La necesidad de un cambio en el modelo turístico.
Recién pasado el verano, hemos visto como las zonas turísticas se van tensionando hasta límites que impiden a los vecinos de ciertas poblaciones o zonas hacer su vida con normalidad: la subida de los precios de la vivienda, los alquileres turísticos, ruidos y múltiples molestias derivadas del ocio nocturno descontrolado. Se da la paradoja de que personas que trabajan en estas zonas no encuentran vivienda donde vivir, lo que supone una merma en la mano de obra, esta situación provoca que se rompan los lazos de solidaridad de la comunidad al desaparecer el vínculo entre los vecinos de la misma zona, ya que finalmente no hay vecinos, sino mayoritariamente turistas.
Los
beneficios de este modelo turístico se reparten entre pocas manos, quedando la
mayoría de la población sujeta a las molestias que un turismo descontrolado
provoca. La mayor parte de los pisos turísticos, en España, están en manos de
fondos de inversión cuyo único objetivo es aumentar el beneficio de sus
accionistas despreocupándose de las molestias provocadas.
No es de extrañar que, ante esta situación, se haya producido un movimiento de resistencia denominado “turismofobia”, como modo de protesta ante un modelo que utiliza los recursos comunes pero no corresponde equitativamente con lo que recibe de la comunidad donde se implanta.
El filósofo
italiano Vilfredo Pareto estableció que “la eficiencia óptima del sistema se
alcanza cuando no es posible mejorar la situación de un individuo sin empeorar
la de otro”, esta cita puede adaptarse perfectamente al punto en el que ha
llegado el modelo turístico, donde el beneficio de otros está directamente
relacionado con el perjuicio de otros.
Urge
replantear el modelo turístico, sobre todo en un lugar como España, donde es un
sector económico prioritario, para llegar a un punto de “eficiencia óptima”
donde para que la riqueza que genere repercuta en la zona donde se ejerce la
actividad, de no ser así este modelo está abocado al fracaso en poco tiempo,
del mismo modo habría que replantear una diversificación en el modelo
económico, como se suele decir, no es buena idea “poner todos los huevos en la
misma cesta”.
En época de
bonanza económica los empleos de bajo valor añadido relacionados con el sector
turístico son los primeros en crecer, pero también son los primeros en bajar
cuando las tornas cambian.
“El pueblo que confía su subsistencia a un solo
producto, se suicida” José Martí
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