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miércoles, 27 de marzo de 2019

DISCURSOS VACÍOS

La campaña para las elecciones generales ya ha empezado y ha vuelto a poner en el epicentro de la misma el “conflicto catalán”, siendo el centro del debate si la Generalitat debe o no debe retirar los lazos amarillos que “adornan” los edificios institucionales.

Este hecho copa horas y horas de programas tanto de televisión, radio y medios digitales, ambos bandos esgrimen sus argumentos para posicionarse a favor o en contra de la retirada de la simbología independentista.
Esta situación me ha llevado a la siguiente pregunta, ¿tan idiotas somos los ciudadanos de este país para que nos traten así?

El debate en este momento debería centrarse en las propuestas que los distintos partidos políticos aportan para la mejora de la calidad de vida de los ciudadanos, propuestas que deberían girar en torno a los pilares fundamentales del Estado:
-          Educación.
-          Sanidad.
-          Pensiones.
-          Empleo.
-          Recursos energéticos.
-          Inmigración.
-          Etc.
Quizás estos temas no sean tratados porque no se diferencien mucho entre los principales partidos en liza por la cuestión catalana, ya que sus propuestas son tan similares que no habría debate.
Basar el discurso político en un debate identitario (centralista-independentista) no va a mejorar el modo de vida ni de catalanes ni del resto de españoles.
Mientras tanto, la amplia mayoría de la población, se “traga sin masticar” discursos vacíos de contenido sobre si se debe quitar un lazo o no, si Torra se querella contra la Junta Electoral o si pone otro tipo de pancartas, sin exigir que se hable y se propongan medidas que alivien la lista de espera de la sanidad pública, políticas activas de empleo que mejoren la calidad de vida de los ciudadanos y reduzcan la precariedad laboral existente, etc.

Nos encontramos en un momento en el que nos jugamos el mantenimiento de los servicios públicos, unos servicios públicos de calidad que den cobertura a la totalidad de la población, que irán mermando si se mantiene la agenda privatizadora que ha puesto en marcha las Derechas (las centralistas y las periféricas).
“Si no estás prevenido sobre los medios de comunicación, te harán amar al opresor y odiar al oprimido” Malcolm X


miércoles, 20 de marzo de 2019

NO AL OLVIDO.


Auschwitz es, posiblemente, el emblema del terror implantado por los nazis. Situado en la pequeña ciudad de  Oświęcim (Polonia) abrió sus puertas en 1940 y que albergó a más de 1.300.000 personas hasta que fue liberado por el ejército rojo en 1945, dando luz a la barbarie provocada por el nazismo.
Hoy el campo de concentración de Auschwitz es un museo donde se expone la atrocidad sufrida por todas las personas que pasaron por allí, con el objetivo de que la historia recuerde el horror que se vivió entre sus muros.


El pasado diciembre de 2017, una exposición itinerante sobre este campo de concentración abrió sus puertas en el Centro de Exposiciones Arte Canal, y tras el aluvión de visitas tuvo que prorrogar su estancia en la capital, hasta por dos veces, cerrando sus puertas definitivamente el pasado 3 de febrero, habiendo recibido más de 600.000 visitas.
La exposición viaja en estos momentos a Nueva York, donde tiene prevista su apertura el próximo 8 de mayo, en el Jewish Heritage Museum de Nueva York, donde seguro será un éxito de visitas nuevamente.


La importancia de la visibilización de lo acontecido en los campos de concentración nazis es fundamental para evitar que vuelva a repetirse la barbarie que se produjo en Europa en los años 30 y 40 del pasado siglo XX.
Nadie cuestiona hoy la función del Museo de Auschwitz ni la importancia de la exposición itinerante que hemos mencionado anteriormente para conocer la verdad del terror que implantaron en Europa las ideas xenófobas, racistas, supremacistas, homófobas, etc.

Sin embargo, en nuestro país, España, es desconocida por una parte importante de la población, que existieron más de 250 campos de concentración repartidos por toda la geografía nacional y que estuvieron en funcionamiento hasta finales de los años 60, donde permanecieron recluidos entre 600.000 y 1.000.000 de presos contrarios al régimen franquista.

En estos campos estuvieron presos las personas que lucharon en contra del régimen fascista del Dictador Francisco Franco que azotó España durante cuarenta años y donde fueron sometidos a torturas físicas, psicológicas y a trabajos forzados y donde miles de personas murieron por enfermedad, inanición o fueron vilmente ejecutados.
Sin embargo, en España, al contrario que con el terror nazi, hablar del terror franquista, es denominado por la parte reaccionaria de nuestra sociedad de “abrir heridas” y donde pretenden imponer una ley del silencio que haga olvidar los desmanes del dictador y su régimen criminal.
Olvidar no solo es traicionar a aquellos que lucharon por la libertad y por la democracia sino correr el riesgo de que vuelva a suceder. Ya hemos visto como la Extrema Derecha liderada por Trump, separaba a niños de sus padres y los enjaulaba como animales, dando la sensación de volver a tiempos oscuros del pasado. Esperemos que no cunda el ejemplo.
“Si Dios existe tendrá que rogar mi perdón”
Inscripción encontrada en un muro de Auschwitz.


martes, 12 de marzo de 2019

HÉROES, MÁRTIRES Y VICEVERSA.



A lo largo de la historia, la humanidad ha construido figuras de éxito en la que fijar la conducta social, ejemplos de buen hacer con la que cualquier persona podía aspirar a la excelencia y ser reconocido por sus iguales.
En nuestra cultura occidental, estos ejemplos están claramente influidos por la cultura grecolatina, así como por el cristianismo, que forman la base cultural de lo que somos en la actualidad.
En el mundo grecorromano, la figura del héroe era el paradigma a seguir por todos los ciudadanos, de ahí que figuras como Hércules o Ulises mostraran como a través del ingenio, la fuerza y la constancia eran capaces de superar los obstáculos que, en estos casos concretos, eran propiciados por los Dioses.
Así Hércules, debió superar las doce pruebas impuestas por Hera, para las que tuvo que hacer uso de su ingenio, su fuerza y destreza para finalmente superarlas.

La travesía de Ulises, descrita magistralmente por Homero en la Odisea, no está exenta de las mismas virtudes: fuerza, superación, ingenio, destreza… con la que tras muchísimas aventuras consiguió volver a Ítaca.
La mitología grecorromana, nos ha deleitado con miles de historias donde, además de dar un sentido a la realidad que vivían, nos muestra cuales son los valores que una persona debe fomentar, de ahí que sea la figura del héroe el paradigma clásico de figura de éxito.

La mitología judeocristiana, torna el mito del héroe por la figura del mártir, siendo el principal exponente la figura de Cristo. Habría que decir que el término Cristo proviene de la palabra griega cristo que significa “mártir”.
La figura del mártir es modelo de la defensa de unas ideas a través del ejemplo, desterrando el uso de la fuerza y estando dispuesto a morir por ello, sin causar daño a quien te lo hace.

Sin embargo, en la actualidad, hemos desterrado estos dos modelos de conducta de éxito social, para implantar un modelo completamente contrario, cuyo mayor logro es tener un aspecto físico deseable, salir en programas de televisión de dudosa calidad, ser bien parecido… o bien ser hijo de…, o amante de…, su popularidad no reside en sus acciones sino en su capacidad para permanecer en pantalla. Este modelo es efímero y sus protagonistas no permanecen en el tiempo, cuando estas figuras se agotan como referentes se construyen otras de las mismas características y de similar duración.

Si estos son los modelos de éxito que estamos generando, deberíamos preguntarnos si nuestra sociedad lleva el camino adecuado.
“La cultura de la modernidad líquida ya no tiene un populacho que ilustrar y ennoblecer, sino clientes que seducir” Zygmunt Bauman


miércoles, 6 de marzo de 2019

¿CÓMO EMPEZAR?


8 de marzo, conmemoramos el día de la mujer, obvio lo de trabajadora porque va implícito en el concepto “mujer”, y es justo que dedicar esta columna a la mujer.

La mujer, ha sido silenciada a lo largo de la historia, por el simple hecho de ser mujer, mujeres que han aportado y aportan mucho más que algunos hombres que se esfuerzan en negar el papel protagonista de la mujer a lo largo de la historia, un solo día es insignificante para compensar siglos de invisibilidad.

Pero… ¿cómo empezar? a pesar de haber vivido toda mi vida rodeado de mujeres: mi madre, mi abuela, mi hermana, mi esposa, compañeras de clase o de trabajo… ningún comienzo me resulta convincente para hablar sobre la mujer.
Soy consciente de las dificultades que las mujeres se encuentran a la hora de poder ascender en el trabajo, lo que ahora llaman, el techo de cristal, o de las diferencias salariales entre hombres y mujeres, la famosa brecha salarial.

Asumo el papel de la mujer a lo largo de la historia “atada” a la casa y rodeada de niños, siempre al servicio del hombre.
Valoro los esfuerzos por alcanzar los derechos que primero conseguimos los hombres y después, nosotros mismos, les hemos negado: el derecho a voto, a trabajar, a abrir una cuenta bancaria sin permiso masculino, a poder decir NO, o decir SÍ.
Aun así, me siento incapaz de hablar en nombre de la mujer, transmitir: sus anhelos, esperanzas, sus miedos, sus retos o sus victorias.
Porque a pesar de mi lucha interna, la brecha de género sigue viva en mí, porque me siento incapaz de ponerme en la piel de una mujer o hablar de la mujer, porque sigo luchando por la igualdad de género y por eso no me siento capaz, como hombre, de volver a usurpar la voz de la mujer.  A pesar de todo, algo me empuja a escribir sobre ella, que no en nombre de ella, y me devano los sesos por empezar a escribir.
Borro una y otra vez los textos que empiezo, me parecen falsos, tópicos y típicos.
Por eso, sigo pensando: ¿Cómo empezar?
“No deseo que las mujeres tengan poder sobre los hombres, sino sobre ellas mismas” Virginia Woolf