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jueves, 26 de marzo de 2020

TIEMPO DE APRENDIZAJES.


Que estamos viviendo un momento histórico parece cada día más evidente, es inevitable que vengan a la cabeza pandemias vividas por la humanidad previamente, como la peste negra que asoló Europa en el siglo XIV o la fiebre española que azotó Europa en 1918.
La crisis del coronavirus, parece demostrar que el ser humano es incapaz de aprender de los errores ajenos. Cuando el Gobierno Chino recluyó a toda la población de Wohan para contener la expansión del virus debería haber sido el “modus operandi” de todos los países a los que había llegado el virus, sin embargo, cuando Italia se vio afectada siguió el mismo procedimiento que había seguido China, tardando en confinar a la población afectada, lo que provocó, al igual que había pasado en China, que se multiplicaran los afectados.

Cuando el virus saltó de Italia al resto de Europa, las medidas tomadas por el resto de países siguieron la dinámica tomada por el gobierno italiano, multiplicando los afectados y los muertos.
Pero ¿Cómo tomar una medida tan radical sin una población concienciada del peligro que supone este virus? A día de hoy, en España hay más de cien mil denuncias de la policía a población que se está saltando el confinamiento sin justificación poniendo en peligro al resto de los ciudadanos y a ellos mismos.
Ahora el virus ha cruzado el Atlántico llegando al continente americano, y las noticias que llegan desde allí son desesperantes, desde las declaraciones negacionistas del presidente estadounidense Donald Trump o las del presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, son además de bochornosas, extremadamente peligrosas.
En el momento de escribir este artículo Italia ha superado en número de muertos totales a China, y España parece que va en el mismo camino, lo que porcentualmente es una barbaridad.
Esta crisis debe servirnos para adquirir una serie de aprendizajes: en primer lugar, poner en valor la solidaridad y la cooperación, dos valores que han sido puestos en segundo plano por el sistema capitalista. Fue Adam Smith quien en “La Riqueza de las Naciones” (obra de referencia del liberalismo económico) exponía que la principal forma de generar riqueza era incentivar el egoísmo individual.
Las muestras de solidaridad han sido evidentes en la actitud mostrada por la mayoría de la población, que ha permanecido en casa con el único objetivo de no contagiarse y no contagiar a los demás.
El papel de esta crisis de los gobiernos Chino y Cubano, enviando médicos  y material sanitario a los países con mayor número de casos, son una evidencia de la solidaridad internacional.
Quizás, la noticia más impactante de solidaridad entre pueblos históricamente enfrentados, ha sido la colaboración entre los gobiernos de Israel y Palestina para aunar fuerzas contra este virus.
En segundo lugar, deberíamos aprender de esta situación el valor de los sistemas públicos.
Son los sistemas públicos los que están soportando la carga que está provocando esta crisis sanitaria.
El Sistema Público de Educación, a pesar de todas las carencias que ha demostrado para poder hacer su función de manera telemática, está demostrando una gran coordinación y esfuerzo por seguir formando a nuestros niños y niñas, mientras que algunos de los centros privados deciden acogerse a un ERTE.
Pero sobre todo, esta crisis está poniendo en valor de manera incuestionable del Sistema Público de Salud.
Durante años las élites económicas y los partidos liberales, representados en España por el Partido Popular y el sector más conservador del PSOE han llevado a cabo un desmantelamiento del Sistema Público de Salud en nombre de la eficiencia económica.
Pero cuando ha sido necesario y los artífices de este desmantelamiento han enfermado han sido ingresados en los mismos hospitales que previamente habían vaciado de recursos.
Aunque es pronto para sacar conclusiones podemos decir que una crisis de estas características ha puesto en jaque las medidas neoliberales implantadas durante estos años. El recorte de medios públicos, especialmente en sanidad, ha evidenciado la importancia de tener unos recursos públicos de calidad.
Una crisis sanitaria de este calibre pone en evidencia que la salud está por encima del dinero que se acumule en el banco.
Diversos estudios indican que la forma más natural de relación humana está basada en la solidaridad, la cooperación y la ayuda mutua.
Hoy la forma más extendida de solidaridad es quedarse en casa para evitar contagiarnos y en el caso de que seamos portadores del virus evitar contagiar a los demás.
Por lo que podemos concluir que unos servicios públicos de calidad son “vitales” para la sociedad, que de esta situación solo saldremos airosos si todos colaboramos con las indicaciones que dan los expertos a través del Gobierno, que parafraseando a Kropotkin la cooperación y la ayuda mutua son las bases del progreso y que de esta situación saldremos juntos.
“No hay problemas que no podamos resolver juntos y muy pocos que podamos resolver por nosotros mismos” Lyndon B. Johnson.

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