Hace 21 meses que comenzó la invasión rusa de Ucrania, guerra que ahora ha desaparecido de los medios de comunicación. Tras el estallido de la guerra veíamos a diario los desastres de la guerra, matanzas, dramas humanos, etc., provocadas por la invasión de las tropas rusas en Ucrania. El pueblo respondió a la urgencia humanitaria, llegando a acoger en sus propias casas a personas que venían huyendo de allí. Las mismas imágenes se repiten de la guerra en Gaza, el tratamiento de los medios de comunicación sobre esta nueva guerra es bien distinta debido a los intereses geoestratégicos, Rusia es la eterna enemiga de occidente, mientras que Israel es un aliado incómodo, de cualquier forma estas imágenes terminarán por desaparecer de los telediarios y periódicos como pasó con el conflicto ucraniano, la guerra será olvidada, aunque el terror continúe.
Mantener la atención del público se
ha convertido en una misión imposible en una sociedad líquida, que diría
Zygmunt Bauman, el interés se diluye rápidamente, y hay que proveer de nuevos
desastres para mantener la atención del “respetable público”.
La masa acrítica se vuelca allá donde
los medios de comunicación ponen el foco, olvidando rápidamente el tema que
acaparaba toda su atención, días, incluso, momentos antes.
Las Redes Sociales se vuelven concavidades
donde rebota el eco de los discursos predominantes, que rápidamente se propagan
entre la ciudadanía. Acostumbrados, como estamos, a dar por cierto todo aquello
que sale por una pantalla, no dudamos en aceptar cualquier idea sin plantearnos
los fines que hay detrás de ella, ni el bagaje intelectual de quien lo emite,
ni siquiera las intenciones que esconde.
Como resultado, nos encontramos una sociedad
dominada, que “baila” al son que marcan los medios de comunicación y aquellos
que los dirigen.
Esta situación nos lleva a hacernos
la siguiente pregunta: si los seres humanos somos seres racionales ¿cómo es
posible que sea tan fácil manipularnos? Tras reflexionar sobre esta cuestión
planteo una posible respuesta. Los seres humanos no somos exclusivamente
racionales, sino que también somos seres emocionales. Una única persona es
difícil de manipular, pero manipular a muchas personas es mucho más fácil. Al
igual que se contagia un bostezo, se contagia la alegría de los que tenemos
alrededor, del mismo modo se contagia la rabia y la indignación. A mayor
presión social, más difícil es desentenderse de la emoción que se propaga.
Nietzsche decía que si buscas
seguidores, busca ceros. El movimiento
de masas se vuelve irracional y, por tanto manipulable a través de las
emociones.
La libertad, palabra tan utilizada en
estos tiempos, radica en que la capacidad de razonar sea la que guie nuestros
actos individuales.
“Gana más la sociedad
con los errores de un ser humano que, después de estudio y preparación, piensa
por sí mismo, que con las opiniones justas de los que las profesan solamente
porque no se permiten el lujo de pensar” John Stuart Mill
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