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jueves, 6 de mayo de 2021

EJERCICIO DE AUTOCRÍTICA.

             Dicen que el mejor momento para plantar un árbol fue hace veinte años y que el segundo mejor momento para hacerlo es hoy, igualmente ocurre con el momento de hacer autocrítica, el mejor momento para hacerlo fue hace tiempo, y el segundo mejor momento para hacerlo es hoy, y hoy la izquierda debe hacer un profundo ejercicio de autocrítica.

Los resultados de las elecciones autonómicas de Madrid son incontestables y la derecha ha ganado siguiendo una hoja de ruta netamente neoliberal.


A pesar de vivir en un Estado autonómico y por lo tanto descentralizado, el centralismo sociológico que impregna toda la piel de toro hace que las elecciones madrileñas sirvan para vislumbrar un “hipotético” paisaje nacional. La derecha ha ganado en, prácticamente, la totalidad de las localidades y barrios (incluidos aquellos identificados indiscutiblemente con la izquierda), es por eso que la izquierda (y cuando digo “izquierda” no me refiero a ningún partido en concreto, sino a todo el espectro de la izquierda ideológica desde políticos, intelectuales, militantes, etc.) debe llevar a cabo un análisis de como se ha ido construyendo sus estructuras y su forma de comunicarse con aquellos a los que aspira representar.

Desde los años noventa la disolución del concepto “clase trabajadora” se ha ido difuminando por la nueva estructura laboral, donde la digitalización de los puestos de trabajo ha desterrado la imagen del obrero de mono azul industrial. La descentralización de las grandes industrias ha cambiado la imagen del obrero, y el nuevo trabajador ha cambiado el concepto de “clase trabajadora” por el de “clase media”. Por otro lado, la izquierda ha dirigido su discurso hacia las minorías: migrantes, jóvenes, colectivo LGTBI, feminismo, desempleados, jubilados, etc., disolviendo la conciencia de clase que unifica todos estos movimientos y creando espacios separados unos de otros. Es fundamental, para la revitalización de los movimientos de izquierdas, volver a fusionar, con la argamasa que supone la conciencia de clase, todas estas identidades que hoy se encuentran separadas. Es imprescindible hacerlo ya que cuando la población vota, no vota pensando en sus intereses, sino que vota pensando en lo que se identifica. aunque parezca una incongruencia.

En estos tiempos se ha producido el ascenso de un liderazgo carismático que centra en la imagen de un líder o lideresa toda la carga política que se pretende proyectar, el principal problema de este tipo de liderazgo es que cuando esta persona deja de estar al frente del movimiento, la construcción de una nueva imagen es costosa y difícil de consolidar a corto plazo, es por eso que las ideas deben estar, siempre, por encima de las personas y los liderazgos deben ser colectivos, un movimiento donde nadie sea imprescindible y todos/as sean necesarios/as.

Se hace necesario fomentar el debate de un nuevo modelo de Estado, donde se impliquen todos los agentes sociales, económicos y políticos, con la necesidad de alcanzar el consenso, ya que ningún sistema es sostenible si sólo es apoyado por una parte minoritaria de la sociedad.

Es imprescindible borrar de una vez por todas el paternalismo con el que los líderes de la izquierda se dirigen a los votantes, exponiendo que es lo mejor para ellos y olvidando que son personas adultas que toman sus propias decisiones.

Esta situación requiere un estudio sosegado y llevar a cabo un planteamiento a largo plazo, pero espero que lo escrito anteriormente sirva para poner el foco de la crítica donde, en mi opinión, debe estar.

“La verdad, para ser aceptada, tiene que encajar en los marcos de la gente” George Lakoff

 

 

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