Hace poco leí;
“El Gobierno, vive al día; no se presenta
como un porvenir franco, no significa un anuncio claro de futuro, no aparece
como comienzo de algo cuyo desarrollo o evolución resulte imaginable. En suma,
vive sin programa de vida, sin proyecto. No sabe dónde va porque en rigor, no
va, no tiene camino prefijado, trayectoria anticipada”.
Este texto podía
haber sido sacado de cualquier artículo de opinión de un periódico “serio” actual, o la reflexión de
cualquier analista político que circunda las pasarelas televisivas de un
espacio de debate a otro, pero está sacado de la obra de José Ortega y Gasset
“La Rebelión de las Masas” publicada en 1930 y que mantiene, en los días que
corren, total actualidad.
La “Rebelión
de las masas” es el libro más difundido y polémico de Ortega y Gasset, aborda
el fenómeno del hombre-masa, una de
las grandes amenazas de nuestro tiempo y que recomiendo a todo aquel que quiera
profundizar en la filosofía Orteguiana.
En el texto
que destaco, Ortega y Gasset hace un claro guiño a la falta de programa de los
gobiernos de su época, incapaces de tener un proyecto de futuro hacia el que
dirigir a la humanidad, el fin de las utopías.
El texto, como
decía al principio, puede trasladarse a la actualidad. Nos encontramos con un
gobierno que no plantea un futuro esperanzador, es más, no plantea ningún
futuro, simplemente gestiona la realidad del día a día, envuelto en casos de
corrupción, prebendas a la banca y a las multinacionales, con múltiples
cortinas de humo para tapar sus vergüenzas, pero en definitiva, sin proyecto de
futuro.
El discurso de
la oposición se ha anclado en la anticorrupción, a sabiendas que los españoles
y las españolas no castigan electoralmente la corrupción, a las últimas
elecciones me remito, no plantean tampoco una alternativa esperanzadora donde
se superen las contradicciones provocadas por el capitalismo, mientras tanto
las desigualdades siguen en aumento, como demuestra la quinta edición de la
encuesta financiera de las familias del Banco de España donde se confirma un
reforzamiento de la desigualdad en el reparto de la riqueza.
Hoy en España
tenemos un gobierno que incumple sistemáticamente su programa electoral con el
que se presentó a las elecciones y por lo tanto ha roto el “contrato” con los
españoles, con los que le votaron y con los que no lo votaron. Al no tener
programa, ni soberanía económica ni política, vaga como barco sin rumbo, a
expensas de las olas en el océano de la geopolítica internacional.
La
Constitución de 1978, ha sido pisoteada sistemáticamente desde su aprobación,
donde los artículos que hacen referencia, por ejemplo, al derecho a una
vivienda digna, un trabajo remunerado que te permita mantenerte a ti y a tu
familia, etc. son papel mojado, y aun así los dos partidos que han gobernado
España, PP y PSOE, tienen la poca vergüenza de llamarse constitucionalistas.
Mientras tanto
el hombre-masa vaticinado por Ortega
y Gasset sigue dejándose guiar por los medios de comunicación, generando una
opinión interesada para que nada cambie, construyendo miedo a cualquier cambio
en la población que sólo espera que pase la “tormenta económica” y soñando que
su situación cambie como por arte de magia.
Podríamos
profundizar en el texto, y comprobar cómo la reforma educativa del Partido
Popular ha borrado la Filosofía de los temarios de bachiller, no interesa una
población crítica, de cómo la enseñanza se va especializando hacia la profesión
como generadora de mano de obra, obviando la cultura general que toda persona
necesita para poder analizar la realidad que le rodea. En definitiva creando y
fomentando el hombre-masa que Ortega
y Gasset describe en su obra, sin otro objetivo que trabajar en lo que pueda y
sin hacer mucho ruido.
Eduardo
Galeano escribió una de las mejores explicaciones sobre para qué sirve la
utopía: “la utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos
pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para qué sirve la
utopía? Para eso, sirve para caminar”. Sin utopía el ser humano vaga por su
existencia sin rumbo fijo, un gobierno que no trabaja por la creación de un
mundo mejor, es un gobierno que no merece gobernar, un ser humano que no
trabaja día a día por dejar un mundo mejor a los que les sobrevivirán no merece
los avances que consiguieron los que le precedieron.
Salud.
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