Es evidente
que la izquierda como movimiento político ha sufrido un retroceso a nivel
global, principalmente en Europa y Estados Unidos, el avance de la extrema
derecha en países como Francia, Alemania y Bélgica, la posición conservadora
del Brexit o el triunfo de Trump en Estados Unidos, son ejemplos más que
evidentes del avance de posiciones de extrema derecha a nivel global.
Únicamente en
países latinoamericanos como Venezuela, Uruguay, Ecuador o Bolivia, resisten
los embates de los modelos económicos conservadores impulsados desde Estados
Unidos.
Los golpes de
Estado provocados en Brasil y Honduras han hecho torcer el brazo a las
políticas progresistas en estos países.
Pero la
pregunta que cabe hacerse es ¿Por qué la izquierda sigue siendo un referente
para las clases trabajadoras de Latinoamérica?, ¿por qué las clases trabajadoras
han dado la espalda a esas mismos partidos en Europa y Estados Unidos?
La tesis que
pretendo defender en este artículo está relacionada con la construcción de identidades,
más que en parámetros puramente ideológicos.
En américa
latina, el concepto de patria está vinculado a los movimientos revolucionarios
de Izquierda mientras que en Europa y Estados Unidos se vincula a movimientos
de derecha.
Para entender
esta dicotomía habría que trasladarse a las guerras de independencia en Latinoamérica
durante el siglo XIX. Para ello, es ineludible resaltar las figuras de Simón
Bolivar y José Martí, cabecillas del movimiento revolucionario que consiguió la
independencia de prácticamente toda Latinoamérica de la corona española.
De aquí surge
el concepto de Patria vinculado al antiimperialismo, en un primer momento
español y más tarde norteamericano.
Los partidos
de izquierdas latinoamericanos tienen un fuerte componente patriótico y
antiimperialista, y en torno a él se aglutina la mayor parte de la población,
no por el hecho de ser de izquierdas, sino por el hecho de defender su
independencia respecto a la influencia estadounidense.
Por otro lado,
la noción de Patria, en Europa, está vinculada a las revoluciones burguesas del siglo XIX,
dentro del auge del nacionalismo y el asentamiento del liberalismo económico.
Benedict
Anderson, 1936-2015, uno de los mayores expertos en todo lo relativo a
nacionalismos, explica en su obra de referencia, Comunidades Imaginadas (1983),
que la idea de nación está construida socialmente por los individuos que se
imaginan pertenecer como parte de este grupo.
El sentimiento
de pertenencia a una Patria discurre por el ámbito de lo emocional no de lo
racional, por lo tanto es mucho más fácil aglutinar a un amplio colectivo en
torno a un término como patria que intentar convencerlos de que pertenecen a
una clase social determinada, ya que si la construcción ideológica que estos
individuos tienen no coincide con lo que aporta los datos objetivos, es decir,
si una persona piensa que pertenece a la “clase media”, nada le convencerá de
que no es así, digan lo que digan los datos.
Los partidos
de izquierda deben de esforzarse por romper el vínculo Patria-Derecha, y
comenzar a explicar y exponer su concepto de patria, desenmascarar a todos
aquellos que en nombre de la Patria se están llenando los bolsillos.
Transformar el concepto Patria de un término abstracto en un concepto concreto
en el que la mayoría de la población se sienta identificada.
En una
reciente entrevista, el periodista Pedro Piqueras le preguntó a Pablo Iglesias,
Secretario General de Podemos, ¿es usted un patriota? Esta pregunta hubiera
sido impensable de que se la hubiera hecho a Mariano Rajoy, no porque Rajoy sea
un patriota, sino por la vinculación ideológica existente entre la Derecha
ideológica y la idea de nación.
Como dijo
Antonio Machado, “En los trances duros, los señoritos invocan a la Patria y la
venden; el pueblo no la nombra siquiera, pero la compra con su sangre”.
Salud.
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