Posiblemente,
ni seré el único ni el último que hable esta semana sobre el famoso Master de
la Sra. Cifuentes, pero hay varios aspectos que me han llamado la atención en
este caso:
En primer
lugar la desfachatez que muestra la aún Presidenta de la Comunidad de Madrid en
sostener lo insostenible. Considero que hay pruebas más que evidentes que
demuestran que no realizó el Trabajo de Fin de Master (TFM) y por lo tanto no
pudo obtener de manera lícita el correspondiente título.
En segundo
lugar, la defensa de lo indefendible que está haciendo el Partido Popular, de
un caso que no tiene salida.
En tercer
lugar, cómo profesionales de la educación, como los de la Universidad Rey Juan
Carlos, se prestaron a beneficiar a esta señora. Una Universidad que tiene matriculados
unos cuarenta mil alumnos en la actualidad, a los que se les ha faltado al
respeto, regalando la titulación a una persona, ¿qué opinan de esta situación
estos estudiantes? ¿Qué valor académico tienen los títulos universitarios obtenidos
aquí? ¿no planeará la sombra de la sospecha sobre todos ellos, al menos durante
un tiempo? Los directores del Master son tan o más culpables que la Sra.
Cifuentes y esto debería incapacitarlos para ejercer en un centro educativo de
por vida.
En cuarto
lugar, la falta de indignación que ha provocado esta situación en la ciudadanía
en general, aparte de miles de chistes, no se ha entendido la profundidad de
esta situación. El caso Cifuentes, es un ataque directo a la enseñanza
universitaria en todo el país. A las dificultades existentes como, la falta de
becas, el precio de las matriculas, el precio de los materiales necesarios para
cursar una enseñanza universitaria… se suma que las personas con cierto poder,
no tienen ni que estudiar o ir a clases para obtener un título que a otras les
cuesta un sobrado esfuerzo, tanto intelectual como económico.
El esfuerzo y
la capacidad no es una cualidad que deban demostrar las clases dirigentes para
obtener una titulación que los diferencie del resto. Lo que este caso viene a
demostrar es que el mérito no se valora, el mérito se compra, las relaciones
personales, el papel institucional, en fin, las relaciones de poder tienen la
capacidad de proveerte de un curriculum excelente para que nadie cuestione tu
posición de privilegio. Lo más grave de esta situación es que cuando es
descubierta, la mayoría de la gente, lo asume como algo normal. Nos hemos
acostumbrado tanto a la corrupción que ya nada nos sorprende.
Sidney W.
Mintz, un ilustre antropólogo fallecido en 2015, escribió en 1996, “Cuando la
jerarquía es firme y reconocida los excesos de los poderosos no suelen verse
como excesos” y España es un claro ejemplo de esta cita. Mientras los poderosos
nos roban, nos mienten y pisotean nuestros derechos, a un alto porcentaje de la
población parece darle igual, lo entienden como normal, lo hacen porque tienen
capacidad para hacerlo, mientras tanto se encarcela a cantantes o tuiteros que
molestan con sus mensajes.
Mientras no se
les pare, el Partido Popular seguirá en su deriva de corrupción, el caso
Cifuentes es uno más, igual o aún más grave que el resto, ya que hasta ahora
los hijos e hijas de los trabajadores sólo podíamos competir con ellos
intelectualmente, estos días han demostrado que no necesitan estudiar para
obtener los títulos que a otros tanto esfuerzo les cuesta.
Cada día es
más necesario desalojarlos del poder, antes de que lo dejen todo en ruinas.
Salud.
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