El pasado 16 de mayo fue el cuarto aniversario de la muerte de excoordinador federal de Izquierda Unida, Julio Anguita. Muchos son los que alaban hoy la forma de hacer política que tenía el “Califa”, su coherencia política, su discurso sereno y al mismo tiempo contundente, sus llamadas a la reflexión, su defensa de la dignidad de la clase trabajadora y su defensa de hacer política a través del “programa, programa, programa”.
Ha sido
alabado por compañeros, adversarios políticos y votantes de todo el espectro
político, la izquierda echa de menos su aplomo, su sabiduría, y su vehemencia.
Sin embargo, como la memoria es frágil, creo importante recordar que, durante los años en los que Julio Anguita fue coordinador de Izquierda Unida y candidato a la presidencia del gobierno, fue ridiculizado por los medios de comunicación, canal plus lo caricaturizaba como un Quijote que tenía alterada sus capacidades mentales, la campaña que el PSOE felipista emprendió contra él hablando de “la pinza” (un pacto a izquierda y derecha del PSOE para desgastarlos).
Toda esta
campaña de desprestigio tuvo como consecuencia que los mejores resultados de
Izquierda Unida bajo la dirección de Julio Anguita fueron 21 diputados con un
respaldo de algo más de dos millones y medio de votos.
Sin embargo, tras su retirada, la figura de Julio Anguita se convirtió en referencia de dignidad política, de paradigma del dirigente de Izquierdas, de ejemplo de coherencia de sus ideas de tal modo que si todos los que ahora aseguran que habían votado a Julio Anguita, lo hubieran hecho, Izquierda Unida habría alcanzado la mayoría absoluta y Julio Anguita habría sido presidente del gobierno del España. Pero la realidad fue bien distinta.
En España,
al menos, tendemos a reconocer las virtudes tarde, cuando una persona se ha
retirado o ha fallecido, olvidando toda la infamia que se vertió sobre esas
personas, como muchas personas han
olvidado, o han querido olvidar, como sucumbieron a la manipulación mediática
legitimando las políticas neoliberales del PP o del PSOE de Felipe González.
Muchos son
los que hoy ponen de ejemplo la forma de hacer política de Julio Anguita pero,
cuando tuvieron la oportunidad de votarlo, votaron a Aznar o Felipe González,
aunque eso parece que se les ha olvidado.
“La suprema lección del político es el ejemplo, debe
tener el valor de decir las cosas y paciencia para explicarlas” Julio Anguita.
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