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martes, 25 de septiembre de 2018

ES LA HORA DE LOS FILÓSOFOS.


La caída de la Unión Soviética, a pesar de lo que nos puedan contar, ha supuesto una enorme pérdida para los trabajadores y trabajadoras en todo el mundo. Con la lectura de esta frase, habrá mucha gente que ya se esté arañando la cara. Me dispongo ahora a argumentar el porqué de esta afirmación.
Los que crecimos en los años ochenta, vivimos en un mundo enfrentado en dos bloques antagónicos, el Bloque Capitalista, capitaneado por Estados Unidos y el Bloque Socialista, dirigido por la Unión Soviética. Un mundo que se balanceaba peligrosamente en el filo de la navaja, con la amenaza constante de una guerra nuclear.

A pesar de que el capitalismo campaba a sus anchas en los países del bloque capitalista, los Estados permanecían vigilantes de marcar políticas que evitaran que la desregularización del mercado vaciara de recursos los servicios públicos que generaban calidad de vida a la clase trabajadora autóctona, con el miedo de que el “fantasma del comunismo” anidara en las aspiraciones de una sociedad maltratada.
De ahí que las políticas intervencionistas proclamadas por el presidente norteamericano E. Roosevelt en el New Deal (Nuevo Trato) estuvieran vigentes hasta la llegada de Ronald Reagan en Estados Unidos y Margaret Thatcher en Gran Bretaña, que llevaron a cabo políticas desregularizadoras, abriendo la puerta a prácticas neoliberales poniendo a los Estados al servicio de las grandes empresas.

Una vez disuelta la Unión Soviética, el neoliberalismo no tenía freno en su expansión, los servicios públicos se trasladaron a manos privadas y la negociación colectiva cayó en el ostracismo de unos sindicatos que no supieron, ni saben, adaptarse a la nueva situación, cuyo único objetivo es sobrevivir en el nuevo régimen resultante.
Tras la caída de la URSS, se pierde el referente de lucha contra el capitalismo a nivel mundial, y el modelo neoliberal se corona como único ganador en la lucha ideológica. Pero 30 años después la izquierda no ha planteado una alternativa ideológica, que ilusione a la mayoría de la población, simplemente se ha adaptado a la situación, intentando encajar en un mecanismo que le es contrario, con el único objetivo de suavizar los embates de las políticas neoliberales, políticas que cada vez son más agresivas.
Filósofos e intelectuales, llevan analizando la actualidad, criticando y exponiendo las debilidades del neoliberalismo, es hora que estos filósofos relean, la tesis sobre Feuerbach que K.
Marx dejara incompleta, y planteen un nuevo marco filosófico e ideológico que contrarreste el paseo triunfal neoliberal, elaborando una alternativa real.

“Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo” K. Marx.

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