lunes, 3 de septiembre de 2018

NO ES RACISMO, ES APOROFOBIA.

La liga de futbol acaba de comenzar y como cada año televisiones y cadenas de radio retrasmiten los partidos y comentan las jugadas y estrategias de los distintos equipos, así como, los millones de euros que se han gastado cada uno de los clubs en los distintos fichajes, pero en ninguno, de los distintos medios dedicados a la prensa deportiva, he visto datos tan significativos como el número de extranjeros que juegan en los distintos clubs de primera división en la Liga Española de Futbol.
Esta liga, 2018/2019, cuenta con un total de 471 jugadores en la plantilla de los distintos clubs, donde 194 son extranjeros[1], esto quiere decir que el 41,19% de los jugadores que juegan en primera división no son españoles, ¿no puede suponer esta “invasión” de extranjeros en el deporte rey el final del futbol nacional? ¿Por qué existe tanta pasividad ante unos extranjeros que vienen a quitarles el trabajo a nuestros deportistas nacionales? ¿nadie piensa en los miles de niños españoles que juegan al futbol y tienen muy difícil llegar a profesional porque su puesto lo ocupa alguien nacido en otro país? Estos futbolistas tendrán que vivir en algún sitio ¿no corremos peligro de que algunos barrios de nuestras ciudades se conviertan en guetos de extranjeros millonarios que no respetan nuestra cultura?

Pues bien, si nadie se plantea estas cuestiones, ¿Por qué nos lo planteamos cuando los extranjeros no juegan al futbol ni son millonarios?
En España viven 4.719.418 extranjeros que de una población total de 46.659.302[2] suponen un 10,11% un porcentaje bastante menor que el mencionado anteriormente. Dentro de esta población extranjera, hay que contar con aquellos que vienen del norte de Europa y del Norte de América, este tipo de inmigración no parece molestar a nuestros xenófobos compatriotas, al parecer sólo molesta la que proviene de países más pobres que el nuestro, ubicados en África o América Latina, pues bien, en España conviven 1.062.344 personas que vienen de distintos países africanos y 1.120.904 de origen latinoamericano, lo que viene a suponer un porcentaje de 2,27% y un 2,40% respectivamente, un porcentaje bastante alejado de poder representar una “invasión” o que nuestras costumbres “corran peligro” de desaparecer.
Según esta comparativa nuestros xenófobos compatriotas no rechazan al extranjero por sistema, únicamente lo rechazan si es pobre, no por casualidad la Real Academia de la Lengua admitió la palabra aporofobia (miedo, rechazo o aversión a los pobres) en nuestro diccionario en el año 2017.
Con datos objetivos, parece una exageración decir que vivimos una invasión de inmigrantes en nuestro país.

Entonces ¿por qué ese mensaje continuado en los medios de comunicación?
Con asiduidad los distintos telediarios y periódicos dedican una gran cobertura a la llegada de inmigrantes a nuestro país, un fenómeno previsible por otra parte por distintos factores: la mejora del tiempo provoca que más personas arriesguen su vida intentando cruzar el estrecho o las negociaciones sobre los caladeros de pesca entre la Unión Europea y Marruecos (es común que el reino alauita “relaje” su vigilancia en la frontera con el objetivo de aumentar la presión sobre Europa durante las negociaciones), la pregunta que deberíamos hacernos es ¿Por qué la Unión Europea no ha dispuesto una estrategia para asumir esta situación? ¿Por qué no se han habilitado estructuras de acogimiento a las personas que sabían que iban a llegar a Europa? ¿Por qué se fomenta el miedo desde los medios de comunicación hacia personas que no tienen nada?

El miedo es una de las herramientas de control de población más efectiva, cuando tenemos miedo no reaccionamos de manera racional y nuestro único objetivo es encontrar algo o alguien que haga que nuestro miedo desaparezca, este miedo es potenciado por los medios de comunicación, estableciendo entre la población lo que se ha denominado “la cultura del miedo”.
La cultura del miedo no es más que el temor generalizado que se provoca con el fin de influenciar en el comportamiento de las personas. El miedo se produce cuando percibimos una situación amenazante para nuestra integridad, este miedo nos hace menos reflexivos y menos solidarios.
La eficacia de gobernar a través del miedo es muy efectiva nos vuelve conservadores y estimula nuestro espíritu de supervivencia, nos paraliza como sociedad.
No se trata de xenofobia, no es racismo, se trata de aporofobia.
“La migración siempre ha sido uno de los impulsores más importantes
en el progreso y dinamismo humano” Ian Goldin.

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