La reciente historia democrática de España, no ha surgido por
casualidad, los medios utilizados para generar una estructura que potencie y
perpetúe el sistema electoral no ha sido un invento del siglo XX, sino que ya
en las primeras elecciones “democráticas” de nuestro país se utilizaron, si
bien con otros medios, los mismos sistemas para convertir la democracia en un
espejismo de lo que debería ser.
Ya durante el reinado de Alfonso XII, por miedo a que
volvieran a estallar la insurrección, como sucedió en 1854 y 1868, se instauró
un sistema electoral donde ninguno de los partidos políticos que pretendían
mantener el sistema, mantuvieran cotas de poder, incluso cuando no estuvieran
gobernando, y que los partidos pro-sistema pudieran alternarse en el poder sin
la necesidad de recurrir a la violencia. De ahí que se realizaran elecciones
regularmente, eso sí, siempre utilizando los medios apropiados para poder
amañarlas debidamente, para que los resultados fueran los que en ese momento
interesaran, excluyendo a los partidos que estaban contra el sistema
establecido, que si bien podían presentarse libremente a las elecciones, no
podían tener ninguna posibilidad de ganarlas.
Se permitió que los partidos mayoritarios tuvieran feudos
electorales, zonas que tradicionalmente apoyaban a uno u otro partido y la
existencia de distritos negociables que podían pasar de mano en mano según las
negociaciones de los líderes políticos. Una vez negociado los escaños en juego,
había que disfrazarlo de elecciones libres.
Para poder dar un tinte de libertad, no se podía excluir a
las clases humildes del proceso, pero estas debían votar lo que
convenientemente se les dictara.
Para conducir a las masas se utilizó la figura del cacique
local, persona influyente en un distrito electoral, que mediante la extorsión,
el soborno, o simplemente la violencia dirigía la intención del voto de las
zonas que controlaba.
El sistema democrático actual, no dista mucho de la farsa
decimonónica, y aunque los actores han cambiado, no lo ha hecho el sistema electoral
que es igual de fraudulento hoy que lo fue entonces, para sustentar esta
opinión expondré los siguientes datos:
Una vez terminado el proceso de transición de la dictadura a
la democracia dirigida por la UCD, liderada por Adolfo Suarez, hombre adepto al
régimen franquista que daba muy bien en la incipiente televisión, hemos
soportado un turnismo pacífico entre los dos partidos que históricamente han
sustentado el sistema socioeconómico español PSOE-PP, para poder convertirse en
los partidos sustentadores del sistema el PSOE tuvo que abandonar los
postulados revolucionarios en los que había sido fundado: abandono del
marxismo, del socialismo y de la república, apoyar el liberalismo económico, la
monarquía y aceptar a Estados Unidos como líderes del bloque occidental,
igualmente el PP tuvo que desprenderse del tufo a franquismo que desprendía y
tener un aire más liberal sin perder el tinte conservador. Para asegurarse de
que el experimento funcionara, el mismo Partido Comunista, aceptó la monarquía
y abjuró de la revolución social, con este panorama ya solo faltaba que los
ciudadanos votaran al partido “correcto”.
Para ello, igual que anteriormente se utilizó la figura del
cacique, la misma función hace ahora los medios de comunicación masivos, medios
que están al servicio del capital, y que condicionan a los ciudadanos la
orientación de su voto, siguiendo la vieja premisa “gobbeliana” donde una
mentira repetida mil veces se convierte en una verdad.
El sistema electoral, la famosa Ley D´hont, favorece a los
partidos mayoritarios, pro-sistema para que no haya sorpresas.
¿Pero como es posible que los votantes accedan a esto?
El estado se ha encargado de crear una masa social
aborregada, ha eliminado las herramientas para formar individuos críticos, como
por ejemplo reduciendo al mínimo las horas de la asignatura de Filosofía en el
bachiller, o que los mecanismos electorales no se expliquen en ningún momento
de la educación obligatoria, podéis preguntar a vuestro alrededor si alguien
conocer el mecanismo de la Ley D´hont y veréis como la gran mayoría no lo sabe,
y lo peor aún, les da igual.
Se han generado unos modelos de éxito donde lo que se valora
es el resultado, no el esfuerzo.
Se valora el físico más que la inteligencia.
Se ha creado una población incapaz de ser crítica y exigir a
sus gobernantes que gobiernen para el pueblo no para los poderes económicos.
Con la aparición de Internet, han surgido infinidad de
diarios digitales que van en contra de las consignas del sistema, intentando
plantear otro tipo de alternativas para informar, pero lamentablemente, sólo es
un mínimo de población la que accede a ellos, y son los medios de comunicación
tradicionales los que acaparan la mayor parte de la atención.
Nada ha cambiado en el sistema electoral desde el reinado de
Alfonso XII hasta el de Felipe VI, se utilizan distintos medios, pero con los
mismos fines.
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