Pues ya se acabaron las elecciones
andaluzas, y los resultados son el reflejo de lo que los andaluces y andaluzas
hemos decidido democráticamente. Es momento de hacer balance y buscar las
fallas en la estrategia y comunicación que los partidos de izquierda han
llevado a cabo en esta campaña. Los resultados son inapelables y lejos de
buscar culpables es necesario ponerse a trabajar en favor de las clases
populares.
Milito en Izquierda Unida desde el
2011, un momento histórico de tremenda ebullición, una movilización social
constante y el surgimiento del movimiento 15M, o como se conoció en el resto
del mundo “Spanish Revolution”.
Desde entonces he sido apoderado o
interventor en todas y cada una de las elecciones que se han celebrado en
nuestro país, siempre como militante de IU. Casualmente y sin cambiar mis
principios, he portado el identificador de Izquierda Unida, Unidad Popular,
Adelante Andalucía, Unidos Podemos, Unidas Podemos y Por Andalucía, y según
parece, para las próximas generales el identificador volverá a cambiar según
evolucione el proyecto político encabezado por Yolanda Díaz.
En un momento como en el que vivimos
la identificación con la marca es un principio básico para cualquier empresa.
Los jóvenes pagan cantidades significativas de dinero para lucir el logo de su
marca en su vestimenta. La vinculación entre marca y consumidor es un trabajo
prioritario para cualquier gran marca y cuesta una gran cantidad de tiempo y
dinero forjar esa vinculación.
Uno de los principales problemas que
he encontrado como representante en las distintas mesas electorales es que los
votantes, incluso queriendo votar la marca con la que se presentaba mi partido,
desconocían el logo o el nombre por el que se presentaba en esas elecciones.
Elección tras elección las distintas
coaliciones en las que se ha integrado Izquierda Unida se han formado en
escasos meses antes de las elecciones, no sin pasar diversas dificultades para
conformar las alianzas, encontrar un nombre, establecer las listas electorales,
etc., todas estas circunstancias generan dudas en los votantes, incluso
desconocimiento por cual es la papeleta de que deben coger y por extensión
desmovilizan a los votantes que terminan eligiendo otra opción o quedándose en
casa.
Es hora de mirar a largo plazo,
dejarse del cortoplacismo que generan los procesos electorales, establecer
redes duraderas, un proyecto de futuro, un futuro que abarque más que los cuatro
años de una legislatura.
Es hora de restablecer prioridades,
estrategias, modernizar conceptos con los que la clase trabajadora vuelva a
identificarse, construir símbolos con los que identificarse con la mirada en el
horizonte, no en la próxima fecha electoral.
Es un camino largo y lleno de
dificultades que merece y debe andarse.
Esta es una reflexión de un simple
militante de base que espera sea compartida por el resto de compañeros y
compañeras. Porque como dice mi amigo y compañero Antonio Franco citando a José
Saramago “La derrota tiene algo positivo: nunca es definitiva. En cambio la
victoria tiene algo negativo: jamás es definitiva”. Así que seguiremos luchando
por un mundo mejor derrota tras derrota hasta la victoria final.
“Es
preciso soñar, pero con la condición de creer en nuestros sueños” Lenin.
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