jueves, 9 de agosto de 2018

MENORES: VÍCTIMAS Y VERDUGOS.


El pasado día 3 de julio, Javier Urra ofreció una conferencia en el Centro Asociado de la UNED  en Motril, a la  que he tenido la suerte de acceder.
Javier Urra es psicólogo forense y ex Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid, autor de libros como: El Pequeño Dictador, Educar con Sentido Común o Primeros Auxilios Emocionales para Niños y Adolescentes, entre otros.
En mi opinión es una de las autoridades con las que contamos en este país para hablar de menores.
En este caso voy a compartir los apuntes y conclusiones que saqué después de escuchar la intervención del Sr. Urra.

MENORES: VÍCTIMAS Y VERDUGOS.
                Nacer no es un hecho solicitado, es una situación completamente azarosa, nacer en un país, en una familia determinada, nuestro color de piel… es una circunstancia completamente casual.
                Si bien, los padres y madres tenemos responsabilidad sobre nuestros hijos, esa responsabilidad es limitada, ya que el niño o niña tiene su propia responsabilidad con respecto a sus acciones. Existe un alto índice de suicidio juvenil, estamos creando jóvenes duros pero frágiles.
                Desear la felicidad, es una utopía, ya que no existe la felicidad plena, lo que provoca la continua frustración de aquellos que se marcan la felicidad como objetivo. Uno de los problemas de esta sociedad es que aspira a la perfección, pero esta es inalcanzable. Una de las características del ser humano es el “sufrimiento”, que nos distingue de los animales que únicamente pueden sentir “dolor”.
                Uno de los problemas que se plantea es que tipo de educación debemos dar a los menores, pero realmente a los que hay que educar es a los adultos. Para educar hay que tener “autoritas”, y en muchos casos sucede que se dice una cosa y se actúa de manera contraria, eso los menores lo captan y nos resta credibilidad como educadores.
MENORES COMO VÍCTIMAS.
       
         Los menores son, principalmente, víctimas. Víctimas de su entorno, de su familia, de sus propias decisiones. Uno de los principales problemas es que el maltrato al menor se encuentra invisibilizado, no se denuncian todos los casos de maltrato que se conocen, por miedo, miedo a que le quiten a la familia la tutela del menor, y a las represalias que ésta pueda tomar, etc.
                Los adultos han tomado el espacio de la juventud. Hoy nadie quiere envejecer, y no se trata únicamente del número de operaciones estéticas que se llevan a cabo con la intención de disimular la edad que realmente se tiene, sino que también se ocupan sus espacios y comportamientos, lo que genera un vacío generacional que los desestructura.
                Una frase muy recurrente, en la actualidad, es “los niños son el futuro”, esta frase es un sinsentido, ya que los niños son el presente y los adultos somos los restos del niño que fuimos. Los niños tienen entidad propia y por lo tanto tienen sus propias necesidades.
                Comunidades Autónomas como Madrid o Andalucía, se encuentran saturados con respecto a la tutela de menores. A ninguna  Comunidad Autónoma le conviene retirar la tutela de los menores de la familia, ya que se crea un problema: político, económico y social, pero realmente es que hay padres que no saben o no quieren asumir su responsabilidad.
                Debido a la falta de responsabilidad de esos padres, la sociedad debe cubrir esta carencia, ya que esa es una de las características que nos hace humanos.
                La Ley Orgánica 5/2000 de 12 de enero, reguladora de la responsabilidad penal de los menores, es la ley que regula la responsabilidad penal de los mayores de 14 años hasta los 18 años por la comisión de los hechos tipificados como delitos o faltas. Esta ley ha sido duramente criticada. Ya que la sociedad, con el apoyo de los medios de comunicación, pide el linchamiento, no la justicia.
                La mayor parte de los menores que son dirigidos a Fiscalía de Menores como víctimas de maltrato lo hacen a través de los médicos, sin embargo desde el profesorado no existe la misma tendencia.
Existen dos tipos de maltrato, el físico, más evidente, y el emocional.
MENORES COMO VERDUGOS.
            
    Los niños no nacen “malos”, son influenciados por su entorno, siendo la familia la entidad con mayor responsabilidad.
                En los distintos centros de protección y reforma podemos encontrar chicos con 14 años que no tienen ilusión por la vida, para cambiar esta posición debemos darle un motivo por los que vivir, hacer que se sientan útiles.
                A pesar de las críticas hacia Ley Orgánica 5/2000 de 12 de enero, reguladora de la responsabilidad penal de los menores la delincuencia juvenil sigue bajando, lo que es un logro del trabajo que se hace con estos menores.
                Nos encontramos con problemas graves  que hay que atajar cuanto antes:
1.       Violencia de género:
a.       Es estructural, se da en todos los países del mundo, con respecto a esta situación nos encontramos con la “paradoja nórdica”, a pesar de que en los países nórdicos la mujer parece haber encontrado la equidad con respecto al hombre, el número de asesinatos por causas de género es mayor, en proporción, que en los países mediterráneos, lo que nos hace pensar que el mayor nivel de igualdad entre hombres y mujeres es un hecho que algunos hombres no van a tolerar.
b.      Es instrumental, la violencia es ejercida contra la pareja, pero no con todas las mujeres. 1/3 de esos hombres se termina suicidando, principalmente por dos motivos: 1) por burlar a la justicia y 2) por quedarse sin títere que manejar.
c.       Va a empeorar, cada vez se dan más separaciones, no se educa en el respeto, se aguanta menos, y no se está preparando a los niños para afrontar la ruptura de los padres.
Ante los casos de divorcios, los hombres se sienten indefensos, pero como dice Victoria Camps “la justicia no debe ser igualitaria” sino que debe favorecer a la parte más desprotegida socialmente.
Uno de los hechos que nos encontramos actualmente es que hay muchas chicas que son profundamente machistas, mostrando un comportamiento independiente en grupo pero siendo muy dependientes en lo individual.
2.       Jóvenes abducidos por el Estado Islámico, esta organización, muy activa en las redes, ha captado a muchos jóvenes, que no encontrando su propio espacio, se han dejado seducir por una propaganda que glorifica la violencia y lo encaja en un grupo social. Su tratamiento es difícil, ya que ellos no ven a un terapeuta o un profesional, ven a un infiel contra el que hay que combatir.
3.       La relación entre alcohol y menores es difícil de trabajar, ya que hay una percepción del consumo del alcohol y las drogas muy difuso, una de las propuestas que están encima de la mesa es la de sancionar a los padres, por los actos cometidos por los menores en relación a estas sustancias. Existen muchos intereses económicos creados con respecto al alcohol lo que hace difícil consensuar una campaña de concienciación para disminuir su consumo.
4.       Violencia filo-parental. Podría definirse como una patología del amor, ya que a pesar de la violencia ejercida contra los padres, es patente el amor que hay hacia ellos. Muchos de los chicos tratados en los centros de protección en relación a estas circunstancias son adoptados, por lo que es deducible que en su más corta edad han sufrido un déficit de afecto que les lleva a estar todo el día fastidiando a sus padres, con la necesidad de saber que serán queridos hagan lo que hagan. La dedicación de los padres con los chicos más conflictivos puede provocar desazón en los hermanos que sienten que no se les trata con la misma atención.
CONCLUSIÓN.
Los menores son el eslabón más frágil de nuestra sociedad, es por ello que deben ser atendidos en sus necesidades hasta que consiguen ser lo suficientemente maduros para emanciparse.
Es obligación de la familia cubrir las necesidades de los menores, no sólo físiológica y protección, sino también afectiva. Es quizás esta última, la afectiva la que genere más conflicto, ya que los menores necesitan sentirse queridos y quizás sea uno de los principales focos de conflicto filo-parental.
Los menores tienen entidad propia, generan sus propios pensamientos y toman sus propias decisiones, es por ello que es responsabilidad de los adultos dotar a estos menores de herramientas para que sus decisiones sean tomadas en base a unas premisas válidas, y evitar así conductas asociales que en nada les benefician a ellos y a su entorno.
Si la familia no es capaz de ofrecer estas herramientas, es obligación de las instituciones trabajar con el objetivo de hacer de este menor un adulto con una vida normalizada. Lamentablemente no siempre se consigue.
“Nuestros hijos deben ser ricos, pero ricos en sonrisas”.
Javier Urra.


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