Desde que era
pequeño, en casa no se le dio demasiada importancia a la escuela, es más, el
colegio era una especie de guardería a la que tenía que ir, cuando quería ir, y
nadie se preocupaba si tenía deberes, o no tenía, si me portaba bien, o si me
portaba mal, mis padres no iban a tutorías, y las notas, que yo recuerde, nunca
fueron a recogerlas.
Como era de
esperar, salí de la enseñanza obligatoria sin la titulación, algo a lo nunca he
dado importancia. Pues nunca he pensado que fuera algo útil.
Perdí a mis
padres en la adolescencia y me crié con mi abuela, a la que he dado más de un
dolor de cabeza, aunque no soy mal tipo, me he metido en algún que otro lio.
Las ganas de
tener una familia, hizo que dejara embarazada a mi novia con apenas dieciocho
años, y dos años más tarde vino mi segundo hijo, esta vez se puede decir que
fue un descuido. Desde ese momento sólo una idea me ha rondado por la cabeza:
mantener a mi familia.
Siempre he
sabido buscarme la vida sin hacer daño a nadie, salir a mariscar, recoger
chatarra, aparcar coches, hacer rifas… cualquier cosa que me permita llevar a
casa el sustento del día. Aunque no es fácil. A veces la policía me retira, lo
que tanto me ha costado mariscar, alguna que otra multa por aparcar coches o
“retirar” chatarra de propiedad ajena, me ha conllevado sanciones menores a las
que nunca les he dado la menor importancia.
Pero ha
llegado la hora de darle la importancia que merece. Por el impago de todas
estas sanciones, al no poder pagarlas, el juzgado me condena a quince meses de
cárcel, que tengo que empezar a “pagar” voluntariamente en el plazo de 5 días.
¿Quién se hará
cargo de mi familia ahora? Todo se oscurece a mí alrededor.
Evidentemente
esta no es mi historia, pero sí es una historia real, este chaval, porque no
deja de ser un niño, está condenado desde su nacimiento, y debió de esforzarse
mucho más que cualquier otro joven de su edad, para no haber terminado así.
Pero, ¿Quién o
quiénes son los responsables de lo sucedido?
Algunos dirán
que el responsable es él mismo ya que es el que ha elegido el camino a seguir,
pero, ¿no nos marca la senda nuestro entorno? ¿Y únicamente podemos hacer
pequeñas variaciones en lo que el “destino” nos tiene preparado?
Otros dirán
que los responsables son la familia que no supo guiar al joven de nuestra
historia, pero cuándo la prioridad es dar de comer a tu familia ¿no pasa el
colegio a un segundo plano?
Habrá quien
dirá que es el entorno el que ha llevado a nuestro joven al trágico final, pero
cuando cada uno de nosotros tenemos preocupaciones directamente relacionadas
con nuestra propia supervivencia ¿no damos de lado a lo que tenemos alrededor?
Hay un
proverbio africano que dice que “para educar a un niño hace falta una tribu
entera”, si entendemos “tribu” como “sociedad” creo los culpables somos todos,
todos y cada uno de nosotros hemos fallado como sociedad cada vez que se da un
caso similar al de esta historia.
Esta sociedad
individualista y competitiva que hemos creado, donde lo importante es el
resultado y no como se obtiene el resultado, donde lo estético está por encima
de lo ético, donde programas como “Sálvame” tienen más audiencia que “Saber y
ganar”, donde hablamos mucho y hacemos poco, un país donde los grandes
defraudadores se van a esquiar y los “robagallinas” atestan las cárceles del
país, es una sociedad fracasada, y mientras el Yo esté por encima del Nosotros
seguiremos fallando como sociedad.
Siempre
estamos a tiempo de dar un giro a nuestro destino, hagamos entre todos una
sociedad mejor.
Salud.
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