Cualquiera que no vea la relación entre fútbol y política o es un ingenuo o un cínico, pero no solo el fútbol es usado para manipular a la población, cualquier actividad que congregue masas y cuya actividad aluda a las emociones, es susceptible de ser usado para manipular a las personas. Nadie escapa a esta manipulación, incluso aquellos que pretendan estar atentos a estas estrategias pueden caer en sus redes.
En el fino equilibrio que mantiene el
ser humano como animal racional-emocional, cuando esta balanza se desequilibra
el lado que adquiere mayor importancia domina sobre el otro.
Mucho se ha hablado del posicionamiento político del jugador de la selección francesa Mbappé pidiendo el voto en contra de la extrema derecha de su país. Mientras los sectores de la izquierda alababan el posicionamiento político del francés, el sector de la derecha acusaba al futbolista de utilizar su influencia mediática para condicionar el voto. Del mismo modo, el defensa español, Carvajal, conocido simpatizante de la extrema derecha española, saludó fríamente al presidente del gobierno en el acto oficial tras la consecución de la Eurocopa, esta actitud del defensa ha sido criticada por la izquierda y alabada por la derecha española.
Pero el caso más llamativo han sido las críticas y alabanzas de las dos estrellas más jóvenes de la selección española: Lamine Yamal y Nico Williams, cuyos padres son de origen extranjero, pero ellos han nacido en España. Mientras para unos son un ejemplo de las bondades de los movimientos migratorios, para otros no representan a la sociedad española (a esa sociedad española monocromática que solo existe en su cabeza). En todo esto hay un caso que ha pasado desapercibido, el caso del defensa de la roja, Aymeric Laporte, nacido en Agén, Francia y nacionalizado español. Es curioso, que mientras se cuestiona la nacionalidad de dos jóvenes nacidos en España, la nacionalización de otro joven, nacido en Francia, no se pone en duda.
Habría que destacar, que para demostrar
que una persona es española solo hay que aludir a su DNI (por cierto, un
recurso usado para discutir con independentistas).
Esta situación tiene un nombre, y su
nombre es “racismo”, mientras unos son de origen africano, aunque hayan nacido
en España, su color de piel los convierte en foco para la crítica, mientras el otro, al ser “blanco”
su nacionalización no tiene que pasar ningún filtro.
La crisis migratoria necesita análisis
profundos, una búsqueda de soluciones reales, mostrar la realidad y la historia
de las personas que vienen a España, jugándose la vida y, una vez establecidos en
España, sus condiciones son muy duras.
Mientras se siga banalizando el problema
de la migración, las muertes en el mar
seguirán produciéndose, el problema seguirá existiendo y el racismo
seguirá creciendo.
“En
una sociedad racista no es suficiente con no ser racista. Debemos ser
antirracistas” Angela Davis
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