¿Cuántas veces hemos vivido el fin del mundo?
En los cuarenta y siete años que tengo he vivido varios finales del mundo, unas veces lo ha destruido un asteroide, otras veces el paso de un cometa anunciaba el fin de la era del ser humano en la Tierra, en otras ocasiones una guerra nuclear ha acabado con la vida en el planeta, terremotos y maremotos que asolarán todos los continentes no dejando nada vivo a su paso, la llegada de extraterrestres a la Tierra con el objetivo de esclavizar a la humanidad… una de las más sonadas fue durante el cambio de milenio, cuando el “efecto 2.000” colapsaría a toda la sociedad llevándonos de nuevo a la edad media.
La mayoría de las veces estas catástrofes eran anunciadas por publicaciones de dudosa credibilidad que eran difundidas de forma masiva por diferentes medios, otras veces eran las profecías interpretadas por “especialistas” con la misma dudosa credibilidad, “profecías” extraídas de Nostradamus, la Biblia, de culturas precolombinas, o de espectros del “más allá” que “contactaban” con caraduras del “más acá” para meter miedo a los más incrédulos que hacían de altavoz de estas noticias apocalípticas.
Del mismo modo he visto como se
destruía España por diversos motivos, por la ambición de los independentistas
vascos o catalanes, por la llegada “masiva” de inmigrantes, por la subida de
los salarios que harían “colapsar” la economía de mercado, etc.
Evidentemente, ninguna de estas “predicciones” se han cumplido jamás, por una simple razón, todas, completamente todas, eran falsas, ninguna estaba fundamentada en datos científicos y principalmente se sostenían bajo dos preceptos: unos fundamentados en la superstición, otros en tradiciones milenaristas que llevan acompañando al ser humano desde que comenzamos a contar el tiempo, y la mayoría de las veces con el objetivo de generar miedo en las masas crédulas para que sean más fáciles de manipular.
Muchos de “especialistas” que vaticinan este tipo de catástrofes, son los que niegan evidencias científicas: niegan la existencia del covid que provocó una pandemia mundial y millones de muertos, niegan el cambio climático, culpan de los incendios y de la sequía a una conspiración mundial, etc. Parafraseando al filósofo José Antonio Marina sin pensamiento crítico no es posible liberarse de los dogmatismos. No es suficiente pensar, sino que hay que hacerlo de forma crítica.
“El efecto dos mil, no me ha afectado
a mí, ya veremos pal tres mil” Los clásicos básicos (Chirigota de Cádiz)
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