Hoy veremos la idea de progreso que propone C. Lévi Strauss
en su escrito Raza e Historia, para ello veremos las distintas concepciones que
se tienen del término progreso, estas son tan variadas como autores, aquí
intentaremos exponer una muestra significativa de ello.
Comenzaremos viendo el concepto de progreso para Jean Jacques Rousseau, padre de la obra
“El Contrato Social” escrito en 1761, dentro de la corriente de la Ilustración
y en los albores de la Edad Contemporánea, en él Rousseau explica que una vez
aparecida la propiedad privada comienza la desigualdad y que el ser humano ha
de dirigir el progreso hacia la vuelta de un “estado natural” para poder tener
un futuro dorado.
Adam Smith, padre del liberalismo económico, en
su obra “la riqueza de las naciones” encontró en el progreso la herramienta
necesaria para llevar a las naciones a la estabilidad económica.
Para Karl Marx el
progreso como escribiría en “El Capital” y en el “Manifiesto Comunista”
llevaría a la humanidad a la eliminación del capitalismo y la aparición del
socialismo.
Estos tres autores entienden el progreso como el avance hacia
una mejor situación del ser humano, aunque no entran en detalle de cómo ha
“progresado” la humanidad hasta el día de hoy.
Una de las etapas que suelen ponerse de ejemplo para explicar
el progreso de las civilizaciones suele ser la revolución Neolítica que se dio
a nivel global.
Según Marvin Harris (1984:167) “El progreso del Neolítico abrió tantas posibilidades culturales y
ecológicas nuevas que se invirtió esta relación[1].
Por primera vez en la historia del mundo, nuevos sistemas ecológico-naturales se
sucedieron rápidamente unos a otros, con más rapidez de la que podían
difundirse a regiones potencialmente receptivas”. Para Harris el progreso
es una cuestión de fallo y error.
Según Lévi Strauss el progreso no es lineal sino que las
distintas etapas se superponen y conviven, hasta que la más útil eclipsa a la
menos útil siendo desechada ésta. Esto también es equiparable al plano racial,
donde el Homo Sapiens, es más que probable, conviviera con el Neanderthal,
sobreviviendo quien obtuvo una mejor adaptación al medio.
Para Lévi Strauss el “progreso” no es ni necesario ni continuo, procede a saltos y en cada variación se
obtienen adelantos y retrocesos.
Esto no justifica que el progreso sea homogéneo para todas
las culturas, las culturas evolucionarán de una forma similar aquellas que
entren en contacto entre sí, ya que colaborarán e imitaran los “progresos” de
sus vecinos aportando cambios de su cosecha propia, pero partiendo de la
corriente del relativismo cultural esto no quiere decir que unas culturas sean más avanzadas que otras por el
desarrollo que hayan obtenido ya que todas progresan para cubrir sus
necesidades y esto no justifica que se puede considerar a una cultura por
encima de otra.
La supremacía armamentística hizo que los países ibéricos
pudieran colonizar el continente americano en busca de recursos para mantener el
estatus económico de las metrópolis obteniendo, no sólo nuevos territorios,
sino también nuevos vasallos que pagaran los tributos a la corona que
permitieran mantener su nivel de vida. Años más tarde, con la implantación de
la revolución industrial y el capitalismo, en Inglaterra, se hace necesaria la
búsqueda de nuevas fuentes de materia prima y nuevos mercados a los que
“suministrar” objetos manufacturados, se utilizan argumentos económicos,
raciales y paternalistas para la explotación de los nuevos terrenos colonizados
entre otros el exportar el “progreso” a los “salvajes” colonizados.
Pero previo al descubrimiento de América nos encontramos con
civilizaciones precolombinas como son los Incas o los Aztecas que son imperios
de una complejidad social, político y económica importante, habiendo avanzado
por ejemplo en matemáticas mucho más que los europeos, haciendo que, por
ejemplo, su calendario fuera mucho más exacto que el nuestro, y que fueron
sometidos simplemente porque la capacidad armamentística de los europeos era
superior.
De todas formas la idea de progreso no está zanjada. El
pasado 5 de septiembre de 2011 expertos en antropología, entre ellos el
profesor de Investigación del CSIC Luis Díaz de Viana aseguraban que había que
revisar la idea de progreso en el pasado Congreso de la Federación de
Asociaciones de Antropología del Estado Español, celebrado en la Universidad de
León.
Díaz de Viana propone una “rehumanización” del hombre actual,
haciendo especial hincapié en la búsqueda del arraigo y a la identidad, y que
el avance tecnológico no puede conllevar que el ser humano se aleje de sus
raíces porque puede provocar su deshumanización, ya que la cultura es lo que
constituye al ser humano como tal[2].
En una antigua película, Metrópolis,
dirigida por Fritz Lang de 1926, se expone como el “progreso” tecnológico
termina convirtiendo a todos los seres humanos en parte de una enorme
maquinaria al servicio del Capital.
Quizás deberíamos volver a releer a J.J.
Rousseau y encaminar el “progreso” hacia el “estado natural” de las cosas.
Bibliografía.
Moreno Feliu, P. 2010: Encrucijadas Antropológicas,
Madrid, Editorial Universitaria Ramón Areces.
Rousseau, J.J.: 1761 (1983): El Contrato Social,
Madrid. Editorial Sarpe.
Smith, A: 1776 (2006): La Riqueza de las
Naciones, Argentina, Editorial El Ortiba.
Marx, K y Engels, F: 1859 (2007): El Capital, Barberá
del Vallés, Editorial Edico Comunicación.
Marx, K y Engels, F: 1872 (1999): El Manifiesto
Comunista, Barberá del Vallés, Editorial Edico Comunicación.
Harris M, 1971 (1984) Introducción a la
Antropología General, Madrid, Editorial Alianza.