La actualidad está copada por las noticias provocadas por las inundaciones de la DANA, los bombardeos de Israel sobre la población civil palestina o el triunfo de Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos, sin embargo otro suceso acaecido en nuestro país, si bien no ha pasado desapercibido si ha ocupado un segundo plano en los titulares de los principales medios de comunicación. El pasado 8 de noviembre saltaba a la luz que el jefe de Delitos Económicos de la Policía en Madrid era detenido con más de 20 millones de euros emparedados en su casa, más otro millón de euros encontrados en su despacho, esta cuantía de dinero provenía directamente del narcotráfico en España.
Esta
situación requiere una reflexión sosegada sobre como una persona encargada de
luchar contra el narcotráfico termina formando parte de él. Es indignante, o al
menos a mí me indigna, que una persona que ha prometido luchar contra aquellas
personas que incumplen la ley, se vende a los que ha prometido combatir,
este no es el único caso con similares características, muchos son los casos
donde distintas fuerzas de seguridad del Estado se ven manchadas por este tipo
de corruptelas. Esto nos lleva al dilema clásico de si el ser humano es bueno
por naturaleza y es la sociedad quien lo pervierte, o si el ser humano es malo
por naturaleza y es la sociedad quien lo mantiene bajo control, como exponían
Rousseau y Hobbes respectivamente.
Si es la sociedad la que corrompe o la que mantiene al ser humano bajo control, debemos analizar en qué tipo de sociedad se dan estas circunstancias, que valores morales predominan en ella y cuáles son los paradigmas de éxito que predominan.
Los
paradigmas de éxito que predominan en nuestra sociedad capitalista están
directamente relacionados con la riqueza, a mayor riqueza mayor poder, los valores
están representados en ganar dinero fácil, especialmente en España este ha sido
un hándicap en nuestra historia reciente, con la llamada “cultura del pelotazo”.
Un refrán nos recuerda que “quien trata con miel, se chupa los dedos”,
justificando las corruptelas como las del jefe de policía que inspira este
artículo.
Por lo
tanto, debemos comenzar a cuestionar un sistema que incita a la corrupción, al
latrocinio y cuyo mayor valor se encuentra en el dinero, independientemente de
la forma en que se consiga. El ser humano no es ni bueno ni malo por
naturaleza, son sus los valores morales los que lo definen.
“La honradez es siempre digna de elogio, aun cuando no
reporte utilidad, ni recompensa, ni provecho” Cicerón
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