las primeras lluvias y a todos se nos olvidan las promesas de los políticos, las muertes, las hectáreas calcinadas, el pastor sigue sin poder sacar sus rebaños a pastar por el monte haciendo que la rueda siga girando hasta el próximo verano donde el ciclo comienza de nuevo.

En el mundo de la imagen solo existe lo que vemos, y lo que vemos pasa fugazmente ante nuestros ojos, con el único objetivo de “golpear” emocionalmente al espectador, las imágenes de los incendios serán sustituidas por otras igualmente impactantes que sustituirán a las anteriores haciéndonos olvidar  las promesas, las muertes y las llamas hasta que al verano siguiente volvamos a vivirlo como si fuera la primera vez.

La masa (en su acepción orteguiana) queda preocupada por un tema mientras este sea noticia, y las noticias en la actualidad tienen poca fecha de caducidad (excepto para los afectados). Antes de que el público se acostumbre a la brutalidad de una imagen, ésta debe ser sustituida por otra de igual o de mayor brutalidad con el objetivo de captar toda la atención.

Quizás, parafraseando al genial Quino, deberíamos de bajar del mundo, centrarnos en lo realmente importante y exigir que los hechos sustituyan a las promesas, que las noticias no se queden en la superficie de una imagen y profundicen en verdadera información, que se realice un seguimiento de lo prometido para que la rueda deje de girar. Aunque me temo que estas letras podrán leerse cada verano con la misma vigencia que tienen hoy.

“La razón y el razonamiento son los que me hacen comprender, y no los ojos. Cuando la información moderna se funda en la idea de que ver es comprender, contribuye a una formidable regresión intelectual que nos hace volver varios siglos atrás, a la era prerracional” Ignacio Ramonet.

miércoles, 20 de julio de 2022

MIENTRAS ESTEMOS EN LA CAVERNA

 

En la obra de Platón, La República o el Estado (Libro 7), es donde el filósofo griego desarrolla el mito de la caverna. En dicha alegoría Platón explica que había una serie de hombres y mujeres dentro de una caverna atados por la cabeza, pies y manos por lo que únicamente podían mirar al frente, tras ellos había una hoguera que iluminaba la caverna y entre ambos una serie de personas hacían pasar una serie de objetos proyectando su sombra a la vista de los que estaban atados. Al encontrarse éstos de ese modo desde su nacimiento, para ellos la realidad eran aquellas sombras. Cuando alguna de estas personas conseguía escapar de su cautiverio y veía el fuego, los objetos proyectados, salía de la caverna, descubriendo el mundo de verdad, entonces volvía a la caverna a explicar a sus antiguos compañeros que lo que veían eran sombras proyectadas y que la realidad era bien distinta. Los que se encontraban atados tomaban por loco al que intentaba convencerlos de la realidad y se negaban a abandonar su sitio en la caverna, cómodos con lo que tomaban por la realidad.

El mito de la caverna es hoy día menos mito y más cierto, pero hoy no nos encontramos atados de pies, manos y cabeza viendo sombras proyectadas por otras personas, hoy la caverna tiene forma de pantalla, bien sea de televisión, de ordenador, tablet o móvil, donde voluntariamente nos sentamos durante horas a ver cómo nos “proyectan sombras” que tomamos como verdades.

Hoy los medios de comunicación (prensa, televisión y redes sociales) han hecho suyos el dicho de “una imagen vale más que mil palabras” y es a través de las imágenes donde se fundamenta la información que se transmite a la población, evitando la reflexión sobre lo que acontece. Los memes se han convertido en un arma informativa que va directo a crear una reacción espontánea, esta reacción genera una actitud sobre cualquier cuestión que se quiera tratar, evitando la reflexión y la racionalización del tema.

Informarse, requiere tiempo, reposo y reflexión, hoy, con el vertiginoso ritmo de vida que llevamos se hace cada vez más difícil dedicar tiempo a cualquier tema que sea noticia, entre otros motivos, porque los temas de actualidad, son tan efímeros que desaparecen en pocos días, habiendo dejado una semilla en las mentes de la ciudadanía.

Y, como las personas atrapadas en la caverna de Platón, nos sentimos libres tomando por cierta la “información” que nos llega a través de las pantallas, porque ¿para qué pensar por nosotros mismos si ya nos dicen cuál es la verdad?

“Un solo tuit con una noticia falsa o un fragmento de información descontextualizado puede ser más efectivo que un argumento bien fundado” Byung-Chul Han

viernes, 15 de julio de 2022

SE TENÍA QUE DECIR...

 

El siglo XXI se caracterizará en un futuro por ser una época donde conceptos, ideas y derechos que se creían superados vuelven a ponerse en tela de juicio, generando un debate en el que difícilmente se puede argumentar con quien no quiere oír argumentos y que basa su creencia en un vídeo de youtube o en cualquier noticia de las que se han demostrado falsas.

¿Qué se le puede contestar a una persona que te dice que la Tierra es plana evitando decirle que es un imbécil?


El verdadero problema no es que una persona esté convencida de que la Tierra es plana sino que son tantas las personas, que ya tienen denominación propia como colectivo, los terraplanistas, en fin…, imposible debatir con este tipo de gente que ha resucitado creencias de la edad media.

Otro grupo serían los “antivacunas”, personas que no solo niegan el beneficio que supone ampliar nuestro sistema inmunitario con algo que está sobradamente demostrado, sino que también se atreven a negar la existencia de una pandemia que ha matado a millones de personas en todo el mundo, donde uno de sus máximos exponentes es un cantante venido a menos, que con los ojos fuera de las órbitas tiene la poca vergüenza de decirnos que el Covid no existe. ¿Cómo podríamos denominar a este grupo si no es con el mismo calificativo que al anterior? Pues eso.


Podríamos añadir al grupo de los anteriores a los “negadores del cambio climático”, puedo entender que personas que tienen intereses económicos enfrentados con la contaminación quieran negar los efectos contaminantes que tantos beneficios les generan, pero que lo hagan las mismas personas que sufren los efectos del cambio climático, no tiene ningún sentido, cuando no solo ha sido demostrado hasta la saciedad por científicos sino que ya lo estamos sintiendo en nuestras propias carnes. Dentro de este grupo podríamos incluir a aquellos que dicen que hay una conspiración mundial para evitar que llueva a través de los “chemtrails” donde las estelas que dejan los aviones disipan las nubes para que no llueva, o con otros fines aún más oscuros.


Otros grupos que podríamos añadir son los creacionistas, que niegan la evolución.

En la actualidad, se tolera todo este tipo de pensamientos, porque está mal visto ridiculizar a persona que tienen ideas ridículas, el problemas es que cada vez hay más personas con ideas ridículas que se niegan a informarse y formarse, por lo que son presas fáciles de este tipo de “teorías”.

Soy consciente que este es un artículo es “políticamente incorrecto” y que muchos de los que lo lean se sentirán insultados, pero vivimos en una sociedad donde está peor visto llamar “imbécil” a un imbécil que ser un “imbécil”. No todas las opiniones son respetables.

“Un imbécil que no tiene más que una idea en la cabeza es más fuerte que un hombre de talento que tiene millares” Honoré de Balzac

jueves, 7 de julio de 2022

DESDE LA ANTIGUA ATENAS

 

Si nos encontráramos en la situación de tener que someternos a una operación a vida o muerte ¿quién preferiríamos que nos operara? ¿el mejor médico especialista en operaciones como a la que nos tenemos que someter o lo someteríamos a votación para que eligiera la mayoría?

Sin lugar a duda, la mayoría, si no la totalidad de nosotros, elegiríamos a la persona más cualificada para tener mayores garantías de salvar la vida, entonces ¿por qué someter a votación la elección de quién nos gobernará corriendo el riesgo de que no salga el más preparado sino el más popular?


Platón y Aristóteles abogaban por el “gobierno de los más preparados” la aristocracia, un gobierno formado por las personas que sobresalen por su sabiduría intelectual, su elevada virtud y su experiencia en el mundo. Siguiendo con la enseñanzas de los filósofos clásicos, Aristóteles decía que en democracia “basta saber hablar bien para llegar a ser el jefe del pueblo”. Era también Aristóteles quien decía que la democracia tendía a convertirse en “demagogia” donde las personas que aspiran a gobernar “halagan a los ciudadanos, dan máxima importancia a sus sentimientos y orientan la acción política en función de los mismos”.

A pesar de todos estos argumentos la “Democracia” como forma de gobierno ha demostrado ser la mejor forma de gobernarnos, aunque siempre existan aspectos de mejora y haya que estar vigilantes para que los demagogos queden fuera de la toma de decisiones políticas que influyan en las decisiones que afectarán a toda la población. Del mismo modo deberíamos preguntarnos si las reglas que nos hemos dotado facilitan a los más preparados acceder a puestos de gobierno o si por el contrario a estos puestos acceden quienes tienen más contactos dentro del propio sistema político, la respuesta a esta situación la dio José Bono en una entrevista “para ser diputado hay que ser amigo del que confecciona las listas electorales”, no suelo estar de acuerdo con Bono, pero en esta ocasión sí lo estoy.

El propio concepto de “Democracia” (Demos/Pueblo, Kratos/Gobierno) da un total protagonismo al Pueblo y, como tal, el pueblo debe ejercer su derecho con responsabilidad. La “política” es la gestión de lo que tenemos en común, por lo tanto a la hora de elegir a las personas que gestionaran todo lo que tenemos en común deberíamos alejarnos del individualismo imperante y ver más allá. Del mismo modo los gobernantes electos deberían mirar más allá de sus propios intereses y velar por el bien común.

Ser demócrata nos exige cuestionar las herramientas que nos hemos dotado para articular nuestra “democracia”, buscar las grietas que debilitan la estructura del sistema y sellarlas, ser demócrata es mucho más que ir a votar cada cuatro años, ser demócrata implica responsabilidad del propio funcionamiento del sistema democrático y así evitar que la democracia se vuelva “Demagogía”, como ya avisaba Aristóteles.

 “Existen tres tipos de gobierno que son desviaciones: la tiranía (desviación del reinado), la oligarquía (desviación de la aristocracia) y la demagogia (desviación de la democracia)” Aristóteles.