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miércoles, 19 de noviembre de 2025

BATALLA CULTURAL

 

Para el sociólogo francés Pierre Bourdieu ser instruido, no se trataba únicamente de saber leer, escribir o contar, estos conocimientos nos dan la capacidad de ser unos buenos trabajadores para cumplir con nuestras funciones, pero para él instruirse iba más allá, era tener los medios imprescindibles para ser un buen ciudadano, estar en disposición de comprender las leyes, de comprender y defender los propios derechos, de ser capaz de asociarse con otros para conseguir fines.

Durante su carrera hizo una dura crítica sobre aquellas personas que, utilizando los medios de comunicación, opinaban de todo y banalizaban las situaciones, dando importancia a cuestiones triviales y pasando de puntillas por cuestiones realmente importantes.

Bourdieu murió en 2002, si hoy hiciera el mismo análisis su crítica sería aún más dura. Cualquiera se ve en el poder de opinar de absolutamente de todo, se lanzan mensajes simples para explicar realidades complejas para que el público no tenga la necesidad de instruirse, sino para que pueda ser asumido por una masa (en el concepto orteguiano del concepto) que no está dispuesta a profundizar, ni a investigar, ni a dedicar el más mínimo tiempo a buscar referencias que le faciliten el entendimiento de cualquier cuestión.

Medios de difusión no tienen el más mínimo reparo en difundir información inexacta, o incluso directamente errónea sobre diversos temas, se da altavoz a mensajes anticientíficos, que como no requieren análisis para ser entendidos, después son asumidos y difundidos por una masa que se resiste a formarse.

Don Miguel de Unamuno dijo en una ocasión “¿No te entienden? Pues que te estudien o que te dejen; no has de rebajar tu alma a sus entendederas”. Hoy la mayoría han rebajado tanto su “alma” a las entendederas de los demás que su mensaje ha dejado de tener el más mínimo rigor.

De esos polvos estos lodos, el mensaje simplón, la apática necesidad de instruirse, ha derivado en que el antiintelectualismo vaya avanzando socialmente. No quedan tan lejos en los que el grito que avanzaba la batalla cultural era “¡Muera la inteligencia! ¡Viva la muerte!” que dijera Millán Astray en su enfrentamiento con Unamuno.


Hoy la inteligencia muere poco a poco a cambio de encontrar foros de difusión masivos con el objetivo de llegar a una masa que se niega el derecho a pensar.

Cuando le preguntaron a Bertrand Russell como comienza el fascismo contestó “Primero, fascinan a los tontos. Luego amordazan a los inteligentes”. Pues en esas estamos.

“El sistema no teme al pobre que tiene hambre, teme al pobre que sabe pensar” Paulo Freire

miércoles, 12 de noviembre de 2025

TÉCNICAS DE RADICALIZACIÓN

 

La polarización en que ha devenido la sociedad actual ha dividido a la población en una confrontación de “o conmigo o contra mí”, las posiciones se han radicalizado hasta tal punto que la razón ha dado paso a las emociones, lo irracional se impone en la batalla cultural que se está librando por establecer el relato dominante.

Hace unos días terminé el libro de la periodista Pilar Urbano titulado “Jefe Atta” es un ensayo periodístico-documental que trata sobre los entresijos que concluyeron con los atentados del 11S.

De este libro, me ha llamado la atención, entre otras muchas cosas, las técnicas de captación y radicalización que Al Qaeda ejerció sobre las personas que formaron el comando terrorista y que como expondré a continuación son comunes a otras organizaciones radicalizadas.

En primer lugar me gustaría destacar que estas personas no provenían de ambientes delictivos o extremistas. Eran universitarios: ingenieros, abogados, etc., que además provenían de familias de clase media-alta y que habían llevado a cabo sus estudios en Alemania.

El proceso de radicalización comienza con un sentimiento de ser rechazado por la sociedad occidental, por entender que su cultura o su religión son atacadas.

Después se les da un motivo por el que enorgullecerse, en el caso de los terroristas fue una interpretación tendenciosa de la religión, y encontrar un líder que represente esa lucha. A partir de este momento, no se cuestiona al líder, no se piensa por sí mismo.

En tercer lugar se les ofrece la oportunidad de ser parte de un grupo mayor, de un grupo que no está dispuesto a “dejarse pisotear” sin luchar.

En cuarto lugar se les exige un compromiso con la causa, que en el caso de los integrantes del grupo, fue tomar la decisión de morir por la causa (no todos los secuestradores de los aviones eran conscientes que se habían embarcado en un atentado suicida)

Y en quinto lugar, la promesa de una recompensa por su sacrificio.

Estos pasos se fueron llevando a cabo con mucha paciencia y constancia, hasta llegar al fatídico 11S.

Sin embargo, el proceso de radicalización es común y se exibe diariamente en los discursos políticos, en publicaciones de redes sociales o grupos de comunicación instantánea: sentirse atacado (tu cultura, tu religión, tus costumbres… están siendo atacadas por “otro”), encontrar un motivo de orgullo (patria, religión, ideología…), encontrar un grupo de personas que se identifican con esa idea, seguir sin cuestionar al líder (no voy a dar nombres para que el artículo sirva para reflexionar), identificarse con la defensa de los valores que sientes atacados…, y en último caso, dar la vida si la causa lo requiere.

Los más grandes genocidas de la historia siempre aludieron al derecho a defenderse.

“Cualquier discurso bélico está obligado a sustentarse menos en la razón que en la exaltación” Felipe Benítez Reyes.