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miércoles, 15 de noviembre de 2023

EL MONSTRUO DE LAS EMOCIONES

 


Hace 21 meses que comenzó la invasión rusa de Ucrania, guerra que ahora ha desaparecido de los medios de comunicación. Tras el estallido de la guerra  veíamos  a diario los desastres de la guerra, matanzas, dramas humanos, etc., provocadas por la invasión de las tropas rusas en Ucrania. El pueblo respondió a la urgencia humanitaria, llegando a acoger en sus propias casas a personas que venían huyendo de allí. Las mismas imágenes se repiten de la guerra en Gaza, el tratamiento de los medios de comunicación sobre esta nueva guerra es bien distinta debido a los intereses geoestratégicos, Rusia es la eterna enemiga de occidente, mientras que Israel es un aliado incómodo, de cualquier forma estas imágenes terminarán por desaparecer de los telediarios y periódicos como pasó con el conflicto ucraniano, la guerra será olvidada, aunque el terror continúe.


Mantener la atención del público se ha convertido en una misión imposible en una sociedad líquida, que diría Zygmunt Bauman, el interés se diluye rápidamente, y hay que proveer de nuevos desastres para mantener la atención del “respetable público”.

La masa acrítica se vuelca allá donde los medios de comunicación ponen el foco, olvidando rápidamente el tema que acaparaba toda su atención, días, incluso, momentos antes.

Las Redes Sociales se vuelven concavidades donde rebota el eco de los discursos predominantes, que rápidamente se propagan entre la ciudadanía. Acostumbrados, como estamos, a dar por cierto todo aquello que sale por una pantalla, no dudamos en aceptar cualquier idea sin plantearnos los fines que hay detrás de ella, ni el bagaje intelectual de quien lo emite, ni siquiera las intenciones que esconde.

Como resultado, nos encontramos una sociedad dominada, que “baila” al son que marcan los medios de comunicación y aquellos que los dirigen.

Esta situación nos lleva a hacernos la siguiente pregunta: si los seres humanos somos seres racionales ¿cómo es posible que sea tan fácil manipularnos? Tras reflexionar sobre esta cuestión planteo una posible respuesta. Los seres humanos no somos exclusivamente racionales, sino que también somos seres emocionales. Una única persona es difícil de manipular, pero manipular a muchas personas es mucho más fácil. Al igual que se contagia un bostezo, se contagia la alegría de los que tenemos alrededor, del mismo modo se contagia la rabia y la indignación. A mayor presión social, más difícil es desentenderse de la emoción que se propaga.

Nietzsche decía que si buscas seguidores, busca ceros. El movimiento  de masas se vuelve irracional y, por tanto manipulable a través de las emociones.

La libertad, palabra tan utilizada en estos tiempos, radica en que la capacidad de razonar sea la que guie nuestros actos individuales.

“Gana más la sociedad con los errores de un ser humano que, después de estudio y preparación, piensa por sí mismo, que con las opiniones justas de los que las profesan solamente porque no se permiten el lujo de pensar” John Stuart Mill

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