Imagínense la siguiente conversación entre un empleado y su jefe:
-
Jefe: Buenas tardes ¿qué te ha pasado que hoy no has venido a
trabajar? ¿Hay algún problema?
-
Empleado: Buenas tardes jefe, es que he tenido unos problemas y no me
venía bien ir hoy, por cierto ya que has llamado te comento que tampoco iré a
trabajar mañana, ni pasado mañana, pero no te preocupes que la semana que viene
echo más horas y recupero las que he faltado esta semana.
-
Jefe: ¿Cómo? Yo no necesito que vengas más horas la semana que
viene, necesito que cubras tú puesto las horas que te corresponden.
- Empleado: No pasa nada, tómatelo como que la semana que viene tendrás una persona haciendo horas extras al precio de horas ordinarias.
Esta conversación ficticia es más
propia del teatro del absurdo, de una obra de Oscar Wilde o Eugene Ionesco, que
de la realidad ¿verdad? Una conversación difícil de imaginar que de ser
realidad, daría con el empleado de “patitas en la calle” y todos entenderíamos que
es un despido más que justificado, a fin de cuentas es el empleado quien no
está cumpliendo con su parte del acuerdo que formalizó al firmar el contrato de
trabajo.
Ahora imaginen esta otra conversación
entre los mismos protagonistas:
-
Empleado: Buenas tardes Jefe, ¿hay algún problema con la nómina?
Tenía que haber cobrado hace un par de días y aún no han hecho el ingreso.
-
Jefe: Buenas tardes, la empresa ha tenido un problema de liquidez
contable y no va a poder ingresar la nómina este mes, pero no te preocupes
intentaremos que para el mes que viene te ingresen las dos nóminas.
-
Empleado: ¿Cómo? Yo necesito mi sueldo este mes, tengo gastos que no
puedo aplazar para el mes que viene.
- Jefe: No pasa nada, tómatelo como si el mes que viene tuvieras una paga extra, de todas formas intentaremos ir adelantando algo de la nómina de este mes.
Esta conversación, sin embargo, si
puede parecernos más real, son muchos los trabajadores y trabajadoras que en
algún momento se han visto que habiendo llegado el día de cobro, sus nóminas no
han sido ingresadas en sus cuentas bancarias.
Sin embargo, el trabajador no puede
en este caso romper su vínculo con la empresa unilateralmente, aunque es ésta
la que está incumpliendo lo acordado en su contrato, ya que perdería todos los
derechos adquiridos para poder solicitar una prestación por desempleo y
comenzar a buscar un nuevo empleo.
Las relaciones entre la empresa y los
trabajadores están fundamentadas en que el trabajador vende su fuerza de
trabajo a cambio de un salario, y este salario debe ser satisfecho en unas
fechas determinadas.
Las garantías para poder actuar en
consecuencia deberían ser equitativas para ambas partes, pero como podemos
comprobar, la balanza tiene tendencia a favorecer siempre al mismo lado.
La relación simbiótica entre ambos
roles es indiscutible, ya que los trabajadores necesitan empresas a las que
vender su trabajo, pero las empresas sin trabajadores, simplemente no podrían
existir.
“Todo sistema de dominación se basa
en la presunción de normalidad” Michel Rolph Truillot
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