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miércoles, 9 de julio de 2025

EL SITIO DE MI RECREO

         Vivimos en una época donde todo tiene un precio, donde nos afanamos por adquirir y acaparar objetos.

Casi todas las localidades se han llenado de tiendas con productos de mala calidad y de escasa utilidad, donde muchos acudimos a saciar nuestras ansias de consumo, ansias que se vuelven a activar una vez que hemos abonado el precio del producto.

Sin embargo, existe un lugar que permanece ajeno a esta dinámica de consumo visceral y compulsivo. Un lugar donde puedes coger y llevarte a casa cualquiera de sus productos completamente gratis, además si quisieras un artículo concreto y en ese momento no lo tuvieran, existe una red de establecimientos donde te lo pueden hacer llegar desde cualquier otro lugar y completamente gratis.

Es curioso, como estos establecimientos, que se encuentran en casi todas las localidades, son menos frecuentados  que los que he descrito anteriormente.

Si no se han dado cuenta, estoy hablando de las bibliotecas públicas. Un lugar mágico alejado de todo el entorno consumista, donde, toda aquella persona que  se quiera acercar,  podrá llevarse a casa cualquier libro completamente gratis, con los beneficios que esto puede generar: ampliación del vocabulario, incentiva la imaginación, genera nuevas ideas, conocimientos, pensamiento crítico…

En una biblioteca puedes encontrar el silencio que no existe en otros lugares donde la música nos invita a consumir, nos facilita un espacio donde pararnos a leer, a disfrutar de un tiempo de paz, alejado del estrés que domina el resto del mundo.

Las bibliotecas son espacios de resistencia ante un mundo que se está desmoronando y que no parece tener alternativa que lo sustituya.

Incluso los lectores tendemos a acaparar libros que en la mayoría de los casos leeremos una sola vez, cuando podríamos encontrarlos en las bibliotecas liberando de espacio nuestras casas. Acaparamos libros con el objetivo de crear un lugar mágico con el instinto egoísta de que sea únicamente para nosotros en vez de ser un espacio compartido.

Si pensamos en un mundo mejor, quizás encontremos el modelo en las bibliotecas, donde puedes usar lo que necesites y volverlo a dejar allí para que otra persona lo vuelva a usar.

“Siempre imaginé el paraíso como una especie de biblioteca” Jorge Luis Borges

jueves, 3 de julio de 2025

LA PLAZA DEL PUEBLO

 

El ser humano es un ser social, tal y como dijera Aristóteles, y por eso siempre ha buscado espacios donde encontrarse con otras personas, las plazas, los patios, los bares, cualquier lugar donde se reuniera la vecindad, era un lugar de encuentro, debate, discusiones, etc.

De un tiempo a esta parte, nos hemos ido encerrando en nuestros propios espacios, y donde antiguamente una comunidad de vecinos era un lugar común, hoy ha dejado de existir para centrar nuestra vida “de puertas para adentro”, dejando de conocernos, y limitar nuestras intervenciones comunes en un “buenos días” en el mejor de los casos.

Pero como necesitamos de esa conexión con los demás para seguir siendo “humanos”, las redes sociales se han convertido en ese espacio de encuentro, en este caso, virtual, que ha ido sustituyendo paulatinamente a los espacios físicos mencionados al principio.

Hoy podemos ver como Facebook o X, se han convertido en la nueva “plaza del pueblo” donde los ciudadanos vierten sus quejas, sus opiniones e incluso sus críticas, ante las instituciones u otros vecinos con los que podrían hablar cara a cara.

La discusión virtual, permite salidas de tono, que en el contacto físico estarían contenidas para evitar que la “batalla dialéctica” se convirtiera en “batalla física”, además permite (en algunos casos) intervenir desde el anonimato tras un Nick o nombre falso, para, una vez que se encuentren en el mundo real, puedan ejercer otra de las características propias del ser humano, la hipocresía.

En definitiva, las redes sociales se han convertido en la nueva Plaza del Pueblo, donde personas físicas, escudadas tras una pantalla, que les protege de tener que dar la cara ante quien corresponda, vierten sus opiniones (fundamentadas o no) para que el resto de personas que paseamos por esa plaza virtual estemos al corriente de sus quejas, sus denuncias o pareceres, e incluso podamos participar de ellas, azuzando o criticando la posición expuesta.

Se han convertido en el nuevo espacio común, y por eso hay tanto interés por controlarlo a través de los algoritmos.

Deberíamos volver a la plaza (la real, la física, la de verdad) y poder sentarnos a debatir, criticar o denunciar cara a cara aquello que nos preocupe, quizás, viéndonos las caras, sería mucho más fácil llegar a cualquier tipo de acuerdo.

“No hemos dejado jamás de ser trogloditas con teléfonos de última generación” David Pastor Vico