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jueves, 11 de julio de 2024

UN MUNDO GLOBAL

 

Vivimos en un mundo global, esto es una realidad que nadie cuestiona a estas alturas. La soberanía de los Estados-Nación ha sido cedida a entes supranacionales que dirigen las líneas maestras de la política de los países, independientemente del color político que los gobierne. Solo hay que recordar la reforma de la Constitución Española ordenada por la Unión Europea, donde se hacía primar el pago a la banca por encima de otras necesidades, gobernando en aquellos momentos el Partido Socialista de vocación socialdemócrata. O como Alexis Tsipras, regidor izquierdista, después de dar la batalla contra las políticas de austeridad que ahogaban a Grecia, terminó por llevar a cabo las políticas impuestas por el Banco Central Europeo en contra de la decisión del pueblo griego que lo había puesto en el poder. Por lo tanto, los gobiernos nacionales pertenecientes a la Unión Europea, están sujetos a las direcciones de este organismo, y de otros no tan conocidos y mucho menos democráticos.

La Economía, también se ha globalizado, la deslocalización de la industria, que ha sido trasladada a países donde soportan menos gastos y regulaciones, y donde no existen derechos para los trabajadores y trabajadoras, multinacionales que operan en distintos países y con distintas divisas, podemos comprar, gracias a la tecnología, un producto que se encuentra en China, a través de una página web, y seguir el viaje meteórico que realiza el producto para estar al día siguiente en nuestra casa.

Del mismo modo que se ha globalizado la política, la economía o el comercio, se han globalizado los seres humanos. Según el INE, cerca de tres millones de españoles residen en el extranjero, estas personas han encontrado (o no) un lugar donde poder desarrollarse personalmente o profesionalmente, de manera temporal o definitiva y con su trabajo están ayudando a la construcción y desarrollo de un país que no los vio nacer pero que por un motivo u otro les ha permitido establecerse allí.

En España residen unos seis millones y medio de extranjeros, a la misma fecha indicada por el INE, y a los mismos motivos que desencadenaron que los españoles citados anteriormente marcharan de nuestro país, habría que sumar a aquellas personas que huyen para ponerse a salvo de guerras, hambrunas o persecuciones políticas (motivos que afortunadamente ya no se dan en España).

Las personas no migran solas, llevan consigo una forma de entender el mundo, una gastronomía, unas tradiciones, etc., lo que enriquece a los países que los acogen, si hoy un noruego puede disfrutar de una tortilla de patatas o una paella es gracias a los españoles que viven allí y han trasladado tan ricos manjares, del mismo modo en España podemos deleitarnos con el cus cus o con el cerdo agridulce.

La globalización no supone únicamente la eliminación de las fronteras para los productos manufacturados y la economía, sino que éstas se hacen más difusas también para las personas.

“El nacionalismo – incluido el español – es la necrosis ideológica de un concepto de nación absoluto, insolidario y excluyente” Nicolás Sartorius

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