martes, 18 de octubre de 2016

REFORMA O REVOLUCIÓN



Reforma o revolución, esta es la eterna duda de la izquierda, llevar a cabo las reformas necesarias al sistema capitalista para que se convierta en un sistema socioeconómico amable que no maltrate a las clases populares, a los trabajadores, a los autónomos y a los pequeños empresarios, para poco a poco ir superando al propio sistema capitalista hacia un sistema más amable y menos agresivo para con la mayoría, esta es la opción que tomo la socialdemocracia europea, que poco a poco fue abandonando su fin último para convertirse en la cara amable del capitalismo, sin ningún interés por superar al sistema capitalista. 

La opción “reformista” supone una opción amable, no traumática socialmente, que pretende una mejora en las clases más castigadas económicamente, sin que suponga un grave problema para el sistema capitalista.

La otra opción es la revolución, una revolución profundamente democrática que devuelva el poder al pueblo, con esto, no me refiero a un cambio en la ley electoral, sino a una verdadera revolución donde los distintos gobiernos no puedan legislar en contra del pueblo al que gobierna. 

La opción “revolucionaria” es altamente traumática para la sociedad, ya que el propio sistema tiene mecanismos más que suficientes para defenderse para que nada cambie, utiliza los medios comunicación masivos, para poder dirigir la intención de la mayoría, si eso no funciona, tiene los medios para generar crisis de suministros haciendo aparecer como culpable al gobierno resultante, y sobre todo generar crisis de liquidez a los países que optan generar políticas que confronten con los intereses del gran capital, por eso los países pequeños, con poco peso económico, no tienen fuerza suficiente para poder vencer el pulso al gran capital, como vemos en los ejemplos de Grecia en Europa u Honduras en Latinoamérica. 

España aporta el 20% del PIB de la Unión Europea, junto a países como Grecia, o Portugal, podrían hacer la presión suficiente para hacer torcer el  brazo del FMI y el Banco Central Europeo.

Bajo mi punto de vista, el Capitalismo no tiene opción de reforma, ya que durante toda la época postfordista, el sistema lo único que ha hecho es endurecer las condiciones de los trabajadores, generando bolsas enormes de pobreza.

La revolución es la única opción posible para la mejora de las clases más oprimidas de la sociedad, cambios revolucionarios en la gestión del país.

Pero entonces ¿Por qué las fuerzas políticas que proponen esos cambios revolucionarios no son las más votadas?

Recuerdo una visita a Madrid de unos hinchas holandeses, que se dedicaron a humillar a unas indigentes tirándoles dinero y haciendo que se rebajaran moralmente para conseguir unas monedas, la situación terminó cuando la policía acabó por expulsar de la plaza a las indigentes, sin hacer nada por llamar la atención de los degenerados holandeses. Cuando una cadena de televisión entrevistó a las indigentes estas declararon que nunca habían ganado tanto dinero, y que ojalá los holandeses vinieran cada fin de semana.


Estas declaraciones me hicieron pensar y trasladarlo a la generalidad de la población, y es que según un estudio los parados y los jubilados son los grupos sociales mayoritarios como votantes del PP y del PSOE, los dos partidos que más han maltratado las condiciones de estos colectivos. 

Al igual que las mujeres maltratadas por los hinchas holandeses, estos colectivos tienen una prioridad, y es satisfacer sus necesidades personales o familiares, y los partidos sistémicos les garantizan al menos la subsistencia, aunque sea a costa de ser humillados, maltratados, degradados moralmente… Estos colectivos tienen miedo a un cambio que les lleve a peor, y para eso el sistema utiliza el miedo de que cualquier opción que no sea la suya, empeorará su modo de vida y estos prefieren continuar así a perderlo todo.

Por eso es importante llevar a cabo cambios revolucionarios, que den resultados rápidos que mejoren la vida de la gente, que ésta pierda el miedo al cambio y que tenga una mejora en su calidad de vida. Que la política y no la economía sea la que domine el gobierno de la nación.

El capitalismo no es reformable, y sólo aumentará la opresión de las clases populares de la sociedad, por ello, sólo queda destruirlo para conseguir una sociedad mejor.

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