Mi experiencia
laboral con menores tutelados ha conseguido que me dé cuenta que lo que tenemos,
lo que no tenemos, lo que podemos llegar a tener y lo que está completamente
fuera de nuestro alcance, es cuestión de suerte.
Cuando hablo
de suerte no me refiero a que lo mucho o lo poco que hayamos conseguido en
nuestra vida no sea fruto de un arduo trabajo y la expresión de grandes
sacrificios, sino a la suerte de poder tener la oportunidad de alcanzar una
meta u otra.
Todos estamos
fuertemente condicionados por nuestro entorno: redes sociales, ingresos, acceso
a determinados servicios, horarios, etc., y este entorno es el que determina en
gran medida, aunque existen algunas excepciones, el tipo de vida que vamos a
llevar.
Si hay un
factor que va a condicionar nuestra vida ese es el trabajo. A través del
trabajo vamos a percibir unos ingresos que indicará el nivel de vida que alcancemos,
si viviremos en una casa grande o en un piso de protección oficial. El trabajo
generará una red social de compañeros y compañeras y determinará que aficiones
podemos practicar (el sueldo dirá si puedes ir a esquiar los fines de semana o
simplemente salir a correr).
El acceso al
trabajo estará determinado principalmente por dos condicionantes: la formación
que hayamos obtenido en nuestra etapa de estudiantes y la red contactos que
podrá facilitar nuestra entrada en una u otra empresa. El caso de la formación
está fuertemente relacionado con la importancia y los recursos que disponga
nuestra familia (la importancia que le dé a los estudios, si tiene recursos
económicos para reforzar las materias que resulten más difíciles, si puede
acceder a formación complementaria como valor añadido, etc.). Respecto al
acceso al trabajo, la red social que dispongamos, nosotros o nuestro entorno,
puede abrir muchas puertas con mayor facilidad que un currículum.
¿Cuantas personas
han continuado con el oficio de sus padres? ¿Cuántas personas no tienen
ingresos similares a los que tuvieron sus padres? Salvando las distancias
históricas ¿no tenemos el mismo nivel de vida que tuvieron nuestros padres? ¿no
pertenecemos a la misma clase social?
La movilidad
entre clases es prácticamente inexistente, si naciste en la clase trabajadora
tienes un altísimo porcentaje de probabilidades de morir siendo clase
trabajadora y si naciste en una cuna adinerada tienes las mismas probabilidades
de morir perteneciendo a la misma clase social que te vio nacer. Si miramos
hacia abajo vemos que podía ser peor, pero si alguna vez miráramos hacia arriba
descubriríamos que hay mucho margen de mejora.
“El
90% de los chicos que nacen en hogares pobres mueren pobres por más capaces que
sean. Más del 90% de los chicos que nacen en hogares ricos mueren ricos por más
estúpidos que sean. Por lo tanto el mérito no es un valor” Joseph Stiglitz.
Premio Nobel de Economía 2001
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