Desde que mi último libro viera la luz, no he parado de recibir felicitaciones y buenas sensaciones, a día de hoy, solo me han llegado buenas críticas y no tengo más que agradecer a todas aquellas personas que han tenido a bien adentrarse en la vida que se relata en él su buena acogida y hacerme partícipe de sus sensaciones. Pero llegado a este punto debo ser honesto y llevar a cabo las siguientes confesiones. La novela no ha sido escrita sólo por mí y es justo, desde aquí, felicitar a todos los coautores de la misma.
Si bien es cierto que el trabajo de transcribir todo lo que en ella se relata ha sido mio, esta hubiera sido imposible, sin las historias que tantos menores me contaron demostrando tanta confianza en mí como para relatarme sus difíciles experiencias, ya fuera en su país de origen o en España, agradecer a Mohamed, Youssef, Ayoub, Hamza, Said, Hamid, Mousa, Salah, etc., sin ellos hubiera sido imposible dar la veracidad que esta historia requiere, porque tal y como me dijo Yassine “todas son historias diferentes, pero todas son la misma historia”.
Tampoco hubiera
sido posible sin la ayuda de tantos y tantos compañeros y compañeras con los
que he compartido turnos, horas y horas en las que las hemos pasado bien, mal y
regular, donde hemos compartido experiencias, hemos vivido situaciones, cuando
menos curiosas, hemos cabalgado tensiones, hemos reído con situaciones que han
rallado el ridículo, y de los que he aprendido todo aquello que no se puede
aprender en una carrera universitaria o un curso de formación.
También han participado en esta novela todas aquellas personas que consideran que estos menores son “peligrosos delincuentes” a los que se debería expulsar del país, ya que con la criminalización del acrónimo M.E.N.A. fueron un acicate para retomar la escritura como bandera de rebeldía ante lo que considero una injusticia. Desde los que lanzan los mensajes xenófobos, hasta los que ejecutan las barbaridades como acosar un centro de protección de menores, pasando por los que difunden sus ideas, han sido participes para que esta novela viera la luz.
Cartel de desinformación de Vox |
Y como no, mi
familia, mi mujer y mis hijos, ellos son los que hacen todo aquello que yo no
hago porque estoy escribiendo, ellos son los que me sostienen cuando lo necesito y a
los que siempre puedo recurrir para compartir mis dudas, mis alegrías y mis
penas, ellos son mis puntos cardinales, a los que siempre recurro cuando me
siento perdido, porque ellos saben cómo volver a encontrarme a mí mismo.
Porque el
individuo, no existe como tal, porque todos estamos compuestos con trocitos de
lo que los demás dejan en nosotros, porque sin ellos no seríamos nosotros y
porque sin vosotros, por supuesto, yo no sería yo.
“Solo la educación es capaz de salvar a nuestras
sociedades de un posible colapso, ya sea violento o gradual” Jean Piaget
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