Tras cada cita electoral la izquierda se pregunta dónde están los votos.
Después de las últimas citas electorales donde la derecha y la ultraderecha parecen estar subiendo como la espuma en representación pública, los partidos de izquierda parecen desorientados preguntándose donde están los votos y por qué la ciudadanía elige representantes que, a todas luces, actúan en contra de sus intereses. El Partido Popular ha hecho todo lo que estaba en su mano por evitar que las ayudas para la recuperación tras la pandemia llegaran a España, del mismo modo allá donde gobierna ha puesto en práctica unas políticas de desmantelamiento de los servicios públicos para favorecer a las entidades privadas, especialmente en los sectores de sanidad y educación, por otro lado Vox tiene como hoja de ruta el desmantelamiento del estado de las autonomías, el retroceso en las leyes de igualdad y la visión monocromática de la historia de España y un claro lenguaje xenófobo y belicista. A pesar de ello han crecido en las últimas citas electorales.
Ante esta situación los partidos de
izquierda deben hacer una profunda reflexión para averiguar el porqué, a pesar
de recuperar derechos de que los trabajadores habían perdido con la reforma
laboral que implantó el PP, una gestión de la crisis pandémica que ha permitido
estabilizar el empleo en situaciones tan duras o aumentar por segundo año consecutivo
el Salario Mínimo Interprofesional, la sangría de votos a favor de las fuerzas
de la derecha.
Los partidos de derecha han votado
históricamente en contra de todos los avances sociales; el divorcio, el aborto,
la subida del SMI, la reforma laboral…
Partiendo de la premisa que el país
está compuesto mayoritariamente por personas que pertenecen a la Clase
Trabajadora la pregunta que deberían plantearse es ¿por qué votan estas
personas a favor de partidos que están en contra de sus intereses?
Citando a G. Lakoff “la gente no vota
necesariamente por sus intereses. Votan por su identidad”. La Clase Trabajadora
ha dejado de identificarse como tal, y ha dejado de ser un sujeto político, de
esto ha tenido culpa los partidos de izquierda que han disgregado la identidad
colectiva en grupos marginales donde unos no se identifican con los otros, los
colectivos LGTBI, feministas, minorías étnicas y muchos más, olvidan que tienen
más en común que lo que los separa y todos estos colectivos tienen sus
referentes tanto a la izquierda como a la derecha del arco político. Pero que
la mayoría social no se identifique como clase no las exime del dominio de las
clases dirigentes.
La batalla cultural, que está ganando la derecha a todas luces, debe hacer replantearse a la izquierda a volver a resignificar el concepto de proletariado, que no es otro que “toda persona que vende su fuerza de trabajo a cambio de un salario”. A través de los Think Tanks debe construirse una imagen con la que la gente se identifique y no lo relacione con un sucio obrero a las puertas de una fábrica en plena revolución industrial (este proletariado hoy no existe, o al menos no es mayoritario).
La izquierda debe volver a aglutinar
a todos los movimientos alrededor del concepto “Clase Trabajadora”
El éxito de la derecha se fundamenta
en haber logrado que las clases trabajadoras se identifiquen con las élites
gobernantes y vean como un competidor a las personas que se encuentran en su
mismo peldaño social. Esta es la lucha final.
“Por supuesto que hay lucha de
clases, pero es mi clase, la clase rica la que está haciendo la guerra y la
estamos ganando” Warren Buffet.
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