Laicismo y anticlericalismo
son dos términos que se utilizan alegremente y que se suelen confundir
en su significado.
El primero según la real academia de la lengua es referido
a la doctrina que defiende la independencia del hombre o de la sociedad, y más
particularmente del Estado, respecto a cualquier organización o confesión
religiosa.
El segundo, siguiendo la misma fuente, es la doctrina o
procedimiento contra el clericalismo. Animosidad contra todo lo que se
relaciona con el clero.
Si buscamos el término “clericalismo” en el mismo
diccionario, podremos observar que en su primera acepción su significado es la
influencia excesiva del clero en los asuntos políticos.
Una vez analizados sus significados, podemos observar que
existe una sutil, pero importante diferencia entre uno y otro.
Mientras “Laicismo” tiene un significado positivo, que es
la independencia de la persona y el Estado de la influencia religiosa, el otro,
“Anticlericalismo”, tiene un significado negativo, y es el posicionamiento en
contra de la excesiva influencia política del clero.
Hay que diferenciar dos aspectos de este tema en cuestión.
Mientras el Estado, la política, pertenece a lo público, la religión pertenece
al ámbito de lo privado, el primero es terrenal y el segundo “espiritual”.
En el ámbito privado
cada uno es libre, de ayunar durante el mes de ramadán, o de no comer carne los
viernes durante la cuaresma, peregrinar al Rocío o a la Meca, circuncidarse o
mantenerse célibe.
Todas estas posturas son respetables mientras sigan dentro
de la esfera de lo personal, el Estado debe permitir que cada cual pueda vivir
su fe, sin imponérsela a otro, en la esfera privada, en solitario o en
comunidad.
El problema surge cuando esa esfera privada, trasciende a
la esfera pública y una confesión, da igual que sea, cristiana, musulmana,
judía o cualquier otra, trata temas más terrenales que espirituales.
Cuando una confesión no paga impuestos, entra dentro de las
obligaciones del Estado reclamárselas, cuando incita a sus fieles en posturas
políticas es el deber del Estado recriminárselo. Esta sería la función del
Estado laico.
El anticlericalismo ha sido siempre asociado, al menos en
España, con movimientos de izquierdas, y ha utilizado de manera violenta, bien
sea verbal o física sus acciones contra el excesivo poder público de la
iglesia.
Pienso que las acciones anticlericales perjudican a los
movimientos de izquierdas más que a ningún otro y afianza las posiciones de
poder de la iglesia con respecto al Estado.
La fe, es emocional
e irracional, dicho esto con el mayor de los respetos y cuando los
seguidores de una religión sienten atacadas sus creencias o costumbres,
refuerzan sus sentimientos y responden con la misma, o mayor contundencia,
además visibilizándose como víctima de los ataques consigue un mayor número de
seguidores, reforzando la posición de poder de la iglesia, por lo tanto
consiguiendo el resultado contrario al deseado.
La religión tiene un componente gregario enorme y multitud
de ritos para cohesionar su comunidad, que aunque parezca disgregada se une
ante lo que considera un ataque.
Por lo tanto, la mejor manera de luchar contra el excesivo
poder de la iglesia es con la razón, llevando el debate a lo público,
argumentando las posiciones y exigiendo al Estado que gestione lo público y no
se deje influenciar por un estamento que debe estar centrado en lo personal y
lo privado, cumpliendo las mismas obligaciones que el resto de los ciudadanos.
Salud.
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