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miércoles, 31 de enero de 2018

PATRIA O MUERTE




Es evidente que la izquierda como movimiento político ha sufrido un retroceso a nivel global, principalmente en Europa y Estados Unidos, el avance de la extrema derecha en países como Francia, Alemania y Bélgica, la posición conservadora del Brexit o el triunfo de Trump en Estados Unidos, son ejemplos más que evidentes del avance de posiciones de extrema derecha a nivel global.


Únicamente en países latinoamericanos como Venezuela, Uruguay, Ecuador o Bolivia, resisten los embates de los modelos económicos conservadores impulsados desde Estados Unidos.
Los golpes de Estado provocados en Brasil y Honduras han hecho torcer el brazo a las políticas progresistas en estos países.
Pero la pregunta que cabe hacerse es ¿Por qué la izquierda sigue siendo un referente para las clases trabajadoras de Latinoamérica?, ¿por qué las clases trabajadoras han dado la espalda a esas mismos partidos en Europa y Estados Unidos?
La tesis que pretendo defender en este artículo está relacionada con la construcción de identidades, más que en parámetros puramente ideológicos.
En américa latina, el concepto de patria está vinculado a los movimientos revolucionarios de Izquierda mientras que en Europa y Estados Unidos se vincula a movimientos de derecha.
Para entender esta dicotomía habría que trasladarse a las guerras de independencia en Latinoamérica durante el siglo XIX. Para ello, es ineludible resaltar las figuras de Simón Bolivar y José Martí, cabecillas del movimiento revolucionario que consiguió la independencia de prácticamente toda Latinoamérica de la corona española. 

De aquí surge el concepto de Patria vinculado al antiimperialismo, en un primer momento español y más tarde norteamericano.
Los partidos de izquierdas latinoamericanos tienen un fuerte componente patriótico y antiimperialista, y en torno a él se aglutina la mayor parte de la población, no por el hecho de ser de izquierdas, sino por el hecho de defender su independencia respecto a la influencia estadounidense.
Por otro lado, la noción de Patria, en Europa, está vinculada a las revoluciones burguesas del siglo XIX, dentro del auge del nacionalismo y el asentamiento del liberalismo económico.
Benedict Anderson, 1936-2015, uno de los mayores expertos en todo lo relativo a nacionalismos, explica en su obra de referencia, Comunidades Imaginadas (1983), que la idea de nación está construida socialmente por los individuos que se imaginan pertenecer como parte de este grupo.
El sentimiento de pertenencia a una Patria discurre por el ámbito de lo emocional no de lo racional, por lo tanto es mucho más fácil aglutinar a un amplio colectivo en torno a un término como patria que intentar convencerlos de que pertenecen a una clase social determinada, ya que si la construcción ideológica que estos individuos tienen no coincide con lo que aporta los datos objetivos, es decir, si una persona piensa que pertenece a la “clase media”, nada le convencerá de que no es así, digan lo que digan los datos.
Los partidos de izquierda deben de esforzarse por romper el vínculo Patria-Derecha, y comenzar a explicar y exponer su concepto de patria, desenmascarar a todos aquellos que en nombre de la Patria se están llenando los bolsillos. Transformar el concepto Patria de un término abstracto en un concepto concreto en el que la mayoría de la población se sienta identificada.
En una reciente entrevista, el periodista Pedro Piqueras le preguntó a Pablo Iglesias, Secretario General de Podemos, ¿es usted un patriota? Esta pregunta hubiera sido impensable de que se la hubiera hecho a Mariano Rajoy, no porque Rajoy sea un patriota, sino por la vinculación ideológica existente entre la Derecha ideológica y la idea de nación.
Como dijo Antonio Machado, “En los trances duros, los señoritos invocan a la Patria y la venden; el pueblo no la nombra siquiera, pero la compra con su sangre”.
Salud.

miércoles, 24 de enero de 2018

MADE IN…



El otro día me fijé, por casualidad, en la etiqueta de uno de mis pantalones en la que se podía leer, “Made in P.R.C.”. La curiosidad por conocer el origen de mi pantalón y al no conseguir imaginar en qué país se había hecho, recurrí, como casi todo el mundo, a Internet.
“Made in P.R.C.” significa, “Fabricado en la República Popular de China”, momentáneamente esa respuesta sació mi curiosidad, pero a los pocos minutos me asaltaron más dudas; y ¿por qué no pone “Made in China”? tal y como hemos visto infinidad de veces en infinidad de productos, esa nueva duda, me hizo profundizar la búsqueda del motivo de porqué ahora ciertas marcas establecen la fabricación en “P.R.C.” y no en “China”.


El resultado fue el siguiente: al parecer la designación “Made in China” está asociado con productos de baja calidad incompatibles con ciertos precios, así  que, para poder alcanzar precios más elevados sustituyen la denominación de origen “China” por su acrónimo “P.R.C.”, y sin mentir, no se asocia con productos de baja calidad.
Estos nuevos datos me produjeron nuevas dudas, más difíciles de resolver: ¿tenemos los consumidores criterios objetivos fiables para determinar la calidad del producto que estamos comprando?
Por norma general los criterios que seguimos podrían ser: 1. El precio; cuanto más caro es un producto mayor calidad se le supone, 2. La marca; una marca reconocida le suponemos calidad, y 3. La procedencia del producto.
Referente a esto, me gustaría citar a dos autores que han tratado el tema en profundidad:
-          Naomi Klein, en su obra ”NO LOGO, el poder de las marcas”; un amplio ensayo sobre la influencia de las marcas y el poder de la publicidad, deja meridianamente demostrado que las mayores inversiones de las empresas están enfocadas en su publicidad, desentendiéndose de los parámetros de calidad, de las materias primas, o en el proceso de fabricación.

-          Roberto Saviano, en “GOMORRA”, explica como una de las fuentes de financiación de la Camorra napolitana está relacionada con la falsificación de productos y su distribución a través de distintos medios. Me gustaría extraer un párrafo del capítulo 3, El Sistema,  de dicho libro, que expondrá mucho mejor que yo este tema: “A través de la copia auténtica y del dinero del narcotráfico, los clanes secondiglianeses habían logrado comprar tiendas donde los productos auténticos y falsificados se mezclaban, cada vez más, impidiendo distinguirlos”. Como apunte, decir que Roberto Saviano está amenazado de muerte por la mafia italiana por exponer de forma clara sus sucios negocios. 


Después de conocer los datos aportados tanto por Klein como por Saviano, conociendo que las empresas se están deslocalizando a países donde las leyes laborales son, por decirlo de forma suave, más laxas, cabría preguntarnos la próxima vez que compráramos algo ¿Por qué pagamos el precio que pagamos por un producto? ¿quién se queda con la plusvalía generada?
Por otro lado también deberíamos pensar cuánto cuesta producir una camiseta que tiene un precio de venta al público de 3 € y quién ha fabricado esa camiseta.
Tal vez deberíamos pensar si somos tan listos como nos creemos o si por el contrario somos simples marionetas de quienes manejan los hilos del mercado.
Salud.

jueves, 18 de enero de 2018

EL EJERCITO DE DIOS.



El pasado 10 de enero fue publicado por varios medios de comunicación que el Ministerio de Defensa, dirigido por María Dolores de Cospedal, se había gastado 26.000 euros en varios convenios con siete diócesis y el Opus Dei con el objetivo de pagar los cultos religiosos para los militares.


Esta es una noticia, que a pesar de todo, no me sorprende, ya que a pesar de ser España un país aconfesional, procede de una dilatada tradición católica, y una cultura judeocristiana muy arraigada.
A lo largo de toda la historia los ejércitos han tenido una estrecha vinculación con las distintas deidades y la recompensa del paraíso muriendo en “cumplimiento de su deber”.
La mitología nórdica, aseguraba a sus guerreros que alcanzarían el Valhalla si morían empuñando un arma, los romanos tenían al dios Marte, velando por ellos. El Corán asegura la entrada al paraíso si se muere defendiendo la fe.


Nosotros, los españoles, no vamos a ser menos.
Es cierto, que hay muchos militares que son ateos, agnósticos, protestantes, musulmanes, etc., pero eso no quita que el estamento militar siga siendo Católico, Apostólico y Romano, y como tal sus ritos siguen siendo los mismos.
Esta relación Iglesia-Ejercito, tiene una función social evidente, asegurar a los soldados que Dios está de su parte, que sus caminos son inexcrutables y que si mueren en combate, tiene preparado para ti una entrada triunfal en el paraíso, así se disminuye el miedo y se acepta el destino que el Todopoderoso nos tiene preparado.
Acaso, ¿alguien estaría dispuesto a morir, posiblemente a miles de Kilómetros de tu país, por unos intereses, casi siempre económicos, de terceros, a los que su vida no les importa nada, si no se tuviera la fe en una vida después de la muerte y que además se pertenece al “bando de los buenos”?
Esta es una de las principales relaciones entre la religión y el ejército, desde las monoteístas, politeístas, totémicas o animistas, todas tienen ritos que pretenden poner a los dioses de parte de los fieles para que incline la balanza a su favor en cualquier contienda. No en vano el patrón de España es conocido como “Santiago Matamoros” y según la mitología hispánica fue una figura clave en el proceso de la Reconquista.
La religión se ha usado desde el inicio de los tiempos para manipular, convencer y atemorizar a los creyentes que bien sea por buscar una respuesta a sus dudas bien sea por tradición ponen en manos de los intermediarios divinos su forma de actuar.
Dicho todo esto con todos los respetos y siendo consciente de las miles de excepciones que existen en todas las creencias cuyo único fin es trabajar por un colectivo.
En este sentido se hace cierto la frase de Séneca: “la religión es algo verdadero para los pobres, falsa para los sabios y útil para los gobernantes”.
Salud.

jueves, 11 de enero de 2018

ESTADISTA O CLEPTÓCRATA.



Jared Diamond, es profesor de geografía de la Universidad de California, es miembro de la Academia de Artes y Ciencias, de la Academia Nacional de Ciencias y de la Sociedad Filosófica de Estados Unidos. Entre los numerosos premios que tiene en su haber está el premio Pulitzer de 1998 por su obra Armas, gérmenes y acero.


Esta obra lleva a cabo un ambicioso análisis de la evolución de las distintas sociedades, partiendo de hace 13.000 años, cuestionando la prepotente visión occidental del progreso humano y dando una explicación a la situación actual y cómo han llegado a originarse las desigualdades existentes.
En uno de los capítulos de este libro, Jared Diamond establece la diferencia entre un  estadista sabio y un cleptócrata, la diferencia entre ambos “está en el porcentaje del tributo recaudado de los productores queda en poder de la élite, y  hasta qué punto le agradan a los ciudadanos corrientes los usos públicos a los que destinan los tributos redistribuidos”.


En un país donde el empobrecimiento de la mayoría es cada vez mayor, donde los servicios públicos son cada vez de peor calidad, debido a la infrafinanciación de dichos servicios, donde la gente muere esperando las ayudas de dependencia, donde los pensionistas pierden capacidad económica año tras año, donde la empresas energéticas hacen negocio de las necesidades de la gente, y como contrapeso, tenemos infinidad de casos de corrupción, donde se regala a la banca sesenta mil millones de euros, donde las élites políticas y económicas se reparten pingües beneficios a costa de sembrar miseria, donde el partido que gobierna está acusado de financiación ilegal y un Presidente del Gobierno acusado de cobrar dinero “en negro”, es evidente que los ciudadanos corrientes no pueden estar muy contentos de como son redistribuidos sus tributos.
El coste de la corrupción es de 90.000 millones de euros al año según la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (http://www.huffingtonpost.es/2016/12/09/coste-corrupcion-espana_n_13532158.html)
Imagínense cuantos recortes hubieran sido necesarios si el Estado hubiera contado con 90.000 millones más en su presupuesto cada año, ninguno. Los recortes en sanidad, educación, recortes laborales, etc., hubieran sido innecesarios, las arcas estarían saneadas, pero claro, algunos serían un poquito menos ricos.
En definitiva, nuestro país cuenta con numerosos casos de corrupción, un poder judicial para pobres y otro para ricos, unas leyes que benefician a las grandes multinacionales en vez de beneficiar a los ciudadanos y un presidente del gobierno que ha incumplido sistemáticamente todos los programas electorales con los que se ha presentado su partido.
Después de analizar todos estos datos contesten a esta pregunta ¿estamos gobernados por un “estadista sabio” o por un cleptócrata?
Salud.