Para el sociólogo francés Pierre Bourdieu ser instruido, no se trataba únicamente de saber leer, escribir o contar, estos conocimientos nos dan la capacidad de ser unos buenos trabajadores para cumplir con nuestras funciones, pero para él instruirse iba más allá, era tener los medios imprescindibles para ser un buen ciudadano, estar en disposición de comprender las leyes, de comprender y defender los propios derechos, de ser capaz de asociarse con otros para conseguir fines.
Durante su carrera hizo una dura crítica
sobre aquellas personas que, utilizando los medios de comunicación, opinaban de
todo y banalizaban las situaciones, dando importancia a cuestiones triviales y
pasando de puntillas por cuestiones realmente importantes.
Bourdieu murió en 2002, si hoy hiciera el mismo análisis su crítica sería aún más dura. Cualquiera se ve en el poder de opinar de absolutamente de todo, se lanzan mensajes simples para explicar realidades complejas para que el público no tenga la necesidad de instruirse, sino para que pueda ser asumido por una masa (en el concepto orteguiano del concepto) que no está dispuesta a profundizar, ni a investigar, ni a dedicar el más mínimo tiempo a buscar referencias que le faciliten el entendimiento de cualquier cuestión.
Medios de difusión no tienen el más mínimo reparo en difundir información inexacta, o incluso directamente errónea sobre diversos temas, se da altavoz a mensajes anticientíficos, que como no requieren análisis para ser entendidos, después son asumidos y difundidos por una masa que se resiste a formarse.
Don Miguel de Unamuno dijo en una
ocasión “¿No te entienden? Pues que te estudien o que te dejen; no has de
rebajar tu alma a sus entendederas”. Hoy la mayoría han rebajado tanto su “alma”
a las entendederas de los demás que su mensaje ha dejado de tener el más mínimo
rigor.
De esos polvos estos lodos, el mensaje simplón, la apática necesidad de instruirse, ha derivado en que el antiintelectualismo vaya avanzando socialmente. No quedan tan lejos en los que el grito que avanzaba la batalla cultural era “¡Muera la inteligencia! ¡Viva la muerte!” que dijera Millán Astray en su enfrentamiento con Unamuno.
Hoy la inteligencia muere poco a poco a
cambio de encontrar foros de difusión masivos con el objetivo de llegar a una
masa que se niega el derecho a pensar.
Cuando le preguntaron a Bertrand Russell
como comienza el fascismo contestó “Primero, fascinan a los tontos. Luego
amordazan a los inteligentes”. Pues en esas estamos.
“El sistema no teme al
pobre que tiene hambre, teme al pobre que sabe pensar” Paulo Freire




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