El pasado 13 de mayo moría el expresidente uruguayo Pepe Mújica. Un hombre sencillo que se convirtió en ejemplo de lo que debe ser un político, alabado por la izquierda y (lo más sorprendente) por la derecha política internacional.
El expresidente uruguayo vivía según sus
principios, se denominaba una persona sobria que dedicaba tiempo a aquello que
le gustaba, no necesitaba de grandes riquezas para vivir. Lo que poca gente
sabe es el pasado de Mújica.
El que con el tiempo llegara a la presidencia de Uruguay había sido muchos años antes un guerrillero, fundador del Frente de Liberación Nacional Tupamarus, que tuvo su tiempo de actividad entre 1960 y 1970. Los “Tupamarus” (como se les conocía) era una guerrilla urbana formada por militantes de izquierdas que, tomando como ejemplo el triunfo de la revolución cubana, habían descartado la vía pacífica para llegar al poder. De tendencia marxista-leninista fue uno de tantos grupos guerrilleros que habitaron América Latina en la década de los sesenta. La guerrilla fue la respuesta que el pueblo dio a las distintas dictaduras latinoamericanas, así como a la represión que estas dictaduras ejercieron sobre las clases más desfavorecidas.
Las fuentes no se ponen de acuerdo de cuánto tiempo estuvo preso Mújica por su actividad guerrillera, lo que es seguro es que estuvo entre 12 y 14 años preso en distintas cárceles uruguayas, donde fue torturado física y psicológicamente, pocas personas podrían salir indemnes de un trance como éste, sin embargo Mújica salió más lúcido aun si cabe.
Una vez que sale de la cárcel, junto a otros compañeros represaliados miembros del mismo grupo guerrillero conforman el partido político Movimiento de Participación Popular con el objetivo de seguir luchando por sus objetivos, pero abandonando la lucha armada. Una vez terminada la dictadura y tras un crecimiento en las distintas citas electorales, consiguen alcanzar la presidencia de Uruguay en 2010, formando parte de la coalición de partidos de izquierdas denominado Frente Amplio, Pepe Mújica alcanza la presidencia de Uruguay.
Mújica fue consciente del tiempo que le
tocó vivir, formó parte de la guerrilla, en un tiempo donde las dictaduras
reaccionarias latinoamericanas, financiadas y controladas por Estados Unidos,
negaban cualquier tipo de lucha democrática y una vez que los tiempos
permitieron que la lucha se centrara en la dialéctica, siguió luchando a través
de la palabra. Todo nuestro pasado conforma nuestro presente, el Mújica que hoy
es alabado no hubiera existido si no lo hubiera hecho el guerrillero de los
años sesenta.
Quizás no consiguiera cambiar el mundo,
pero sí dio ejemplo a quien algún día consiga cambiarlo.
“Pertenezco
a una generación que quiso cambiar el mundo, fui aplastado, derrotado,
pulverizado, pero sigo soñando que vale la pena luchar para que la gente pueda
vivir un poco mejor y con mayor sentido de igualdad” Pepe Mújica
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