Que las clases
económicas hace tiempo dejaron de pensar en clave nacional es un hecho
constatado, solo hace falta echar un vistazo a la composición de las grandes
empresas para ver cómo han adquirido una estructura transnacional.
La mejora de
las comunicaciones a finales del siglo XX facilitó el transporte de mercancías,
pudiendo, en un tiempo insignificante, ser trasladada por todo el mundo. Esto
permitió que estas empresas pudieran fijar sus fábricas en países donde los
derechos laborales fueran más laxos o simplemente no existieran, abaratando el
coste de producción a costa de los sueldos de los trabajadores y trabajadoras
encargadas de fabricar los productos, multiplicando así las plusvalías
generadas por los productos que son fabricados en el tercer mundo y vendidos en
el primer mundo.
Por otro lado,
la aparición de internet, las mejoras de los dispositivos de comunicación vía
satélite, permite un perfecto control de la empresa a través de dispositivos
electrónicos, pasando a un segundo plano la presencia física del empresario en
la industria, que es sustituida por la
aparición de mandos intermedios encargados de la gestión directa de la
producción.
La existencia
de paraísos fiscales, permite que estas empresas transnacionales puedan eludir
el pago de impuestos en los países donde están llevando a cabo la producción
para así poder hacerlo donde la carga impositiva sea más leve o nula.
Los acuerdos
de libre comercio entre los distintos países, como los conocidos TTIP o CETA,
eliminan los aranceles de los productos importados de estos países, los
aranceles tienen el objetivo de proteger la producción nacional de ciertos
productos.
Como ejemplo
reciente, habría que destacar el acuerdo de libre comercio que la Unión Europea
ha firmado con Vietnam donde los aranceles que debían pagar los productos de
origen vietnamita, principalmente el arroz, van a ser eliminados, perjudicando
toda la producción arrocera de nuestro país, hay que decir que los partidos que
han votado a favor de este acuerdo en el
Parlamento Europeo el pasado 12 de febrero son: PP, Cs, Vox, PNV y PSOE, y en
contra Esquerra Republicana, Izquierda Unida, Podemos y Bildu.
El Estado-Nación,
como concepto, ha muerto o al menos está malherido. Mientras tanto las clases
populares son entretenidas con banderas y discursos que apuntan directamente a
las emociones, pero que en ningún caso van a mejorar su calidad de vida.
Mientras
tanto, las organizaciones internacionales de trabajadores se encuentran
desaparecidas. Es urgente que la clase trabajadora internacionalice sus luchas,
ya que sus intereses no están enmarcados dentro de unas fronteras, al igual que
lo han hecho las élites económicas, tarea tan difícil de llevar a cabo como
necesaria.
“Puesto que la élite empresarial ultrarrica
se ha globalizado, también ha de hacerlo la clase trabajadora” Owen Jones.