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viernes, 9 de noviembre de 2018

MARTY McFLY TENÍA RAZÓN.


Allá por 1985 se estrenaba la saga de Regreso al Futuro, si no la han visto, háganse un favor y véanla. En una de las escenas de la segunda parte de la saga, el protagonista MartyMcFly le pregunta a su amigo Doc: “Un momento Doc ¿Qué nos ocurre en el futuro?, ¿nos volvemos gilipollas o algo parecido?”.

Teniendo en cuenta que han pasado más de treinta años de aquella película y que el futuro del que habla puede ser nuestro presente, podríamos decir que aquella frase ha resultado profética: Nos hemos vuelto gilipollas o algo parecido.
Hemos llegado a un punto en el que todo nos ofende, y somos incapaces de aceptar absolutamente nada que se contradiga con nuestros estrechos esquemas mentales. Y nada se escapa a esta censura que nos estamos imponiendo.
Si me diera en un arrebato de furia y me cagara en Dios, aparecerían muchas personas ofendidas porque he insultado a sus creencias, y podría incurrir en delito de ofensas religiosas, igualmente sucedería si me cagara en Alá o en Mahoma, si digo que los borbones son unos ladrones, un montón de monárquicos se sentirían ofendidos por haber mancillado el nombre del monarca, es más, podría estar incurriendo en delito de injurias a la corona, igualmente, si me cago en la tricolor republicana, un montón de republicanos me criticarían por insultar su símbolo, sin embargo en este caso no incurriría en ningún delito.


Pero este ejemplo que puede parecer zafio, aunque no alejado de la realidad, puede repetirse si hago un chiste sobre mujeres, miles de feministas me criticarían mi personalidad heteropatriarcal dominante, aunque las mismas críticas me pueden caer por no utilizar un lenguaje inclusivo.
Si me disfrazara de negro en los carnavales (entiéndase de negro de tribu con sus penachos de pluma y lanza en mano) entonces sería un racista que promueve los estereotipos y los tópicos eurocéntricos paternalistas.
Todos estos ofendidos y ofendidas (no se me vaya a enfadar alguien), son la muestra de la falta de profundidad con la que interiorizan los distintos conceptos: monarquía, república, religión o feminismo, quedándose con la forma y no con el fondo.
En fin, todos estos casos son reales, y demuestran que la afirmación que exponía al principio del texto es cierta, nos hemos vuelto gilipollas.
La libertad de expresión permite que aquellos que no piensan como yo, puedan decir cosas con las que yo no esté de acuerdo, si no es así ¿para qué sirve? Nadie ofende, la ofensa es una opción que tomamos a la hora de enfrentar una situación, recuerden aquel viejo dicho “no ofende quien quiere, sino quien puede”.
Si este artículo le ha ofendido, es su problema.
“Si crees en la libertad de expresión, entonces crees en la libertad de expresión para puntos que te disgustan” Noam Chomsky

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