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lunes, 15 de abril de 2019

LOS ABSTENCIONISTAS.


En estos días he tenido la suerte de hablar con un joven de 32 años, es curioso como el concepto de juventud se va ampliando en edad, que me decía que nunca había votado y que no pensaba hacerlo, ya que no le gustaban las políticas que se estaban llevando a cabo, a esta argumentación le respondí que el no votar validaba o al menos no impedía que esas políticas se siguieran llevando a cabo.
El joven continuó exponiendo que la abstención era una opción más e igualmente válida de participar y que cada vez eran más los que optaban por esa opción.
Que era injusto que con una abstención del 35%, el alcalde de su pueblo alardeara de tener una mayoría absoluta del 76% de los votantes cuando en realidad no llegaba ni al 20% de los electores, y que la mayoría de la gente no había votado porque estaba en contra de este sistema.
Visto esta situación, le contraargumenté, que siendo cierto los porcentajes que me trasladaba, era tan ilegitimo apropiarse de un porcentaje por la totalidad de los electores, como apropiarse de los motivos por los que la población decide abstenerse, ya que son muchos y variados.
Llegado a este punto, el joven empezó a ponerse nervioso y a pedir que le respetara su opción, a lo que le contesté que la respetaba, como no podía ser de otra manera, ya que el voto no es obligatorio en España, pero que no estaba de acuerdo con sus argumentos.
Me dijo que además, ninguno de los principales partidos que se presentaban a las elecciones le representaban, a lo que le contesté que a las elecciones se presentan muchos más partidos por lo que sería fácil encontrar alguno que en el que pudiera sentirse representado. Me dijo que su opción era la abstención, ya que si en unas elecciones se llega al 40% de abstención las elecciones deberían repetirse.
Y llegado a este punto es donde me gustaría profundizar, ya que parte de un error, en España no existe un mínimo de participantes que valide unas elecciones, por lo tanto mi interlocutor partía de una equivocación de bulto y es el desconocimiento de la Ley Electoral, cuando no se conocen las reglas del juego es fácil ser engañados.
La abstención nunca ha influido en la representatividad resultante de unas elecciones ya que el reparto de escaños, se lleva a cabo con el total de votos emitidos, no con el total de personas llamadas a las urnas.
Como decía Foucault, en el discurso en donde reside el poder, porque el discurso es lo que determina que es verdad y que no y son los poderosos los encargados de elaborar el discurso.
Pongo como ejemplo, las elecciones generales de 2008 en comparación con el 2011:
En el año 2008 hubo un 26,15% de abstención (9.172.740 personas) , siendo el partido más votado (entre los que fueron a votar el PSOE)[1] con 11.289.335 votos obteniendo 169 diputados, el PP el que quedó en segundo lugar con 10.278.010 votos con 154 diputados, sin embargo el año 2011[2], con una abstención de 31,06% (11.113.050 personas) el PP fue el partido más votado con 10.866.566 votos obteniendo 186 diputados, el PSOE dio una bajada importante obteniendo 7.003.511 votos con 110 diputados, con estos datos podemos ver como con muchos menos votos que el partido ganador en las elecciones anteriores el PP obtuvo mucha más representación gracias al aumento de la abstención.
Por no extenderme no voy a entrar a analizar la participación en las elecciones europeas, la de mayor abstención de todas las citas electorales.
Podemos concluir que la abstención, lejos de debilitar al sistema lo hace más fuerte, ya que da más poder a aquellas personas que deciden ejercer su voto. La gran trampa del sistema electoral consiste en que los electores no conozcan las “reglas del juego” siendo así mucho más fácil manipularlos.
Elijan un partido que represente sus intereses, vótenlo y después exíjanle que cumpla lo pactado.
“La democracia consiste en poner bajo control al poder político"  Karl Popper.

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