El pasado 13
de septiembre de 2017, el Diario de Cádiz publicaba la siguiente noticia:
“Rescatado un menor oculto en el interior de un autobús procedente de Tánger”,
el menor en cuestión, que cuenta con quince años de edad, se encontraba
atrapado en un hueco situado en los bajos de un autobús que venía de la ciudad
marroquí en una situación límite debido a las altas temperaturas, había
accedido a los bajos del autobús con la intención de cruzar la frontera de
manera irregular y después no había podido salir, por lo que la Guardia Civil
se vio obligada a desmantelar los bajos de éste para poder rescatar al menor.
A pesar de que
esta noticia pasa desapercibida en los medios de comunicación, no refleja la asiduidad con la que los
menores, sobre todo de origen marroquí, utilizan esta técnica para cruzar la
frontera jugándose la vida, conscientemente, para alcanzar el “sueño europeo”
que puede terminar convirtiéndose en una pesadilla.
Los titulares
que ocupan los informativos referentes a la inmigración, están relacionadas con
la llegada de embarcaciones repletas de personas, o de saltos masivos a las
vallas de Ceuta o Melilla, quizás por el número de personas implicadas.
Los menores
marroquíes no entran en masa en nuestras fronteras, pero sí es un goteo constante
donde prácticamente a diario cruzan la frontera en los bajos de camiones o
autobuses, tal vez debido a su poca visibilidad no sea noticia, pero las
autoridades sí tienen constancia de su entrada.
Los menores
una vez han llegado a España se dejan “atrapar” por la Guardía Civil con el
objetivo de ingresar en un Centro de Protección hasta su mayoría de edad.
Durante este periodo regularizan su situación, se forman, en la medida de sus
posibilidades, y muchos de ellos se asientan en España o bien en cualquier país
de Europa.
Pero la
pregunta es ¿por qué un niño de quince años se juega la vida para llegar a
Europa? La respuesta me la dio uno de estos menores hace muchos años; “para
tener una oportunidad en la vida”.
El régimen alauita
no tiene entre sus características el cuidado de la infancia y por ello, muchos
de estos jóvenes se encuentran en la calle, mendigando un trozo de pan,
combatiendo el frio a base de disolvente inhalado y durmiendo en la calle. Los
centros de protección de menores en Marruecos son prácticamente inexistentes
con poquísimas plazas disponibles por lo que muchos niños deambulan por las
calles con un futuro incierto y sin nadie que vele por ellos.
Ante tal
expectativa son muchos los que optan por jugársela y cruzar la frontera solos,
soñando con tener un trabajo, una familia, un coche y una casa, objetivo que no
todos consiguen por desgracia.
La migración
de menores es un problema que la comunidad europea debería poner encima de la
mesa en sus relaciones con Marruecos, pero donde priman los convenios de pesca
con nuestro vecino del sur, por encima de la vida de los niños.
Para entender
la realidad de estos niños es fundamental ver, el documental “Maldita Calle”
dirigido por Juan José Ponce, y que se puede encontrar en youtube, de manera
gratuita. Una vez visualizado el documental y teniendo un mínimo de empatía
podremos entender que si nosotros nos encontráramos en la piel de esos niños
nos jugaríamos la vida igualmente para poder tener, no digo una vida mejor,
sino simplemente una vida.
Salud.
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