Que vivimos en
un mundo global es un hecho. Los flujos migratorios han cambiado la fisonomía
de todos los países del mundo. En Europa, la población migrante
extracomunitaria llega principalmente desde países de África, Latinoamérica y
Asia. Personas que buscan un futuro mejor para ellos y sus familias.
En España el
origen mayoritario de la población extranjera es Marruecos[1], con una población
contabilizada en más de 680.000 personas.
Las personas
que llegan a nuestro país, además de tener que pasar por duros trámites
administrativos, deben adaptarse a nuevas costumbres, y al conocimiento del
idioma. El conocimiento del idioma local es la llave que puede abrir las
puertas de: ofertas de trabajo, búsqueda de vivienda, gestiones administrativas…
Podríamos
decir, que el conocimiento del idioma del país receptor es la piedra angular
en la que se sustenta la estancia de la persona migrante en su país de acogida.
Si el
aprendizaje de un nuevo idioma, puede ser un enorme reto para cualquiera de nosotros,
a los niños y niñas que llegan a nuestro país que se han visto embarcados en un
proyecto migratorio organizado por sus padres y del que no han participado,
puede llegar a ser una dificultad añadida. A estos menores que llegan junto a
sus familias, habría que sumar a los menores llegan solos a nuestro país.
A pesar de que
los menores tienen una capacidad de aprendizaje asombrosa, rápidamente pueden
adquirir el idioma, aunque no podamos decir que se lo pongamos fácil.
MEDIDAS DE LA ADMINISTRACIÓN PARA LA
ADQUISICIÓN DEL IDIOMA EN LOS MENORES EXTRANJEROS.
La legislación
vigente sobre educación en España, contempla la escolarización obligatoria para
las edades que comprenden de los seis a los dieciséis años. Una vez que un
menor extranjero llega a nuestro país, su familia, o la administración pública
que ostente su tutela, está obligada a escolarizarlo y la consejería de
educación está obligada a ofertarle una plaza en un centro educativo.
Esta
escolarización, se lleva a cabo en función del rango de edad del menor, y no de
sus conocimientos curriculares adquiridos con anterioridad. En ningún caso se
lleva a cabo ningún periodo de adaptación destinada a preparar a estos menores
para una mejor asimilación de su nueva situación.
La dificultad
para la adaptación de estos menores aumenta en función de la edad de los
mismos. No tiene la misma capacidad de asimilación un menor de tres años que
uno de catorce.
Para una buena
adaptación de los niños es fundamental el papel de las familias, que motiven,
incentiven y faciliten el aprendizaje del idioma con la mayor celeridad
posible. El problema se intensifica cuando los menores a los que el sistema
educativo tiene que atender son Menores Extranjeros No Acompañados (MENA) que
no tienen el soporte y la estructura familiar que les ayude en esta transición,
a la que se le añade la dificultad de que en la mayoría de los casos son
menores donde el estudio no se encuentra dentro de su proyecto migratorio, ya
que ese proyecto está fundamentado en la mayoría de las veces en encontrar un
trabajo rápidamente con el que ayudar a la familia que quedó en el país de
origen, al mismo tiempo, estos menores carecen de una historia escolar
significativa previa a su llegada a España.
La LOMCE, en
sus artículos 78 y 79 hace referencia a la escolarización tardía en el sistema
educativo.
Prácticamente
todas las comunidades autónomas establecen programas de atención a la
adaptación lingüística, y a todas luces son insuficientes para la consecución
de los objetivos que pretende.
Estos programas
pretenden que los menores adquieran rápidamente el idioma y al mismo tiempo
alcancen los objetivos curriculares propuestos en la etapa educativa a la que
se incorporan. Por lo que estos programas dedican pocas horas a la semana para
la adquisición del idioma.
LA CRUDA REALIDAD.
Cabría
preguntarse cómo se puede sentir un menor en un aula donde no sabe que están
diciendo, que se siente observado por sus compañeros, que no puede comunicarse
ni con sus iguales ni con el profesorado, durante toda la jornada lectiva.
En muchos
casos, estos menores, sobre todo los que se incorporan en la etapa de
secundaria, terminan pasando a engrosar las estadísticas de abandono escolar.
En el caso de
los MENA, generalmente, el currículo educativo no está dentro de sus focos de
interés, no tienen ni la capacidad económica y el interés personal en obtener
una titulación, sin embargo, su principal interés está en conocer el idioma
para poder empezar cuanto antes la búsqueda activa de empleo.
Los centros
educativos existentes en las poblaciones donde están ubicados los Centros de
Protección de Menores se encuentran desbordados por la llegada de menores
extranjeros tutelados por las distintas administraciones. En la actualidad las
administraciones públicas tutelan a más de once mil menores en toda España,
estando más de la mitad afincados en Andalucía.
POSIBLES SOLUCIONES.
El propio
currículo educativo habla de que las enseñanzas tienen que estar basadas en los
intereses de los alumnos, por lo tanto no pueden servir medidas estándar que
cubran las necesidades de la totalidad de los mismos.
Estas medidas
deben fundamentarse en las necesidades que cada alumno o grupo de alumnos
tenga, por lo tanto para algunos se priorizarán las medidas curriculares y en
otros casos deberá priorizarse la obtención del idioma como único objetivo a
conseguir.
Los medios que
se deberían de poner a disposición son muy superiores a los actuales, dotando a
los centros educativos de personal cualificado que acompañen a los maestros y
maestras en esta tarea cómo: educadores sociales o mediadores interculturales,
que hagan un periodo de adaptación satisfactorio de los menores extranjeros al
sistema educativo y una mejor acogida al Centro.
“Enseñar no es transferir conocimientos es crear las posibilidades para su propia
producción o construcción” Paulo Freire.
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