Reforma o
revolución, esta es la eterna duda de la izquierda, llevar a cabo las reformas
necesarias al sistema capitalista para que se convierta en un sistema
socioeconómico amable que no maltrate a las clases populares, a los
trabajadores, a los autónomos y a los pequeños empresarios, para poco a poco ir
superando al propio sistema capitalista hacia un sistema más amable y menos
agresivo para con la mayoría, esta es la opción que tomo la socialdemocracia
europea, que poco a poco fue abandonando su fin último para convertirse en la
cara amable del capitalismo, sin ningún interés por superar al sistema
capitalista.
La opción “reformista”
supone una opción amable, no traumática socialmente, que pretende una mejora en
las clases más castigadas económicamente, sin que suponga un grave problema
para el sistema capitalista.
La otra opción
es la revolución, una revolución profundamente democrática que devuelva el
poder al pueblo, con esto, no me refiero a un cambio en la ley electoral, sino
a una verdadera revolución donde los distintos gobiernos no puedan legislar en
contra del pueblo al que gobierna.
La opción “revolucionaria”
es altamente traumática para la sociedad, ya que el propio sistema tiene
mecanismos más que suficientes para defenderse para que nada cambie, utiliza
los medios comunicación masivos, para poder dirigir la intención de la mayoría,
si eso no funciona, tiene los medios para generar crisis de suministros haciendo
aparecer como culpable al gobierno resultante, y sobre todo generar crisis de
liquidez a los países que optan generar políticas que confronten con los
intereses del gran capital, por eso los países pequeños, con poco peso
económico, no tienen fuerza suficiente para poder vencer el pulso al gran
capital, como vemos en los ejemplos de Grecia en Europa u Honduras en
Latinoamérica.
España aporta
el 20% del PIB de la Unión Europea, junto a países como Grecia, o Portugal,
podrían hacer la presión suficiente para hacer torcer el brazo del FMI y el Banco Central Europeo.
Bajo mi punto
de vista, el Capitalismo no tiene opción de reforma, ya que durante toda la
época postfordista, el sistema lo único que ha hecho es endurecer las
condiciones de los trabajadores, generando bolsas enormes de pobreza.
La revolución
es la única opción posible para la mejora de las clases más oprimidas de la
sociedad, cambios revolucionarios en la gestión del país.
Pero entonces ¿Por
qué las fuerzas políticas que proponen esos cambios revolucionarios no son las
más votadas?
Recuerdo una
visita a Madrid de unos hinchas holandeses, que se dedicaron a humillar a unas
indigentes tirándoles dinero y haciendo que se rebajaran moralmente para
conseguir unas monedas, la situación terminó cuando la policía acabó por
expulsar de la plaza a las indigentes, sin hacer nada por llamar la atención de
los degenerados holandeses. Cuando una cadena de televisión entrevistó a las
indigentes estas declararon que nunca habían ganado tanto dinero, y que ojalá
los holandeses vinieran cada fin de semana.
Estas
declaraciones me hicieron pensar y trasladarlo a la generalidad de la
población, y es que según un estudio los parados y los jubilados son los grupos
sociales mayoritarios como votantes del PP y del PSOE, los dos partidos que más
han maltratado las condiciones de estos colectivos.
Al igual que
las mujeres maltratadas por los hinchas holandeses, estos colectivos tienen una
prioridad, y es satisfacer sus necesidades personales o familiares, y los
partidos sistémicos les garantizan al menos la subsistencia, aunque sea a costa
de ser humillados, maltratados, degradados moralmente… Estos colectivos tienen
miedo a un cambio que les lleve a peor, y para eso el sistema utiliza el miedo
de que cualquier opción que no sea la suya, empeorará su modo de vida y estos
prefieren continuar así a perderlo todo.
Por eso es
importante llevar a cabo cambios revolucionarios, que den resultados rápidos
que mejoren la vida de la gente, que ésta pierda el miedo al cambio y que tenga
una mejora en su calidad de vida. Que la política y no la economía sea la que
domine el gobierno de la nación.
El capitalismo no es reformable, y sólo aumentará la opresión de las clases populares de la sociedad, por ello, sólo queda destruirlo para conseguir una sociedad mejor.
El capitalismo no es reformable, y sólo aumentará la opresión de las clases populares de la sociedad, por ello, sólo queda destruirlo para conseguir una sociedad mejor.
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